De Corazón a corazón: Mi 2,1-5 ("Ay de aquellos que meditan iniquidad"); Mt 12,14-21 ("Le siguieron muchos y los curó a todos… En su nombre pondrán las naciones su esperanza")

Contemplación, vivencia, misión: Jesús será siempre "signo de contradicción" (Lc 2,34) porque es signo de "esperanza" verdadera. Esperar en él es confiar y también tender o abrirse gozosamente a su persona, presente en los hermanos. Seguirle significa entrar en relación íntima con él, para aceptar su mensaje de salvación. Él sana las heridas del corazón y de la sociedad. Pero el precio es el amor de donación, haciéndose pan partido para los demás. Si las preferencias propias se anteponen a su amor, entonces es prácticamente imposible recibir su luz y su sanación. Las contradicciones personales y comunitarias proceden siempre de un corazón dividido y enfermo, que antepone su propio proyecto al proyecto de Dios.

* En el día a día con la Madre de Jesús: La presencia de Jesús, que nos acompaña siempre, unifica el corazón y nos comunica su modo de mirar las cosas y de afrontar los acontecimientos. Su luz deslumbra porque abre el corazón a un más allá: "He aquí a tu Madre" (Jn 19,27), déjate formar en su corazón abierto al "sí" de totalidad.