EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 31 de agosto de 2014

“¿Estos no son hombres?” Silencio oficial del Vaticano ante el genocidio de Gaza » Redes Cristianas

"¿Estos no son hombres?" Silencio oficial del Vaticano ante el genocidio de Gaza » Redes Cristianas

"¿Estos no son hombres?" Silencio oficial del Vaticano ante el genocidio de Gaza

"No es una guerra, es un genocidio", decíamos en el anterior editorial sobre Gaza. Es un genocidio, volvemos a repetir ahora después de  un mes de violencia y destrucción. El ensañamiento de Israel contra Gaza poco tiene que  envidiar al exterminio que hicieron sus antepasados en las bíblicas ciudades  de  Jericó y de Ay. La violencia practicada contra Gaza ha dejado  cerca de 2000 personas muertas, la mayoría de población civil  de la que una tercera parte son niños y niñas, y más de 9.000 personas heridas, muchas de gravedad, medio millón de desplazados y unas 5.000 viviendas arrasadas. Israel, entre tanto,  ha perdido 64 militares y 3 civiles. 

La masificación en los refugios, gestionados por la ONU, y el estrangulamiento de los servicios básicos están complicando las tareas destinadas a cubrir las imperiosas necesidades de los humanos.  Un millón y medio de personas no tiene acceso al agua y la falta de electricidad está afectando a los servicios de distribución de agua, saneamiento y salud. A juicio de June Kunugi, representante de UNICEF en  Palestina, "elcosto humano y material —de esta que Israel llama Operación Margen Protector—  no se puede describir con palabras".

Como seres humanos nos humilla e indigna el cinismo de las grandes potencias  que, por intereses geoestratégicos,  están directa o veladamente amparando este genocidio de Israel contra la  población indefensa   recluida  en la franja de Gaza. Venderle armas y estar pidiendo al mismo tiempo ayuda humanitaria es éticamente inaceptable; entregar anualmente 3.000 millones de dólares, como hace EE.UU. con el silencio culpable de la UE, para recompensar el trabajo sucio que Israel está haciendo en la zona, es vergonzante. No se puede encubrir tanta desvergüenza bajo el político recurso del "derecho a defenderse de un país agredido". Este no es el caso. Tampoco lo son las otras agresiones que el imperio ha llevado o está llevando a cabo en  Irak, Siria, Ucrania y tantos otros lugares del planeta.

Desde Redes Cristianas, además del apoyar a las víctimas y condenar sin paliativos el genocidio, además de exigir a nuestros gobiernos el cese del envío de armas, ruptura de relaciones culturales, comerciales y diplomáticas y boicot a los productos de Israel mientras dure el conflicto —y mantenga la ocupación del 78% de las tierras palestinas, los asentamientos y el muro—,  nos cuestionamos el clamoroso silencio de Roma, y más aún de la Conferencia Episcopal Española  ante una catástrofe de tal magnitud. ¡Como si todo se hubiera hecho ya con la visita a los lugares en conflicto y el poético rezo de sus líderes en los jardines del Vaticano! Ante una situación similar en 1511 y ante la presencia del entonces encomendero fray Bartolomé de las Casas, fray Antonio de Montesinos pronunció un sermón memorable que cambió la historia de la conquista: "¿Con qué derecho y justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Estos no son hombres?".  Por el dolor que nos causa este silencio en un mundo falto de un referente moral que creíamos estaba emergiendo desde el Vaticano, traemos hoy el recuerdo de Montesinos mirando a Gaza: ¿No están exigiendo estas víctimas de Gaza algún gesto profético y urgente desde el Vaticano? ¿Seguirán guardando silencio los obispos españoles, tan locuaces a otros propósitos, ante este infanticidio y este crimen contra la humanidad?



stagduran
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Tomar la Cruz para seguir a Jesucristo.

TOMAR LA CRUZ PARA SEGUIR A CRISTO

 Fray Rufino fue uno de los primeros seguidores de San Francisco, también oriundo de la ciudad de Asís. Venía de una familia noble, era primo de Santa Clara. Era tímido e introvertido, y le batallaba parar ir por limosnas y para predicar. La inconformidad que fue engendrando por eso, dio pie a que el demonio le pusiera una tentación. Disfrazado de ángel de luz, le dijo que Francisco estaba condenado y todos los que tuvieran trato con él. Por lo tanto, Fr Rufino se alejó de la fraternidad, y se fue a vivir como ermitaño al monte. Pero Francisco se preocupó por él y fue a buscarlo. Y aunque el fraile engañado trató de eludirlo, finalmente  Francisco logró hablar con él. Cuando le dijo lo que estaba pasando, Francisco le dijo que era una tentación del demonio, y que para probarlo, la próxima vez que le hablara le dijera un insulto, cosa que el demonio por ser tan soberbio no soporta.  Y en efecto así pasó, cuando el demonio volvió y quiso regañar a Fr Rufino por hablar con Francisco, le dijo un insulto que hizo que el demonio se alejara haciendo mucho barullo. Fr Rufino volvió rápidamente con los frailes, y aprendió a no caer en esas tentaciones del maligno.

 San Francisco nos advierte en uno de sus escritos: "Y guardémonos mucho de la malicia y astucia de Satanás, que quiere que el hombre no tenga su mente y su corazón vueltos a Dios. Y, acechando en torno, desea apoderarse del corazón del hombre, con pretexto de alguna merced o favor, y ahogar la palabra y los preceptos del Señor borrándolos de la memoria, y quiere cegar, por medio de negocios y cuidados de la vida diaria, el corazón del hombre, y habitar en él."

 La semana pasada veíamos en el Evangelio como Pedro recibía las llaves del reino de los cielos, y muchas promesas divinas. En esta lo vemos ser llamado "satanás" por el mismo Jesús, ya que se deja llevar por los criterios humanos contrarios a los proyectos divinos. Y es que el demonio es tan sutil en su manera de tentar al hombre para alejarlo de los caminos de Dios.

 Los caminos de Dios son cuesta arriba, y son exigentes. Cuesta seguir a Jesús como él nos lo pide: " El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga" Y cuesta, precisamente porque vale.  ¿De que nos serviría ganar el mundo entero, si cuando llegue la muerte a nuestra vida vamos a quedar vacíos de toda obra buena, con las que se puede obtener la vida eterna?  Ante ese juicio eterno que nos aguarda, ya no hay negociación posible… no podemos ya dar nada a cambio de nuestra vida. 

 Qué bueno que como Jeremías nos dejáramos seducir por el infinito amor de Dios, y que como nos pide San Pablo, nos ofreciéramos como una hostia viva y agradable a Dios, distinguiendo claramente lo que es la voluntad de Dios.

 Que cuando venga el hijo del hombre, rodeado de la gloria de su Padre y en compañía de sus ángeles, podamos recibir como premio a nuestras obras la vida eterna. 

 

Vale la pena tomar la cruz, y seguir a Jesucristo.


stagduran
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