Mateo 5,17-37

Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. Pero yo les digo que no juren de ningún modo. Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

COMENTARIO

por Mons. Rafael Escudero López-Brea
obispo prelado de Moyobamba

Al comienzo del evangelio de hoy, Jesús, con autoridad divina, hace una advertencia solemne presentando la Ley dada por Dios en el Sinaí con ocasión de la Primera Alianza, a la luz de la gracia de la Nueva Alianza: "No crean que he venido a abolir la Ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud". Jesús no viene ni a destruir la Ley ni a consagrarla como algo que no se pueda superar, sino a darle con su modo de actuar y su enseñanza una forma nueva y definitiva, en la que se realiza en plenitud aquello a lo que la ley conducía: el amor a Dios y al prójimo. El mandamiento antiguo se hace interior, por eso, "antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley"; ningún detalle de la Ley debe ser omitido, sino que ha de llevarse a cumplimiento. Se trata de profundizar la Ley con la caridad de Cristo, así la caridad pasa a ser el nuevo y principal mandamiento del Señor. El seguimiento de Jesucristo implica cumplir los mandamientos. La Ley no es abolida, sino que el hombre es invitado a encontrarla en la persona de su Maestro, que es quien le da la plenitud perfecta.

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