por FRANCISCO LUNAR TRIGO, pbro.
párroco de la parroquia de San José, de Sisa

El tiempo de adviento son las semanas que preceden y preparan la celebración de la Navidad. "Adviento" significa "venida". Y de eso se trata: de disponernos a la venida del Señor a nuestras vidas.

Durante este tiempo, preparamos la celebración de la venida del Hijo de Dios, en medio de nosotros. No como si no lo conociéramos, como si fingiéramos que aún no ha nacido: sabemos que nació hace dos mil años, que ha vivido nuestra misma vida, que ha amado hasta la muerte en cruz, que ha resucitado.

Pero preparar la fiesta de su nacimiento es ocasión para renovar, con toda intensidad, una actitud de fe y de espera en la salvación que él viene a traernos. Y es una ocasión para preparar nuestras vidas a fin de que pueda seguir viniendo a nosotros, entre dentro de nosotros, renueve nuestro corazón y nos convierta  en hombres nuevos, dedicados a hacer el bien, como él lo hizo, caminando hacia la santidad.

El adviento no es sólo preparar una venida ocurrida hace ya siglos. Es también preparar una venida constante, cotidiana, de todos los días. Porque ahora, hoy, a cada momento, Jesús viene. Viene a través de la Eucaristía, a través de los Sacramentos, a través de la comunidad cristiana. Viene también al corazón de cada creyente, en la oración, en la lectura de su Palabra, a través de los hermanos, en los acontecimientos de nuestras vida, en todo lo que hacemos y vivimos, y especialmente en los más pobres, ya que en ellos se refleja con especial intensidad su rostro. Y finalmente, celebramos otra venida de Jesús. Su venida definitiva al final de todo, cuando reúna a toda la humanidad en la vida plena de su Reino. Nosotros caminamos hacia esa venida definitiva, y nos preparamos para estar bien dispuestos para ese momento. Leer más de este artículo