San Marcos 13, 24 - 32

En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte.

Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.

COMENTARIO

Por + Monseñor Rafael Escudero

Obispo Prelado

Es ciertamente impresionante el lenguaje con el que Jesús, en el pasaje de hoy, describe el final de la historia. En este episodio del Evangelio se narran acontecimientos que se refieren al fin del mundo. Se describen señales precursoras verdaderas, para distinguirlas de las falsas, que tendrán lugar por efecto de la misma conturbación  de los últimos días; y luego la misma venida  del Señor.

Jesús responde a la pregunta que sus discípulos le han hecho sobre cuáles son las señales que anunciarán el fin de los tiempos: «En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -"En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán"».Todo ello indica un trastorno de carácter universal, después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa.  Leer más de este artículo