El día 23 de noviembre de 2011 sucedió un acontecimiento singular y trágico para la Congregación de la Misión, especialmente para la Provincia de Perú, y que es conocido de todos ustedes: la desaparición del P. Alfonso Asencios Zuluaga, CM. Desde el primer momento los esfuerzos permanentes y tenaces por lograr su aparición y tenerlo entre nosotros han resultado infructuosos. La comunidad de PP. Vicentinos en Banda de Shilcayo, -PP. Adolfo, Julio, Eduardo y Est. Willian-, especialmente el P. Adolfo, Superior y Párroco, familiares directos del P. Alfonso, muchos feligreses de las diversas comunidades, cada uno de nosotros desde la oración y la solidaridad, y algunas personas civiles y militares, lamentablemente en menor medida que lo que amerita la importancia de la desaparición de una persona, se pusieron en camino, y continúan todavía, para despejar la crudeza de una incógnita que desgarra el sentimiento: encontrar al P. Alfonso vivo o muerto. Ni el calor de la zona, ni el barro o la lluvia impidieron analizar el lugar y luego ya también con la metodología de una investigación más profesional. Suele decirse que una experiencia aguda y vital no se comprende en profundidad hasta que se vive en propia carne. Asi sucede con lo que narramos. Una desaparición segrega dolor, incertidumbre, vacío porque te oprime y acosa la duda y la inseguridad del "¿dónde estará?", "¿cómo habrá ocurrido?" y la respuesta queda, vaga y absurda,  fuera del alcance de nuestros conocimientos e imaginación. Para los que tenemos fe, la oración, la esperanza cristiana que exhorta a vivir el presente según el ritmo de los tiempos que no los marcamos nosotros y siempre con proyección hacia Dios, la aceptación de los acontecimientos asumiendo la voluntad de Dios... nos conceden estas actitudes la paz y serenidad necesarias para afrontar la vida y entender sus signos como presencia también, aunque cueste creerlo, que el Señor nos acompaña, nos acoge y nos salva. Así lo hace también con nuestro hermano Alfonso. Leer más de este artículo