EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 15 de diciembre de 2010

«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?»

EVANGELIO DEL DÍA: 16/12/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Jueves de la III Semana de Adviento


Libro de Isaías 54,1-10.
¡Grita de alegría, estéril, tú que no has dado a luz; prorrumpe en gritos de alegría, aclama, tú que no has conocido los dolores del parto! Porque los hijos de la mujer desamparada, son más numerosos que los de la desposada, dice el Señor.
¡Ensancha el espacio de tu carpa, despliega tus lonas sin mezquinar, alarga tus cuerdas, afirma tus estacas!
Porque te expandirás a derecha y a izquierda, tu descendencia poseerá naciones enteras y poblará ciudades desoladas.
No temas, porque no te avergonzarás: no te sonrojes, porque no serás confundida: olvidarás la ignominia de tu adolescencia y no te acordarás del oprobio de tu viudez.
Porque tu esposo es aquel que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos; tu redentor es el Santo de Israel: él se llama "Dios de toda la tierra".
Sí, como a una esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor: "¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?". dice el Señor.
Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo;
en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor.
Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé ni inundarían de nuevo la tierra: así he jurado no irritarme más contra ti ni amenazarte nunca más.
Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti.

Salmo 30,2.4.5-6.11-12.13.
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.
Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría.
Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor".
Tú convertiste mi lamento en júbilo, me quitaste el luto y me vestiste de fiesta,
para que mi corazón te cante sin cesar. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!

Evangelio según San Lucas 7,24-30.
Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes.
¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.
El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.
Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan.
Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos. 
Lc 7,24-30
Leer el comentario del Evangelio por 
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara
Carta al Padre Jerónimo del 19 mayo 1898
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?»
     Es preciso pasar por el desierto y permanecer en él para recibir la gracia de Dios; es allí donde uno se vacía, donde uno echa fuera de sí todo lo que no es Dios y vacía completamente esta pequeña casa de nuestra alma para dejar todo el espacio para Dios solo. Los Hebreos pasaron por el desierto, Moisés vivió en él antes de recibir su misión, también san Pablo y san Juan Crisóstomo se prepararon en el desierto... Es un tiempo de gracia, es un período por el que toda alma que quiere dar frutos debe necesariamente pasar. Le es necesario ese silencio, ese recogimiento, ese olvido de todo lo creado, en medio de los cuales Dios establece su reinado y forma en ella el espíritu interior: la vida íntima con Dios, el diálogo del alma con Dios en la fe, la esperanza y la caridad. Más tarde el alma dará frutos en la medida exacta en que el hombre interior se habrá formado en ella (Ef 3,16)...

     Sólo se da lo que se es y lo que se tiene en esta soledad, en esta vida solo con Dios solo, en ese recogimiento profundo del alma que lo olvida toda para vivir sola en unión con Dios, y Dios se da enteramente todo aquel que se da enteramente a él. Daos enteramente a él solo... y se os dará enteramente... Mirad a san Pablo, san Benito, san Patricio, san Gregorio Magno, y tantos otros, ¡qué largos tiempos de recogimiento y de silencio! Subid más arriba: mirad a san Juan Bautista, mirad a Nuestro Señor. Nuestro Señor no tenía necesidad de ello, pero quiso darnos ejemplo.



jueves 16 Diciembre 2010

Santa Adelaida



Santa Adelaida

Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, pero éste murió joven al parecer envenenado por los que deseaban quitarle su reino. La santa quedó viuda de sólo 19 años. El usurpador Berengario quería casarla con su hijo, pero como la santa se negó rotundamente a esta unión, Berengario la encerró en una prisión y le quitó todos sus poderes y títulos.


El Padre Martín, su capellán, se quedaba admirado porque Santa Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura ya que todo lo que sucedía lo aceptaba como venido de las manos de Dios. El P. Martín logró liberar a la santa y la refugió en el castillo de Canossa.


Sin embargo, Berengario atacó aquel castillo y Santa Adelaida envió a sus embajadores hacia Alemania para pedir la ayuda de Otón, el Emperador. Pronto llegó éste con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió la libertad a la santa reina. El emperador alemán se enamoró de Adelaida y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, y el Sumo Pontífice Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.


Otón el grande reinó durante 36 años, y mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.


Fundó varios monasterios y se preocupó por la evangelización de los que todavía no conocían la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los que estaban peleados. Su director espiritual fue en ese tiempo San Odilón, el cual dejó escrito: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad".


Cuando su nieto, Otón III se posesionó como emperador, ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos días dedicada a la oración y a meditar en las verdades eternas.


Murió el 16 de diciembre del año 999.

«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?»

EVANGELIO DEL DÍA: 16/12/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Jueves de la III Semana de Adviento


Libro de Isaías 54,1-10.
¡Grita de alegría, estéril, tú que no has dado a luz; prorrumpe en gritos de alegría, aclama, tú que no has conocido los dolores del parto! Porque los hijos de la mujer desamparada, son más numerosos que los de la desposada, dice el Señor.
¡Ensancha el espacio de tu carpa, despliega tus lonas sin mezquinar, alarga tus cuerdas, afirma tus estacas!
Porque te expandirás a derecha y a izquierda, tu descendencia poseerá naciones enteras y poblará ciudades desoladas.
No temas, porque no te avergonzarás: no te sonrojes, porque no serás confundida: olvidarás la ignominia de tu adolescencia y no te acordarás del oprobio de tu viudez.
Porque tu esposo es aquel que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos; tu redentor es el Santo de Israel: él se llama "Dios de toda la tierra".
Sí, como a una esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor: "¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?". dice el Señor.
Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo;
en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor.
Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé ni inundarían de nuevo la tierra: así he jurado no irritarme más contra ti ni amenazarte nunca más.
Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti.

Salmo 30,2.4.5-6.11-12.13.
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.
Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría.
Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor".
Tú convertiste mi lamento en júbilo, me quitaste el luto y me vestiste de fiesta,
para que mi corazón te cante sin cesar. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!

Evangelio según San Lucas 7,24-30.
Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes.
¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.
El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.
Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan.
Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos. 
Lc 7,24-30
Leer el comentario del Evangelio por 
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara
Carta al Padre Jerónimo del 19 mayo 1898
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?»
     Es preciso pasar por el desierto y permanecer en él para recibir la gracia de Dios; es allí donde uno se vacía, donde uno echa fuera de sí todo lo que no es Dios y vacía completamente esta pequeña casa de nuestra alma para dejar todo el espacio para Dios solo. Los Hebreos pasaron por el desierto, Moisés vivió en él antes de recibir su misión, también san Pablo y san Juan Crisóstomo se prepararon en el desierto... Es un tiempo de gracia, es un período por el que toda alma que quiere dar frutos debe necesariamente pasar. Le es necesario ese silencio, ese recogimiento, ese olvido de todo lo creado, en medio de los cuales Dios establece su reinado y forma en ella el espíritu interior: la vida íntima con Dios, el diálogo del alma con Dios en la fe, la esperanza y la caridad. Más tarde el alma dará frutos en la medida exacta en que el hombre interior se habrá formado en ella (Ef 3,16)... 

     Sólo se da lo que se es y lo que se tiene en esta soledad, en esta vida solo con Dios solo, en ese recogimiento profundo del alma que lo olvida toda para vivir sola en unión con Dios, y Dios se da enteramente todo aquel que se da enteramente a él. Daos enteramente a él solo... y se os dará enteramente... Mirad a san Pablo, san Benito, san Patricio, san Gregorio Magno, y tantos otros, ¡qué largos tiempos de recogimiento y de silencio! Subid más arriba: mirad a san Juan Bautista, mirad a Nuestro Señor. Nuestro Señor no tenía necesidad de ello, pero quiso darnos ejemplo.


jueves 16 Diciembre 2010

Santa Adelaida



Santa Adelaida

Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, pero éste murió joven al parecer envenenado por los que deseaban quitarle su reino. La santa quedó viuda de sólo 19 años. El usurpador Berengario quería casarla con su hijo, pero como la santa se negó rotundamente a esta unión, Berengario la encerró en una prisión y le quitó todos sus poderes y títulos.


El Padre Martín, su capellán, se quedaba admirado porque Santa Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura ya que todo lo que sucedía lo aceptaba como venido de las manos de Dios. El P. Martín logró liberar a la santa y la refugió en el castillo de Canossa.


Sin embargo, Berengario atacó aquel castillo y Santa Adelaida envió a sus embajadores hacia Alemania para pedir la ayuda de Otón, el Emperador. Pronto llegó éste con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió la libertad a la santa reina. El emperador alemán se enamoró de Adelaida y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, y el Sumo Pontífice Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.


Otón el grande reinó durante 36 años, y mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.


Fundó varios monasterios y se preocupó por la evangelización de los que todavía no conocían la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los que estaban peleados. Su director espiritual fue en ese tiempo San Odilón, el cual dejó escrito: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad".


Cuando su nieto, Otón III se posesionó como emperador, ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos días dedicada a la oración y a meditar en las verdades eternas.


Murió el 16 de diciembre del año 999.

"What did you go out to the desert to see?"

DAILY GOSPEL: 16/12/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


Thursday of the Third week of Advent


Book of Isaiah 54:1-10.
Raise a glad cry, you barren one who did not bear, break forth in jubilant song, you who were not in labor, For more numerous are the children of the deserted wife than the children of her who has a husband, says the LORD.
Enlarge the space for your tent, spread out your tent cloths unsparingly; lengthen your ropes and make firm your stakes.
For you shall spread abroad to the right and to the left; Your descendants shall dispossess the nations and shall people the desolate cities.
Fear not, you shall not be put to shame; you need not blush, for you shall not be disgraced. The shame of your youth you shall forget, the reproach of your widowhood no longer remember.
For he who has become your husband is your Maker; his name is the LORD of hosts; Your redeemer is the Holy One of Israel, called God of all the earth.
The LORD calls you back, like a wife forsaken and grieved in spirit, A wife married in youth and then cast off, says your God.
For a brief moment I abandoned you, but with great tenderness I will take you back.
In an outburst of wrath, for a moment I hid my face from you; But with enduring love I take pity on you, says the LORD, your redeemer.
This is for me like the days of Noah, when I swore that the waters of Noah should never again deluge the earth; So I have sworn not to be angry with you, or to rebuke you.
Though the mountains leave their place and the hills be shaken, My love shall never leave you nor my covenant of peace be shaken, says the LORD, who has mercy on you.

Psalms 30:2.4.5-6.11-12.13.
I praise you, LORD, for you raised me up and did not let my enemies rejoice over me.
LORD, you brought me up from Sheol; you kept me from going down to the pit.
Sing praise to the LORD, you faithful; give thanks to God's holy name.
For divine anger lasts but a moment; divine favor lasts a lifetime. At dusk weeping comes for the night; but at dawn there is rejoicing.
Hear, O LORD, have mercy on me; LORD, be my helper."
You changed my mourning into dancing; you took off my sackcloth and clothed me with gladness.
With my whole being I sing endless praise to you. O LORD, my God, forever will I give you thanks.

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Luke 7:24-30.
When the messengers of John had left, Jesus began to speak to the crowds about John. "What did you go out to the desert to see--a reed swayed by the wind?
Then what did you go out to see? Someone dressed in fine garments? Those who dress luxuriously and live sumptuously are found in royal palaces.
Then what did you go out to see? A prophet? Yes, I tell you, and more than a prophet.
This is the one about whom scripture says: 'Behold, I am sending my messenger ahead of you, he will prepare your way before you.'
I tell you, among those born of women, no one is greater than John; yet the least in the kingdom of God is greater than he."
(All the people who listened, including the tax collectors, and who were baptized with the baptism of John, acknowledged the righteousness of God;
but the Pharisees and scholars of the law, who were not baptized by him, rejected the plan of God for themselves.) 
Lc 7,24-30
Commentary of the day 
Venerable Charles de Foucauld (1858-1916), hermit and missionary in the Sahara desert
Letter of the 19 May 1898 to Père Jerome
"What did you go out to the desert to see?"
One has to pass through the desert, spending time there, if one is to receive the grace of God. It is there that we empty ourselves, getting rid of everything that is not God, and completely emptying this little house of our souls to leave all the room to God alone. The Hebrews travelled through the desert, Moses lived there before he received his mission, Saint Paul and Saint John Chrysostom were also made ready in the desert... It is a time of grace, a period during which all souls who want to bear fruit necessarily have to pass. They need this silence, recollection and forgetfulness of all created things in the midst of which God establishes his reign and forms a spirit of interiority within them: life in intimacy with God, conversation of the soul with God in faith, hope and love. Later on the soul will produce fruit in precisely the measure to which this interior man has been formed within it (Eph 3,16)...

We can only give what we have and it is in solitude, in that life alone with God alone, that profound recollection of the soul who forgets all else to live alone in union with God, that God gives himself wholly to the one who is thus given wholly to him. Give yourselves wholly to him alone... and he will give himself wholly to you... Look at Saint Paul, Saint Benedict, Saint Patrick, Saint Gregory the Great and so many others – what long periods of recollection and silence they spent! Go higher: look at Saint John the Baptist, look at our Lord. Our Lord had no need of it but he wanted to set us an example. 


Thursday, 16 December 2010

St. Eusebius, Bishop († c. 371)



SAINT EUSEBIUS
Bishop

(† c. 371)
        St. Eusebius was born of a noble family, in the island of Sardinia, where his father is said to have died in prison for the Faith. The Saint's mother carried him and his sister, both infants, to Rome. Eusebius having been ordained, served the Church of Vercelli with such zeal that on the episcopal chair becoming vacant he was unanimously chosen, by both clergy and people, to fill it.
        The holy bishop saw that the best and first means to labor effectually for the edification and sanctification of his people was to have a zealous clergy. He was at the same time very careful to instruct his flock, and inspire them with the maxims of the Gospel. The force of the truth which he preached, together with his example, brought many sinners to a change of life.
        He courageously fought against the heretics, who had him banished to Scythopolis, end thence to Upper Thebais in Egypt, where he suffered so grievously as to win, in some of the panegyrics in his praise, the title of martyr.