EVANGELIO DEL DÍA

viernes, 25 de junio de 2010

«Curó a muchos enfermos»

EVANGELIO DEL DÍA: 26/06/2010



¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68



Sábado de la XII Semana del Tiempo Ordinario


Libro de las Lamentaciones 2,2.10-14.18-19.
El Señor devoró sin piedad todas las moradas de Jacob; derribó en su indignación las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra y profanó el reino y sus príncipes. Guímel
Están sentados en el suelo, silenciosos, los ancianos de la hija de Sión; se han cubierto la cabeza de polvo, se han vestido con un sayal. Dejan caer su cabeza hasta el suelo las vírgenes de Jerusalén. Caf
Mis ojos se deshacen en llanto, me hierven las entrañas; mi bilis se derrama en la tierra por el desastre de la hija de mi pueblo, mientras desfallecen sus niños y pequeños en las plazas de la ciudad. Lámed
Ellos preguntan a sus madres: "¿Dónde hay pan y vino?", mientras caen desfallecidos como heridos de muerte en las plazas de la ciudad, exhalando su espíritu en el regazo de sus madres. Mem
¿A quién podré compararte? ¿A quién te asemejaré, hija de Jerusalén? ¿A quién te igualaré, para poder consolarte, virgen hija de Jerusalén? Porque tu desastre es inmenso como el mar: ¿quién te sanará? Nun
Tus profetas te transmitieron visiones falsas e ilusorias. No revelaron tu culpa a fin de cambiar tu suerte, sino que te hicieron vaticinios falsos y engañosos. Sámec
¡Invoca al Señor de corazón, gime, hija de Sión! ¡Deja correr tus lágrimas a raudales, de día y de noche: no te concedas descanso, que no repose la pupila de tus ojos! Cof
¡Levántate, y grita durante la noche, cuando comienza la ronda! ¡Derrama tu corazón como agua ante el rostro del Señor ! ¡Eleva tus manos hacia él, por la vida de tus niños pequeños, que desfallecen de hambre en todas las esquinas! Res

Salmo 74(73),1-2.3-5.6-7.20-21.
Poema de Asaf. ¿Por qué, Señor, nos rechazaste para siempre y arde tu indignación contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de pueblo que adquiriste en otro tiempo, de la tribu que rescataste para convertirla en tu herencia; acuérdate de Sión, donde pusiste tu Morada.
Vuelve tus pasos hacia esta ruina completa: todo lo destruyó el enemigo en el Santuario.
Rugieron tus adversarios en el lugar de tu asamblea, pusieron como señales sus propios estandartes.
Alzaron sus hachas como en la espesura de la selva;
destrozaron de un golpe todos los adornos, los deshicieron con martillos y machetes;
prendieron fuego a tu Santuario, profanaron, hasta arrasarla, la Morada de tu Nombre.
Ten presente tu alianza, porque todos los rincones del país están repletos de violencia.
Que el débil no retroceda lleno de confusión, que el pobre y el oprimido alaben tu Nombre.

Evangelio según San Mateo 8,5-17.
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole":
"Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente".
Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".
Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace".
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.
Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;
en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes".
Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el sirviente se curó en ese mismo momento.
Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre.
Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo.
Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,
para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: El tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. 
Mt 8,5-17
Leer el comentario del Evangelio por 
San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero en Antioquia, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre san Mateo, 27,1
«Curó a muchos enfermos»
     «Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó todos los enfermos». ¿Te fijas que la fe de la multitud crece poco a poco? A pesar de lo avanzado de la hora no han querido abandonar al Señor; han pensado que el atardecer les permitía llevarle unos enfermos. Piensa en la cantidad de curaciones que los evangelistas no narran; no las cuentan todas una a una sino que en una sola frase nos muestran un océano infinito de milagros. Para que la grandeza del prodigio no nos arrastre hacia la incredulidad, para que no nos perturbe el pensar en una gran multitud aquejada de males tan diversos y curada en un momento, el evangelio trae el testimonio del profeta tan extraordinario y tan sorprendente como los mismos hechos: «Así es como debía cumplirse el oráculo del profeta Isaías: Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores» (53,4). No dice: «Ha destruido», sino: «Él soportó» y «aguantó», dando así a entender el profeta, según mi parecer, que habla más del pecado que de las enfermedades del cuerpo, lo cual está de acuerdo con lo que dice Juan Bautista: «Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29).




sábado 26 Junio 2010

San Pelayo de Córdoba



San Pelayo de Córdoba


En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Pelayo, mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd al-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó su martirio glorioso al ser despedazado con tenazas.

Pelayo (o Paio), nació en Galicia en la actual diócesis de Tui-Vigo en el año 911, probablemente en la parroquia de Albeos. El cual confesando la fe católica, por órden de Abderramen, rey de los sarracenos, fue despedazado miembro por miembro con unas tenazas de hierro, consumando así gloriosamente su martirio.

Eran los duros tiempos en los que España sentía sobre si el duro peso de la dominación musulmana, que tan poco aprecio siente por la virtud de la castidad. Y, de en medio de este mundo, Dios iba a elegir para si la flor pura del alma de Pelayo, cuando apenas si se había abierto a la vida.

Junto con su tío, el obispo de Tui Hermigio fue apresado y llevado a Córdoba a raíz de la batalla de Valdejunquera, del año 920, permanece como rehén a fin de facilitar la liberación de su ilustre tío que a su retorno a Galicia debía conseguir una fuerte suma convenida.

Allí, el califa se sintió torpemente atraído por la esbelta figura del muchacho de catorce años, horrorizado éste más por la monstruosidad de la proposición que por los posibles castigos que supondría su negativa, antepuso el amor de Dios a las seducciones del mundo y guardó el corazón limpio. Recibió el martirio el día 26 de junio del año 925. La sangre de los mártires ha hecho germinar siempre aquella tierra que ha recibido su riego, de ahí que el cuerpo sin vida del joven Pelayo haya recibido el culto desde muy pronto con gran respuesta de gracias por su parte.

En un principio fue trasladado de Córdoba a León, pasando más tarde a Oviedo, donde recibe veneración en el monasterio de San Benito que lleva su nombre. Es Patrono del Seminario Menor de Tui.

RAZA DE V�BORAS: La investigaci�n sobre la pederastia enfrenta a B�lgica y al Vaticano

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