EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 1 de septiembre de 2010

"Do not be afraid; from now on you will be catching men."

DAILY GOSPEL: 02/09/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


Thursday of the Twenty-second week in Ordinary Time


First Letter to the Corinthians 3:18-23.
Let no one deceive himself. If any one among you considers himself wise in this age, let him become a fool so as to become wise.
For the wisdom of this world is foolishness in the eyes of God, for it is written: "He catches the wise in their own ruses,"
and again: "The Lord knows the thoughts of the wise, that they are vain."
So let no one boast about human beings, for everything belongs to you,
Paul or Apollos or Kephas, or the world or life or death, or the present or the future: all belong to you,
and you to Christ, and Christ to God.

Psalms 24(23):1-2.3-4.5-6.
A psalm of David. The earth is the LORD'S and all it holds, the world and those who live there.
For God founded it on the seas, established it over the rivers.
Who may go up the mountain of the LORD? Who can stand in his holy place?
"The clean of hand and pure of heart, who are not devoted to idols, who have not sworn falsely.
They will receive blessings from the LORD, and justice from their saving God.
Such are the people that love the LORD, that seek the face of the God of Jacob." Selah

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Luke 5:1-11.
While the crowd was pressing in on Jesus and listening to the word of God, he was standing by the Lake of Gennesaret.
He saw two boats there alongside the lake; the fishermen had disembarked and were washing their nets.
Getting into one of the boats, the one belonging to Simon, he asked him to put out a short distance from the shore. Then he sat down and taught the crowds from the boat.
After he had finished speaking, he said to Simon, "Put out into deep water and lower your nets for a catch."
Simon said in reply, "Master, we have worked hard all night and have caught nothing, but at your command I will lower the nets."
When they had done this, they caught a great number of fish and their nets were tearing.
They signaled to their partners in the other boat to come to help them. They came and filled both boats so that they were in danger of sinking.
When Simon Peter saw this, he fell at the knees of Jesus and said, "Depart from me, Lord, for I am a sinful man."
For astonishment at the catch of fish they had made seized him and all those with him,
and likewise James and John, the sons of Zebedee, who were partners of Simon. Jesus said to Simon, "Do not be afraid; from now on you will be catching men."
When they brought their boats to the shore, they left everything and followed him.
 Lc 5,1-11
Commentary of the day 
Ludolph of Saxony (c.1300-1378), Dominican then Carthusian at Strasbourg
The life of Jesus Christ, I, ch. 29, 9-11
"Do not be afraid; from now on you will be catching men."
Peter threw himself humbly at Jesus' feet. Recognising his Lord in him, he said: «Depart from me, Lord, for I am a sinful man and am not worthy to stay with you. Depart from me, for I am only a man and you are the God-man; I am sinful and you are holy; I am a servant, you the Master. Let distance separate you from me who am distanced from you by the weakness of my nature, the ugliness of my sins and the weakness of my strength...»

       But the Lord comforted Peter by showing him the catch of fish that showed how he would become a fisher of men. «Do not be afraid,» he said to him, «Do not be frightened but believe and rejoice. For you are destined for an even greater catch; another kind of boat and another kind of net will be given you. Hitherto you have caught fish with your nets but from now on you will catch men with your words. The word of God is like a fisherman's bait. Just as the hook does not catch the fish until it has been taken by it, so the word of God does not capture a man for eternal life unless this word has first of all entered his thoughts. From now on it is men you will catch. 'From now on': that is to say, after all that has taken place, after the proof of your humility, you will be responsible for catching men. For humility has the force of attraction and it is good to know how not to boast in one's own power if one is to have authority over others.


Thursday, 02 September 2010

Bl. Ingrid of Sweden († 1282)



Blessed Ingrid of Sweden
Widow and Religious
(† 1282)
        Ingrid Elovsdotter was born in Skänninge, Sweden, in the 13th century. Following the death of her husband, she resolved to consecrate the rest of her life to God. She placed herself under the spiritual direction of Peter of Dacia, a Dominican priest.
        She was the first Dominican nun in Sweden and in 1281 after making a pilgrimage to Rome she founded the first Dominican cloister, called St. Martin's in Skänninge.
        She died in 1282 surrounded by an aura of sanctity.

«No temas: desde ahora serás pescador de hombres»

EVANGELIO DEL DÍA: 02/09/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Jueves de la XXII Semana del Tiempo Ordinario


Carta I de San Pablo a los Corintios 3,18-23.
¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios. En efecto, dice la Escritura: El sorprende a los sabios en su propia astucia,
y además: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos.
En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes:
Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes,
pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.

Salmo 24(23),1-2.3-4.5-6.
Salmo de David. Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes,
porque él la fundó sobre los mares, él la afirmó sobre las corrientes del océano.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente:
él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

Evangelio según San Lucas 5,1-11.
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".
Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador".
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido;
y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres".
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. 
Lc 5,1-11
Leer el comentario del Evangelio por 
Ludolfo de Saxe (hacia 1300-1378), dominico y después cartujo en Estrasburgo
La vida de Jesucristo, I, c. 29, 9-11
«No temas: desde ahora serás pescador de hombres»
     Pedro se echa humildemente a los pies de Jesús. Lo reconoce como a su Señor y le dice: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador» y no soy digno de permanecer en tu compañía. Apártate de mí porque soy solamente un hombre y tú eres el Hombre-Dios, yo soy pecador y tú santo, soy un servidor y tú eres Señor. Que una distancia te separe de mí porque estoy separado de ti por la fragilidad de mi naturaleza, la fealdad de mis faltas y la debilidad de mi poder...

     Pero el Señor consuela a Pedro enseñándole que la redada de peces tan grande significa que hará de él un pescador de hombres. «No temas» le dice, no te asustes; más bien cree y regocíjate porque estás destinado a una pesca mucho mayor; se te darán otra barca y otras redes. Hasta este momento has cogido peces con las redes, de ahora en adelante será por la palabra que cogerás hombres. Por la sana doctrina los atraerás hacia el camino de la salvación porque has sido llamado a prestar el servicio de la predicación. La palabra de Dios se parece al anzuelo del pescador. Igual que el anzuelo no coge al pez sino después que éste haya sido cogido por él, así la palabra de Dios no coge al hombre para la vida eterna si no es que primero esa palabra ha penetrado en su espíritu. A partir de ahora son hombres los que tú cogerás. A partir de ahora, es decir, después de lo que ha pasado, después del testimonio de tu humildad, te encargarás de coger a hombres; porque la humildad tiene una fuerza de atracción muy grande, y para poder mandar a otros es bueno saber que nadie se puede gloriar de su propio poder. 



jueves 02 Septiembre 2010

Santa Dorotea de Capadocia



En Cesarea de Capadocia a fines del Siglo III, nació Dorotea, cuando Diocleciano, a nombre del Emperador Maximiano Galerio, regía los destinos del imperio romano.

Dorotea era cristiana, amaba y servía al verdadero Dios y le honraba con el ayuno y la oración Era muy atractiva, mansa, humilde, pero sobre todo, prudente y sabia. Quienes la conocían, se maravillaban de sus dones y glorificaban a Dios por su sierva. Por su amor perfecto a Cristo alcanzó la corona de la virginidad inmaculada y la palma del martirio.

La fama de la santidad de Dorotea llegó a oídos del perseguidor de los cristianos Saprizio, el Prefecto, quien mandó a apresarla para interrogarla.
Cuando se instaló el tribunal, trajeron a Dorotea quien, después de haber elevado su oración ante Dios, se mantuvo firme delante del Prefecto.

- ¿Cómo te llamas?” , le preguntó.
- “Mi nombre es Dorotea”, respondió la joven.

Saprizio dijo: “He mandado traerte para que ofrezcas sacrificios a los dioses inmortales, según la ley de nuestros augustos príncipes”.

Respondió Dorotea: “El Dios que está en el cielo es la augusta Majestad, sólo a Él sirvo: Adorarás al Señor, tu Dios y a él sólo servirás. Los dioses que no crearon el cielo y la tierra, perecerán de la tierra. Pues bien, a qué emperador debemos obedecer, al terrenal o al celestial, a Dios o a un hombre. Los emperadores son hombres mortales como lo fueron también estos dioses, de los cuales adoráis sus imágenes”.

Saprizio añadió: “Si quieres regresar sana y salva, cambia tu decisión y ofrece el sacrificio a los dioses, de lo contrario te haré castigar por las leyes más severas, para escarmiento de los demás”.

“Ante esto -replicó Dorotea- daré testimonio de temor de Dios, para que todos aprendan a temer a Dios y no a los hombres airados que, como criaturas irracionales o perros rabiosos, se lanzan contra los hombres inocentes, se agitan, se inquietan, ladran insolentes y los desgarran con mordeduras”.
Saprizio dijo. “Veo que estás resuelta a mantenerte firme en tu confesión inútil y quieres morir. Escúchame, y ofrece sacrificios para que escapes del “potro” (caballete de torturas).

Esas torturas son pasajeras, pero los tormentos del infierno son eternos. Para escapar de la pena eterna, no temo estos sufrimientos, pues Jesús dijo: “No temáis los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma, temed más bien a Aquel que puede herir el cuerpo y el alma en el infierno” , dijo Dorotea.
Saprizio replicó: “Entonces teme a los dioses y ofréceles sacrificios, para evitar el castigo de su ira”.

Pero ella dijo: “De ningún modo me convencerás, esos dioses son los espíritus de hombres vanos que vivieron torpemente y murieron como seres irracionales, porque no conocieron al Creador del cielo y de la tierra, del mar y de todas las cosas. Las almas de tus ídolos cuya imagen impresa en metales adoráis, arden en el fuego, donde también irán los que negaron al Creador”.

Saprizio se encendió en cólera y dijo a los verdugos: “Ponedla en el potro, atormentadla hasta que ofrezca el sacrificio a los dioses”.

La sierva de Dios inmutable y firme, le interpeló: “¿Qué esperas? Haz lo que debes hacer, así podré ver a Aquel por cuyo amor no temo la muerte ni los tormentos”.

Saprizio añadió: “¿Pero, quién es Aquel que tu deseas?”.

“Cristo, el Hijo de Dios”, respondió Dorotea.

Y ¿dónde está Cristo? preguntó Saprizio.

Dorotea respondió: Si creemos en su Omnipotencia, Él está en todas partes; si miramos en cambio su Humanidad santísima, profesamos que el Hijo de Dios subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios Padre omnipotente, desde allí, verdadero y único Dios con el Padre y con el Espíritu Santo, nos invita al Paraíso de sus delicias, donde los árboles siempre están cargados de frutas. En toda las estaciones florecen los lirios, las rosas, verdean los campos los montes, las colinas se adornan, el agua fluye dulcemente y las almas de los santos gozan en Cristo. Si creyeses lo que yo creo, también tú podrías entrar en el Paraíso de las delicias de Dios”.

Saprizio sentenció: “Olvídate de esas pequeñeces, ofrece incienso a los dioses, cásate y disfruta en esta vida sino perecerás como tus padres”.

Conversión y martirio de Crista y Calixta

Después de esto, Saprizio llamó a dos hermanas Crista y Calixta quienes, poco antes habían apostatado y les ordenó: “Así como vosotras abandonasteis la vanidad y la superstición cristiana y ya adoráis a los dioses invictos, por lo cual os recompensé; ahora debéis inducir a Dorotea a renunciar de su necedad, os premiaré con mejores regalos”.

Llevaron a su casa a Dorotea y trataron de persuadirle: “Acepta lo que te dice el juez, y te librarás del peligro de las penas como nosotras. No desperdicies tu vida con los tormentos y la muerte”.

Dorotea, con dulzura, les reprochó: “Oh, si escuchaseis mi consejo, os arrepentiríais de haber ido tras los dioses falsos, pero el Señor es bueno y misericordioso hacia quienes se convierten a Él de todo corazón”.
Crista y Calixta se conmovieron: “Pero si ya hemos matado a Cristo en nuestro corazón, cómo lo resucitaremos?”.

Dijo Dorotea: “Pecado más grande es desesperar de la misericordia del Señor que ofrecer sacrificios a los ídolos. No desesperéis porque el Señor puede curar vuestras llagas. No hay llaga que El no pueda sanar. Es Salvador porque salva; es Redentor porque redime; liberador porque no cesa de liberar. Arrepentíos de corazón, tened fe y seréis perdonadas”.

Las dos mujeres se arrojaron a sus pies, bañadas en lágrimas y le suplicaron su intercesión para ofrecer a Dios su arrepentimiento y alcanzar el perdón.
Dorotea elevó su oración conmovida por las lágrimas: “Oh Señor que has dicho, “No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.” Y “hay mayor fiesta en los cielos por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no han pecado”, muestra tu piedad hacia quienes el Demonio te había arrebatado. Vuelve a llamarlas a tu grey para que con su ejemplo, regresen a Ti todos los que se alejaron de tu amor”.

Mientras así oraba, el Prefecto mandó traer a Crista y Calixta para averiguar si habían logrado replegar el ánimo de Dorotea.

Ellas respondieron: “Estabamos equivocadas, habíamos obrado inicuamente al ofrecer sacrificios a los dioses falsos por miedo a las penas y dolores pasajeros; pero ya nos hemos arrepentido para alcanzar el perdón de Dios”.
Entonces Saprizio, se rasgó sus vestidos y ordenó furioso que las amarrasen juntas de espaldas y las pusieran en el suplicio de la copa, si no adoraban a los dioses, mas, ellas elevaron su oración: “Señor Jesús, acepta nuestro arrepentimiento y concédenos tu perdón.” Y repitiendo esta confesión fueron torturadas y quemadas vivas.

Dorotea les animaba: “Id al cielo, con la certeza del perdón de vuestros pecados, sabed que habéis recuperado la palma del martirio que habías perdido. Viene a abrazaros el Padre, alegre por el hijo perdido y hallado”.

Muerte de Dorotea

Luego, Dorotea al ser torturada nuevamente, comprendió que había llegado por fin su anhelada aspiración. Subió feliz al tormento porque, aquellas almas que el Demonio había raptado de Dios, en ese momento, habían sido reconquistadas.
Dijo a Saprizio “En el cielo hay una gran fiesta; gozan los Angeles, se alegran los Arcángeles, exultan los Apóstoles, los Mártires y todos los Profetas. Apresúrate, haz pronto lo que debes hacer, para poder unirme a la alegría y gozo de los santos”.

Entonces Saprizio hizo aplicar en los costados de la joven, antorchas encendidas, y luego la hizo abofetearla hasta desfigurar la cara. Finalmente dictó la sentencia de muerte: “A Dorotea, joven muy soberbia que se negó a adorar a los dioses inmortales para salvar su vida y más bien, quiso resueltamente morir por no sé qué hombre que se llama Cristo, ordeno la pena de muerte a espada”.

Dorotea exclamó dichosa: “Te agradezco, oh Amado de las almas, porque me invitas a tu Paraíso y a las nupcias celestiales”.

Mientras salía del pretorio, Teófilo, el abogado de Saprizio, en forma irónica le dijo: “Oh tú, esposa de Cristo, mándame rosas y manzanas del paraíso de tu esposo.” Dorotea le respondió: “Sí, te las mandaré”.

Al llegar al lugar del suplicio, oró un instante, y se realizó el prodigio: apareció un niño con tres manzanas y tres rosas. Dorotea le ordenó: “Llévalas a Teófilo y dile: “He aquí, te mando del Paraíso lo que me has pedido”.
Enseguida, la joven fue degollada, y, circundada con la gloria del martirio, fue al encuentro de Cristo.

Conversión y muerte de Teófilo

Teófilo, aún estaba burlándose de la promesa de Dorotea, cuando en ese mismo instante apareció el niño con las manzanas y rosas: “He aquí, Dorotea desde el paraíso de su Esposo te manda estos dones”. Era el mes de Febrero.

Teófilo los tomó y exclamó en alta voz: “Cristo es el verdadero Dios, no hay en Él ningún engaño”.

Le dijeron los compañeros: “¿Te has vuelto loco”, Teófilo, o bromeas?; “No me he vuelto loco, ni intento bromear- dijo- tengo razones para creer en el verdadero Dios. Mirad, Capadocia está inmersa en un frío glacial, ningún arbusto está revestido de su verde follaje, de dónde creéis que vengan estas manzanas y rosas magníficas?”.

Bienaventurados los que creen en Cristo; los que sufren por su Nombre. Él es el verdadero Dios y quien cree en Él, es un verdadero sabio”.

Con estas palabras, los compañeros fueron ante el Magistrado: “Tu abogado Teófilo que luchó y persiguió a los cristianos hasta la muerte, está alabando y bendiciendo el nombre de no sé qué Jesucristo y muchos creen en su predicación”.

Teófilo confesó: “Alabo a Cristo a quien hasta hoy, he negado”. Le dijo el Magistrado: “Me sorprende que tú, hombre prudente, pronuncies ese nombre, si antes habías perseguido a cuantos lo nombraban”. Teófilo respondió: “Ahora creo que Él es el verdadero Dios porque me sacó del error y me condujo a la vía recta.”

Añadió el Magistrado: “Todos crecen en la sabiduría, los sabios llegan a ser más sabios; tú en cambio, de sabio te haces ignorante, llamas Dios a Aquel que fue crucificado por los judíos según dicen los cristianos”.

Dijo Teófilo: “He oído que fue crucificado y por esto, en mi error, creía que no fuese Dios, pero me arrepiento de mis pecados y blasfemias, y profeso que Cristo es Dios”.

Continuó el Magistrado “Y dónde y cómo te has hecho cristiano, si hasta hoy habías adorado a nuestros dioses?”. Contestó Teófilo: “Desde el momento en que he pronunciado el nombre de Cristo, he creído en Él, me he convertido en cristiano. Creo con todo mi corazón en Cristo inmortal, Hijo de Dios, predico su Nombre santo, inmaculado, en el cual no hay engaño como en tus dioses”. “¿Quieres decir que nuestros dioses son impostores?” preguntó Saprizio.

Teófilo dijo: “Mentiría si digo que no hay falsedad en estos simulacros que el hombre ha tallado de la madera, ha fundido del bronce, ha limado del hierro, ha modelado del plomo, custodiados por los mochuelos, entretejidos por las telas de araña en cuyas partes cóncavas hacen nidos los ratones. Como no te miento, es justo que tú aceptes la Verdad y te liberes de la falsedad. Y como tú juzgas a los mentirosos, es necesario que te liberes de la mentira y te conviertas a la verdad que es Cristo”.

El Magistrado dijo: “Infeliz Teófilo, quieres morir de una muerte execrable. Si persistes en tu necedad, ordenaré que te den una muerte con crueles suplicios ”.

Respondió Teófilo: “Yo deseo encontrar la verdadera vida. Ya he tomado esta decisión y estoy resuelto a ello.”

Cuando estuvo en el caballete de tormentos exclamó: “ahora soy verdadero cristiano porque estoy en la cruz. (la forma del potro era como una cruz) Gracias, Oh Cristo, porque me has concedido ser elevado en tu madero”.

Luego laceraron sus costados con garfios de hierro y los quemaron con antorchas encendidas. Antes de ser decapitado entregó su espíritu con esta oración: “Oh Cristo, Hijo de Dios, creo en Ti: inscríbeme en el número de tus santos”.