EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 28 de mayo de 2012

Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 28-5-12 (Lunes de la Octava Semana)



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De: "Unos momentos" <unosmomentos@fibertel.com.ar>
Fecha: 28 de mayo de 2012 00:02:54 GMT+02:00
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Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 28-5-12 (Lunes de la Octava Semana)
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Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 28-5-12 (Lunes de la Octava Semana)

 
SANTORAL:
San Bernardo de Menthon
 
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9
 
 Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo. Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final.
 Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 110, 1-2. 5-6. 9 y 10c (R.: 5b)
 
R. El Señor se acuerda eternamente de su alianza.
 
 Doy gracias al Señor de todo corazón,
 en la reunión y en la asamblea de los justos.
 Grandes son las obras del Señor:
 los que las aman desean comprenderlas. 
R.
 
 Proveyó de alimento a sus fieles
 y se acuerda eternamente de su alianza.
 Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
 dándole la herencia de las naciones. 
R.
 
 El envió la redención a su pueblo,
 promulgó su alianza para siempre:
 su Nombre es santo y temible.
 ¡El Señor es digno de alabanza eternamente! 
R.


X Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-27
 
Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?»
Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre.»
El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.»
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme.» El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!» Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios.»
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros:
«Entonces, ¿quién podrá salvarse?»
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible.»
 
Palabra del Señor.
 
 
 
Reflexión    
 

Un hombre viene corriendo y pregunta a Jesús: qué debe hacer para alcanzar la Vida eterna.

El hombre no lleva nombre.  Ese hombre..., nos representa a todos nosotros.
En el fondo del alma, cualquiera de nosotros se ha preguntado en algún momento:
¿Qué debemos hacer para que no se nos escape la vida?
¿Qué debemos hacer para llegar a ser plenamente felices,  y para siempre?
 
Y el Señor nos contesta a nosotros como al joven de hoy, que cumplamos los mandamientos. Esos mandamientos de Dios, que son  una manifestación de su amor para encaminarnos hacia la plenitud de la vida.
 
Jesús remite al joven a algo que ya sabe, porque está inscrito en el corazón: el amor a los demás y por eso el Señor le recuerda solamente aquellos mandamientos que se refieren al prójimo.
Y lo hace así porque quiere que "lleguemos al cielo" y que lo hagamos viviendo nuestra vida de todos los días de cara a Dios.
 
 
Cuando el joven, le contesta al Señor, que eso ya lo había hecho siempre, Jesús le confirma que existe "algo más" para alcanzar mayor perfección y que todavía le falta: saber compartir con los demás todo lo que tiene y hacerse su discípulo.
 
Jesús le ofrece un maravilloso trueque: renunciar a toda aparente seguridad de este mundo, y confiar plenamente en la bondad y providencia de Dios.
 
Pero el joven no logra aceptar este intercambio...
Se retira entristecido y apenado.
 
Contrasta el entusiasmo y la alegría con que el hombre vino corriendo hacia Jesús, con la tristeza con que se aleja.
El enemigo más común de la alegría cristiana –que impide descubrir el gran tesoro del Evangelio-, es el apego al dinero y todo el mundo que lo rodea.
En el fondo, este hombre "no era libre".
 
Cuando nuestro corazón está apegado a las cosas del mundo, nos quita nuestra libertad y la posibilidad de entrar en el Reino de Dios.
 
Todos, en mayor o menor grado, tenemos el corazón apegado a algo. No siempre se trata de grandes riquezas, a veces nos aferramos "a lo poco" que tenemos y otras "a la ambición de tener más".
 
El Señor hoy nos mira a cada uno de nosotros con el mismo amor con que miró a este joven, y nos llama a nosotros como a Él a seguirlo, pero con un corazón desprendido de las cosas del mundo.
Dichosos los que oísteis la llamada
al pleno seguimiento del Maestro,
dichosos cuando puso su mirada
y os quiso para amigo y compañero.
 
Dichosos si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para seguirle a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.
 
Dichosos mensajeros de verdades,
marchando por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.
 
Dichosos, del perdón dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, del los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas
 
 
 
 
 

SANTORAL:  San Bernardo de Menthon

Bernardo nació en el castillo de Menthon, junto a lago de Annecy, en la
Saboya (hoy territorio Francés), hacia el año 996, de padres nobles y ricos,
quienes enviaron al hijo a estudiar a la universidad de París.
Durante su estancia en París, se sintió llamado al sacerdocio. Pero al
volver al castillo encontró que su padre había resuelto casarlo y le había
elegido esposa. De nada valieron las súplicas y lágrimas del hijo, y el
empecinado padre del joven hasta hizo celebrar un banquete en vísperas de
las bodas.
Como último recurso, Bernardo rompió  un barrote de la ventana y huyó del
hogar, para dirigirse, pasando los Alpes, a la catedral de Aosta, donde fue
bondadosamente recibido por el archidiácono. Comienza allí su preparación
que culminará con la ordenación sacerdotal. Más tarde, muerto aquél, será
Bernardo nombrado para sucederlo en el cargo; años después ocupará el puesto
de vicario general de diócesis.
En sus recorridas por la extensa región, Bernardo advirtió que uno de los
problemas más urgentes era el paso a través de las cumbres alpinas. Varios
peligros acechaban a los viajeros que de los países vecinos se dirigían a
Roma: las tempestades en aquellas alturas, el frío y la nieve, y las
gavillas de bandoleros que se asaltaban las caravanas. Faltaban también
misioneros que evangelizaran a los rudos montañeses que habitaban en los
valles.
Para remediar tales cosas, Bernardo levantó dos construcciones que sirvieron
como hospitales y albergues para las personas que realizaban el cruce, y
después se llamarían el Gran San Bernardo y el Pequeño San Bernardo,
ocupados por sacerdotes que desde Aosta llevó el fundador, creando una
congregación hospitalaria a la que impuso el nombre de San Nicolás. Con el
tiempo, fueron reemplazados por los de la orden de canónigos regulares de
san Agustín, quienes los ocupan actualmente, aunque los albergues hayan
perdido importancia desde que se perforaron dos túneles en la montaña. En
aquellos siglos, los monjes debían recorrer, sobre todo en invierno,
aquellas blancas soledades, atentos al pedido de auxilio de los viajeros
extraviados. Iban acompañados cada uno por un enorme perro amaestrado, de
inapreciable ayuda en los salvamentos.
Cuarenta y dos años ejerció Bernardo esta obra de caridad y misericordia,
salvando la vida a muchísimos viajeros perdidos en la nieve, al mismo tiempo
que atendía espiritualmente a los montañeses alpinos, de los que es
protector.
Ochenta y cinco años tenía cuando solicitaron sus oficios para mediar entre
el emperador Enrique IV y los ciudadanos de Pavía, que habían promovido
disturbios. Todos los ojos estaban puestos en él; Bernardo bajó de aquellas
alturas para apaciguar la discordia y alcanzó eficientemente la ansiada paz.
En el camino de retorno, se sintió enfermo al pasar por Novara, y allí
falleció, tal vez en 1081.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy:  Santos: Justo, Senador, Germán,
Nicéforo, Podio, Juvenal, obispos; Emilio, Félix, Priamo, Feliciano,
Crescente, Luciano, Eladio, Pablo, Elconida, Dioscórides, Carauno, Víctor,
mártires; Eugenio, confesor; Guillermo, eremita.


 

 
En Siquem, tierra de Palestina, llamada más tarde Flavia Neápolis (hoy Naplusa), en el hogar de unos colonos griegos nace, en el año 100, Justino, a quien con el correr del tiempo la Iglesia ensalzaría llamándolo glorioso Filósofo y antiguo apologista y mártir.
Justino (cuyo nombre significa "justo"), siendo muy joven, gustó del estudio de las letras y la filosofía. "El filósofo Justino va en busca de la verdad", repetían escépticos sus compañeros. Buscándola entre los estoicos, aristotélicos y pitagóricos, no la halló. Recurre entonces a los textos de Platón. Pretende Justino alcanzar la sabiduría: "Siendo sabio, ¿llegaré a entender y ver a Dios?"
Reconoce que la gente que lo rodea, así como el bullicio de la ciudad y el quehacer cotidiano, lo apartan de su meta. Entonces busca la soledad. "Solo con Dios, en la meditación con él, y mirando la inmensidad y el mar, únicamente así logro ocuparse con plenitud de las cosas divinas".
Fue su morada una ruinosa choza a orillas del mar, frente al ir y venir continuado de la olas. "En esto -se dijo-, ¿no está el Altísimo?"
Un día -como lo dejó escrito el propio santo- se encontró con un anciano judío llamado Trifón. "¿Piensas encontrar la verdad entre los filósofos, y no recurres a los profetas?", le preguntó. Justino charló extensamente con él. Esto fue el comienzo de la luz que transmitió la auténtica fe a Justino.
En el año 130 se hace bautizar, estudia los evangelios, reza, realiza lecturas espirituales y se consagra a la contemplación. "Yo -dice- ya no soy maestro. Ahora soy discípulo de Cristo". Abrió en Roma una escuela de filosofía y desde ella adoctrino en la fe cristiana a sus prosélitos.
Sin ser sacerdote, predica después de ciudad en ciudad. Su palabra ágil, culta y convincente convierte a muchos, que lo siguen. Necesita dejar constancia de todo ese cambio interior experimentado en su alma, desea transmitir su felicidad, y escribe en defensa de la buena nueva. Dice en uno de sus libros: "Cuanto más se nos persigue, tanto  más crece el número  de los que se convierten a la fe... Nos sucede como con la cepa, a la que se podan los sarmientos que ya  han dado fruto para que broten otros más vigorosos y lozanos... No hay quien amedrente o reduzca a servidumbre a los que por todo el ámbito de la tierra creemos en Jesucristo".
Residiendo en Roma, es acusado por Crescencio, a quien el santo había echado en cara su inmoralidad. Rufino (según otros, Rústico), prefecto de la ciudad, lo manda azotar, y la sentencia se hace pública: Justino, el santo, el filósofo, será degollado con otros seis compañeros. Esto ocurrió alrededor del año 165. Se ignora el día.
Justino es el primer apologista o defensor de la fe cristiana. Frente a la filosofía de su época, el más importante del siglo II. Se poseen de él dos Apologías de la fe Cristiana, destinadas a Antonio Pío y Marco Aurelio, y a todos los paganos, y un Diálogo con Trifón dedicado a los judíos. Trabajó para destruir las calumnias y falsas interpretaciones de la doctrina, convencido de que si se le daba a conocer en su verdad y plenitud muchos paganos la abrazarían. Sus escritos son documentos de suma importancia, porque nos dan a conocer interesantes detalles sobre las costumbres  y el culto de la primitiva Iglesia, incluso sus ritos de iniciación. Es patrono de los Filósofos.

 

Otras festividades de hoy:  Nuestra Señora de la Luz (Patrona de los empleados del gas y de la electricidad).
Santos: Simeón, Esteban, Benito, Juvencio, Felino, Gratiniano, Tespesio, Firmo, mártires; Gerardo, Conrado, Gaudencio, obispos; Floro, Cándida, Claudio, Zenón, confesores; Iñigo, abad; Juan, soldado.

  

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: Hablar con Dios del P. Fernández-Carvajal, Cinco Minutos con Dios del P. A. Milagros, Meditaciones del Pueblo de Dios del P. E. López Rosas, Buenas Noticias para cada día del P. J.M.Garuza, Encuentros Bíblicos del P. M. Wiechs, Por los Caminos del Señor del Card. C. Martini, Palabra de Dios para cada día del P. N Quesson, Pensar por Libres del P. E. Monasterio, etc.. y los comentarios de la Biblia Latinoamericana y de EUNSA.  También se han incluido Himnos y Salmos de la Liturgia de las Horas y se han utilizado las biografías de Amigos de Dios y de los Hombres, de Esther Pizzariello de Leoz, y 365 Historias de Clovis Bovo, para la preparación del Santoral.

Los realizadores de esta recopilación de textos no pretenden en ningún caso atribuirse la autoría de los mismos, ni persiguen ningún fin de lucro ni otro, que no sea la propagación de la Palabra de Dios y la doctrina católica.
 
 
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