De Corazón a corazón: 1Cor 2,10-16 ("Hemos conocido el Espíritu que viene de Dios… Tenemos la mente de Cristo"); Lc 4,31-37 ("Manda con autoridad y poder a los espíritus malos")

Contemplación, vivencia, misión: No es lo mismo "pensar" a nuestro antojo, que "pensar" como Jesucristo. Tener la "mente" o el criterio del Señor, equivale a vivir en sintonía con su modo de pensar, sentir, amar, vivir. Nuestra vida se hace "melodía" de respuesta a un amor eterno. Esa melodía tiene que brotar del corazón y hacerse "comunión" o fraternidad en la humanidad entera, como una sola familia de hijos de un mismo Dios. No acabamos de convencernos de que es Cristo quien nos busca, antes que nosotros le busquemos a él. En él se hace realidad palpable "el encuentro de la sed de Dios con la sed del hombre" (San Agustín).

*En el día a día con la madre de Jesús: Cuando a Cristo le dejamos entrar en nuestra vida, se disipan las pesadillas. María, cuando todavía llevaba a Jesús en seno, llenó de serenidad y gozo la casa de santa Isabel.