De Corazón a corazón: 1Cor 12,12-14.27-31 ("Fuimos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo Cuerpo… sois el Cuerpo de Cristo"); Jn 7,11-17 (Resurrección del hijo único de una viuda en Naim: "Se compadeció… No llores… Joven, levántate")

Contemplación, vivencia, misión: Cuando se vive la "unidad" del corazón y de la comunidad, entonces se auscultan con facilidad los latidos del Corazón de Cristo, que pide nuestra colaboración desde cada hermano que sufre o necesita de nosotros. No hay casos imposibles cuando se vive esta sintonía del mandato del amor. La situación social y eclesial en cada época puede dar la impresión de que todo está perdido y sin solución. Pero la "cruz" (del Señor y nuestra) es la puerta para la resurrección.

En el día a día con la Madre de Jesús: San Pablo, desde la cárcel de Roma y después de tantos contratiempos, todavía seguía anunciando que "Cristo Jesús es nuestra esperanza" (1Tim 1,19). Se necesitan corazones de madre (Gal 4,19), como el de María junto a la cruz, para llorar por tantas almas alejadas de Dios y conseguir el milagro de su resurrección.