Lucas 24,46-53

Jesús dijo a sus discípulos: «Así esta escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.

Ustedes son testigos de todo esto.

Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto».

Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo.

Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.

Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.

COMENTARIO

por Mons. Rafael Escudero López-Brea
Obispo prelado de Moyobamba

La celebración del misterio de la Ascensión del Señor es la fiesta de la Esperanza. La Esperanza teologal, la que está fundada en las promesas de Dios, es el estado de nuestra alma en el que nos parece posible lo que deseamos. Nosotros esperamos disfrutar lo mismo que ya vive Jesús en el cielo, a la gloria a la que ha llegado nuestro Salvador podemos llegar también nosotros. El cristiano es persona de Esperanza, sin Esperanza la vida no vale la pena vivirla. Leer más de este artículo