EVANGELIO DEL DÍA

jueves, 16 de septiembre de 2010

"Accompanying him were the Twelve and some women"

DAILY GOSPEL: 17/09/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


Friday of the Twenty-fourth week in Ordinary Time


First Letter to the Corinthians 15:12-20.
But if Christ is preached as raised from the dead, how can some among you say there is no resurrection of the dead?
If there is no resurrection of the dead, then neither has Christ been raised.
And if Christ has not been raised, then empty (too) is our preaching; empty, too, your faith.
Then we are also false witnesses to God, because we testified against God that he raised Christ, whom he did not raise if in fact the dead are not raised.
For if the dead are not raised, neither has Christ been raised,
and if Christ has not been raised, your faith is vain; you are still in your sins.
Then those who have fallen asleep in Christ have perished.
If for this life only we have hoped in Christ, we are the most pitiable people of all.
But now Christ has been raised from the dead, the firstfruits of those who have fallen asleep.

Psalms 17:1.6-7.8.15.
A prayer of David. Hear, LORD, my plea for justice; pay heed to my cry; Listen to my prayer spoken without guile.
I call upon you; answer me, O God. Turn your ear to me; hear my prayer.
Show your wonderful love, you who deliver with your right arm those who seek refuge from their foes.
Keep me as the apple of your eye; hide me in the shadow of your wings
I am just--let me see your face; when I awake, let me be filled with your presence.

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Luke 8:1-3.
Afterward he journeyed from one town and village to another, preaching and proclaiming the good news of the kingdom of God. Accompanying him were the Twelve
and some women who had been cured of evil spirits and infirmities, Mary, called Magdalene, from whom seven demons had gone out,
Joanna, the wife of Herod's steward Chuza, Susanna, and many others who provided for them out of their resources. 
Lc 8,1-3
Commentary of the day 
John-Paul II, Pope from 1978 to 2005
Mulieris dignitatem, § 27
"Accompanying him were the Twelve and some women"
In the history of the Church, even from earliest times, there were side-by-side with men a number of women, for whom the response of the Bride to the Bridegroom's redemptive love acquired full expressive force. First we see those women who had personally encountered Christ and followed him. After his departure, together with the Apostles, they "devoted themselves to prayer" in the Upper Room in Jerusalem until the day of Pentecost. On that day the Holy Spirit spoke through "the sons and daughters" of the People of God (cf. Acts 2: 17; Jl 3,1)... These women, and others afterwards, played an active and important role in the life of the early Church, in building up from its foundations the first Christian community - and subsequent communities - through their own charisms and their varied service... Saint Paul speaks of their "hard work" for Christ, and this hard work indicates the various fields of the Church's apostolic service, beginning with the "domestic Church". For in the latter, "sincere faith" passes from the mother to her children and grandchildren, as was the case in the house of Timothy (cf. 2 Tim 1:5).

The same thing is repeated down the centuries, from one generation to the next, as the history of the Church demonstrates. By defending the dignity of women and their vocation, the Church has shown honour and gratitude for those women who - faithful to the Gospel - have shared in every age in the apostolic mission of the whole People of God. They are the holy martyrs, virgins, and mothers of families, who bravely bore witness to their faith and passed on the Church's faith and tradition by bringing up their children in the spirit of the Gospel. In every age and in every country we find many "perfect" women (cf. Prov. 31:10) who, despite persecution, difficulties and discrimination, have shared in the Church's mission... Even in the face of serious social discrimination, holy women have acted "freely", strengthened by their union with Christ...

In our own days too the Church is constantly enriched by the witness of the many women who fulfil their vocation to holiness. Holy women are an incarnation of the feminine ideal; they are also a model for all Christians, a model of the "sequela Christi", an example of how the Bride must respond with love to the love of the Bridegroom.


Friday, 17 September 2010

St. Robert Bellarmine, Bishop and Doctor of the Church (1542-1621)



SAINT ROBERT BELLARMINE
(1542-1621)
Bishop and Doctor of the Church
          Saint Robert Bellarmine was born in Tuscany in the town of Monte Pulciano in 1542, became a Jesuit and was ordained priest. He was a vigourous defender of the faith at the time of the Reformation. He also taught theology in the Roman College. He was made a Cardinal in 1599, but after a disagreement with the Pope was sent as bishop to Capua in 1602. He was a very pastoral bishop, visiting, preaching and teaching, and giving the example of a truly Christian life. He returned to Rome in 1605, and died in 1621.
God our Father,
you gave Robert Bellarmine wisdom and goodness
to defend the faith of your Church.
By his prayers
may we always rejoice in the profession of our faith.



«Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres»

EVANGELIO DEL DÍA: 17/09/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Viernes de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario


Carta I de San Pablo a los Corintios 15,12-20.
Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan?
¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó!
Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes.
Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos no resucitan.
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados.
en consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre.
Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima.
Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.

Salmo 17,1.6-7.8.15.
Oración de David. Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad.
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia, tú que salvas de los agresores a los que buscan refugio a tu derecha.
Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia.

Evangelio según San Lucas 8,1-3.
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes. 
 Lc 8,1-3
Leer el comentario del Evangelio por 
Juan Pablo II
Mulieris dignitatem, § 27
«Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres»
     En la historia de la Iglesia, desde los primeros tiempos, al lado de los hombres había muchas mujeres para que la respuesta de la Iglesia-Esposa al amor redentor de Cristo-Esposo, tuviera toda su fuerza expresiva. Encontramos, primeramente, las que personalmente habían encontrado a Cristo, le habían seguido, y después de su partida «asistían asiduamente a la oración» (Hch 1,14) con los apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén hasta el día de Pentecostés. Aquel día, el Espíritu Santo «habló a través de los hijos y las hijas» del Pueblo de Dios... (Hch 2,17;Jl 3,1). Estas mujeres, y las otras después, jugaron un papel activo e importante en la vida de la Iglesia primitiva, en su construcción, desde su fundación, de la primera comunidad cristina y de las que comunidades posteriores, gracias a sus carismas y a  sus múltiples maneras de servir... El apóstol Pablo habla de su «fatigas» por Cristo; esas mujeres demuestran los diversos ámbitos del servicio apostólico en la Iglesia, comenzando por «la Iglesia doméstica». En efecto, allí la fe pasa directamente a los hijos y a los nietos tal como tuvo lugar en casa de Timoteo (2Tm 1,5).

     A lo largo de los siglos sigue sucediendo lo mismo de generación en generación, como lo muestra la historia de la Iglesia. En efecto, la Iglesia al defender la dignidad de la mujer y su vocación, ha manifestado la gratitud hacia aquellas que, fieles al Evangelio, en todo tiempo han participado en la misión apostólica de todo el Pueblo de Dios, y las ha honrado. Santas mártires, vírgenes, madres de familia han dado testimonio de su fe con valentía y también, a través de la educación de sus hijos en el espíritu del Evangelio, han transmitido la fe y la tradición de la Iglesia... Incluso frente a graves discriminaciones sociales, las mujeres santas han actuado libremente y se han hecho fuertes por su unión con Cristo...

     En nuestros días, la Iglesia no deja de seguir enriqueciéndose gracias al testimonio de numerosas mujeres que alcanzan el pleno desarrollo de su vocación a la santidad. Las mujeres santas son una encarnación del ideal femenino; pero son también un modelo para todos los cristianos, un modelo de «sequela Christi», de la vida en seguimiento de Cristo, un ejemplo de la manera cómo la Iglesia-Esposa debe responder con amor al amor de Cristo-Esposo.



viernes 17 Septiembre 2010

San Roberto Belarmino S.J.




San Roberto Belarmino


1542-1621

"En la Iglesia de Dios no hay quien le iguale en saber", dijo de él el Papa al hacerle cardenal. Y en efecto, fue una las lumbreras de su tiempo, sabio, predicador, teólogo, polemista, autor devoto, metido en los asuntos más difíciles e intrincados de la época, y siempre con una independencia de criterio admirable.


Roberto Belarmino, que había nacido en Montepulciano de Toscana, ingresó en la Compañía a los dieciocho años (1560), pasando a ser profesor a Lovaina (1569-1576) y más tarde al Colegio Romano - predecesor de la actual Universidad Gregoriana -, donde sobresalió en la refutación de los errores de su tiempo (1576-1592).


Su curso, recogido bajo el título de «Controversias», ha formado a generaciones enteras de apologistas y teólogos. Se ha querido incluso ver en este escrito una «Summa» de la Reforma católica.


Promovido al cardenalato en 1599, Belarmino se mostró en desacuerdo con Clemente VIII en una controversia teológico que el papa hubiera querido resolver por autoridad. Con objeto de apartar de Roma a un consejero al que no juzgaba suficientemente flexible, le nombró cardenal arzobispo de Capua (1602). Belarmino, pastor improvisado, se mostró desde el principio como un obispo modelo.


Se dedicó a visitar las parroquias, predicando y dando catecismo hasta la extenuación de sus fuerzas, con una caridad sin límites para con los necesitados. A la muerte de Clemente VIII (1605), Belarmino tuvo que regresar a Roma, donde volvió a ocupar un papel de primer orden dentro de la Curia. Moriría en 1621. Su cuerpo descansa en la iglesia de San Ignacio, no lejos de aquel hijo espiritual suyo de otros tiempos, San Luis Gonzaga.





Oremos


Señor Dios, tú que, para defender la fe de la Iglesia y promover su renovación espiritual, diste a San Roberto Belarmino una ciencia y una fortaleza admirables, concédenos, por la intercesión de este insigne doctor de la Iglesia, conservar y vivir siempre en toda su integridad el mensaje evangélico al que él consagró toda su vida.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

"Her many sins have been forgiven"

DAILY GOSPEL: 16/09/2010


Thursday of the Twenty-fourth week in Ordinary Time


First Letter to the Corinthians 15:1-11.
Now I am reminding you, brothers, of the gospel I preached to you, which you indeed received and in which you also stand.
Through it you are also being saved, if you hold fast to the word I preached to you, unless you believed in vain.
For I handed on to you as of first importance what I also received: that Christ died for our sins in accordance with the scriptures;
that he was buried; that he was raised on the third day in accordance with the scriptures;
that he appeared to Kephas, then to the Twelve.
After that, he appeared to more than five hundred brothers at once, most of whom are still living, though some have fallen asleep.
After that he appeared to James, then to all the apostles.
Last of all, as to one born abnormally, he appeared to me.
For I am the least of the apostles, not fit to be called an apostle, because I persecuted the church of God.
But by the grace of God I am what I am, and his grace to me has not been ineffective. Indeed, I have toiled harder than all of them; not I, however, but the grace of God (that is) with me.
Therefore, whether it be I or they, so we preach and so you believed.

Psalms 118(117):1-2.16-17.28.
Give thanks to the LORD, who is good, whose love endures forever.
Let the house of Israel say: God's love endures forever.
the LORD'S right hand is raised; the LORD'S right hand strikes with power."
I shall not die but live and declare the deeds of the LORD.
You are my God, I give you thanks; my God, I offer you praise.

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Luke 7:36-50.
A Pharisee invited him to dine with him, and he entered the Pharisee's house and reclined at table.
Now there was a sinful woman in the city who learned that he was at table in the house of the Pharisee. Bringing an alabaster flask of ointment,
she stood behind him at his feet weeping and began to bathe his feet with her tears. Then she wiped them with her hair, kissed them, and anointed them with the ointment.
When the Pharisee who had invited him saw this he said to himself, "If this man were a prophet, he would know who and what sort of woman this is who is touching him, that she is a sinner."
Jesus said to him in reply, "Simon, I have something to say to you." "Tell me, teacher," he said.
Two people were in debt to a certain creditor; one owed five hundred days' wages and the other owed fifty.
Since they were unable to repay the debt, he forgave it for both. Which of them will love him more?"
Simon said in reply, "The one, I suppose, whose larger debt was forgiven." He said to him, "You have judged rightly."
Then he turned to the woman and said to Simon, "Do you see this woman? When I entered your house, you did not give me water for my feet, but she has bathed them with her tears and wiped them with her hair.
You did not give me a kiss, but she has not ceased kissing my feet since the time I entered.
You did not anoint my head with oil, but she anointed my feet with ointment.
So I tell you, her many sins have been forgiven; hence, she has shown great love. But the one to whom little is forgiven, loves little."
He said to her, "Your sins are forgiven."
The others at table said to themselves, "Who is this who even forgives sins?"
But he said to the woman, "Your faith has saved you; go in peace."
Lc 7,36-50
Commentary of the day 
An anonymous Syrian writer of the 6th century
From a collection of anonymous homilies on the sinful woman, 1, 4.5.19.26.28 (Orient syrien, 7, 1962, 180-181. 189. 193. 194)
"Her many sins have been forgiven"
A sinful woman has proclaimed to us that God's love has gone forth in search of sinners. For when he called her, Christ was inviting our whole race to love; and in her person he was drawing all sinners to his forgiveness. He spoke to her alone, but he was drawing all creation to his grace...

Who would not be struck by the mercy of Christ, who accepted an invitation to a Pharisee's house in order to save a sinner! For the sake of the woman who hungered for forgiveness, he himself felt hunger for the table of Simon the Pharisee; and all the while, under the guise of a meal of bread he had prepared for the sinner a meal of repentance!...

In order that you may have the same experience, reflect within yourself that your sin is great; but that it is blasphemy against God and damage to yourself to despair of his forgiveness because your sin seems to you to be too great. He has promised to forgive your sins, however many they are; will you tell him you cannot believe this and dispute with him, saying that your sin is too great; he cannot heal your sickness? Stop at this point, and cry out with the prophet, «Lord, I have sinned against you» (Ps 51[50],6). At once he will reply, "As for me, I have overlooked your fault: you shall not die." Glory to him from all of us, for all the ages. Amen.


Thursday, 16 September 2010

Saint Cyprian, Bishop, Martyr and Saint Cornelius, Pope and Martyr



SAINT CORNELIUS
Pope and Martyr
(?-253)
         Saint Cornelius became Bishop of Rome in 251. He fought against the Novatianschismatics and with the help of Cyprian was able to enforce his authority.  He was exiled by Emperor Gallus, and died in exile in 253 in Civitavecchia. His body was brought to Rome where he was buried in the cemetery of Saint Callistus.
SAINT CYPRIAN 
Bishop and Martyr
(c. 210-258)
            Cyprian was an African of noble birth, but of evil life, a pagan, and a teacher of rhetoric. In middle life he was converted to Christianity, and shortly after his baptism was ordained priest, and made Bishop of Carthage, notwithstanding his resistance. When the persecution of Decius broke out, he fled from his episcopal city, that he might be the better able to minister to the wants of his flock, but returned on occasion of a pestilence. Later on he was banished, and saw in a vision his future martyrdom.              Being recalled from exile, sentence of death was pronounced against him, which he received with the words "Thanks be to God." His great desire was to die whilst in the act of preaching the faith of Christ, and he had the consolation of being surrounded at his martyrdom by crowds of his faithful children. He was beheaded on the 14th of September, 258, and was buried with great solemnity. Even the pagans respected his memory.  
God our Father, in Saints Cornelius and Cyprian you have given your people an inspiring example of dedication to the pastoral ministry and constant witness to Christ in their suffering. May theirs prayers and faith give us courage to work for the unity of our Church. Grant this through our Lord Jesus Christ, your Son, who lives and reigns with you and the Holy Spirit, one God, for ever and ever.

«Sus pecados, sus muchos pecados están perdonados»

EVANGELIO DEL DÍA: 16/09/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Jueves de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario


Carta I de San Pablo a los Corintios 15,1-11.
Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles.
Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.
Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura.
Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura.
Se apareció a Pedro y después a los Doce.
Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto.
Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles.
Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.
Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.

Salmo 118(117),1-2.16-17.28.
¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!
la mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas".
No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor.
Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias; Dios mío, yo te glorifico.

Evangelio según San Lucas 7,36-50.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él.
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.
Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?".
Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor".
Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados".
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?".
Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz". 
Lc 7,36-50
Leer el comentario del Evangelio por 
Un autor siríaco anónimo del siglo VI
Homilías anónimas sobre la pecadora, 1, 4.5.19.26.28
«Sus pecados, sus muchos pecados están perdonados»
     Una mujer pecadora nos proclama el amor de Dios que sale a buscar a los pecadores. Porque llamándola a ella Cristo invita al amor a toda nuestra raza pecadora; y en su persona es a todos los pecadores a quienes ha atraído al perdón. Él habló a ella sola, pero invitaba a su gracia a la creación entera...

     ¿Quién no se verá afectado por la misericordia de Cristo que para salvar a una pecadora acepta la invitación de un fariseo? Por aquella que está hambrienta de perdón, él mismo quiere tener hambre de la mesa de Simón, el fariseo, ya que, bajo la apariencia de una mesa de pan, tenía preparada una mesa de arrepentimiento...

     Para que te suceda igualmente, toma conciencia de la grandeza de tu pecado, pero desesperar de ser perdonado porque tu pecado te parece demasiado grande, es blasfemar contra Dios y engañarte a ti mismo. Porque si él te ha prometido el perdón de tus pecados, por grande que sea el número de ellos, ¿le dirás tú que no puedes creerlo y añadir: «Mi pecado es demasiado grande para que lo perdones; tú no puedes curar mis enfermedades»? Si estás ahí, párate y grita con el profeta: «He pecado contra ti, Señor» (2S 12,13). Y él te responderá inmediatamente: «Yo he pasado por encima tu falta; no morirás». A él la gloria por todos nosotros por los siglos. Amén.



jueves 16 Septiembre 2010

San Cipriano



San Cripriano 
Obispo de Cartago y mártir. Año 258.  Había nacido en el año 200 en Cartago (norte de Africa) y se dedicó a la labor de educador, conferencista y orador público. Tenía una inteligencia privilegiada, una gran habilidad para hablar en público, y una personalidad brillante y simpática que le conseguía un impresionante ascendiente sobre los demás.   Llegado a la mayoría de edad se convirtió al cristianismo por el ejemplo y las palabras de un santo sacerdote llamado Cecilio.

Se hizo bautizar y una vez bautizado hizo el juramento de permanecer siempre casto, y de no contraer matrimonio (celibato se llama a este modo de vivir). A las gentes les llenó de admiración el tal voto o juramento, porque esto no se acostumbraba en aquellos tiempos.   Desde su conversión, descubrió Cipriano que la S. Biblia contiene tesoros maravillosos de buenas enseñanzas y se dedicó con toda su brillante inteligencia a estudiar este Libro Santo y a leer los comentarios que los antiguos santos habían escrito, respecto de la Sagrada Escritura.

Hizo el sacrificio de renunciar a sus literatos mundanos que tanto le agradaban antes, y en adelante ya nunca citará ni siquiera una frase de un autor que no sea cristiano católico. Escribió un comentario acerca del Padrenuestro, tan bello, que hasta ahora no ha sido superado por otro autor.   Fue ordenado sacerdote, y en el año 248 al morir el obispo de Cartago, el pueblo y los sacerdotes aclamaron a Cipriano como el más digno para ser el nuevo obispo de la ciudad.

El se resistía y quería huir o esconderse, pero al fin se dio cuenta de que era inútil oponerse al querer popular y aceptó tan importante cargo, diciendo: "Me parece que Dios ha expresado su voluntad por medio del clamor del pueblo y de la aclamación de los sacerdotes". Y llegó a ser el más importante de todos los obispos que tuvo Cartago.   Un escritor de ese tiempo dejó este retrato de la bondad y venerabilidad de Cipriano: "Era majestuoso y venerable, inspiraba confianza a primera vista y nadie podía mirarle sin sentir veneración hacia él.

Tenía una agradable mezcla de alegría y venerabilidad, de manera que los que lo trataban no sabían qué hacer más: si quererlo o venerarlo, porque merecía el más grande respeto y el mayor amor".   En el año 251 el emperador Decio decreta una terrible persecución contra los cristianos. Le interesaba sobre todo acabar con los obispos y destruir los libros sagrados. Y para que el mal a la religión sea mayor invita a todos los que quieren renegar de la religión cristiana a que quemen incienso ante los dioses y ya con eso quedan perdonados.

Muchísimos caen en esta trampa, y con tal de no perder sus bienes, su libertad y su vida misma, queman incienso ante las imágenes de los ídolos paganos, y reniegan de la santa religión. El mal es inmenso.   El año 252, llega la peste de tifo negro a Cartago y empiezan a morir cristianos por centanares y quedan miles de huérfanos. El obispo Cipriano se dedica a repartir ayudas a los que han quedado en la miseria. Vende todo lo más valioso que hay en su casa episcopal, y pronuncia unos de los sermones más bellos que se han compuesto en la Iglesia Católica acerca de la limosna.

Todavía hoy al leer tan emocionantes sermones, siente uno un deseo inmenso de dedicarse a ayudar a los necesitados. Sus oyentes se conmovieron al escucharle tan impresionantes enseñanzas y fueron generosísimos en auxiliar a las víctimas de la epidemia.

El año 257 el emperador Valeriano decretó una violentísima persecución contra los cristianos. Pena de destierro para todo creyente que asistiera a un acto de culto cristiano, y pena de muerte para cualquier obispo o sacerdote que se atreviera a celebrar una ceremonia religiosa.

A Cipriano le decretan pena de destierro, pero como donde quiera que vaya sigue celebrando ceremonias religiosas, en el año 258 le decretan pena de muerte. Se conservan las actas de la última audiencia que los jueces le hicieron para condenarlo al martirio.




Oremos  

Señor, tú que en los Santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos, por su valiosa intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.