EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 4 de abril de 2011

La Cuaresma, última preparación de los que serán bautizados en Pascua.

EVANGELIO DEL DÍA: 05/04/2011
¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Martes de la IV Semana de Cuaresma

Libro de Ezequiel 47,1-9.12. 
El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del Altar.
Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Cuando el hombre salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos.
Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a la cintura.
Luego midió otros quinientos metros, y ya era un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde había que nadar, un torrente intransitable.
El hombre me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre?", y me hizo volver a la orilla del torrente.
Al volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa arboleda.
Entonces me dijo: "Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio".

Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9. 
El Señor es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar;
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios, la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará; él la socorrerá al despuntar la aurora.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor, él hace cosas admirables en la tierra:

Evangelio según San Juan 5,1-16. 
Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. 


Leer el comentario del Evangelio por 
Romano el Melódico (?-v. 560), compositor de Himnos
Himno « A los nuevos bautizados», str. 1-5,19
La Cuaresma, última preparación de los que serán bautizados en Pascua.
     Nuevos bautizados, niños del baptisterio, nosotros todos que venimos de recibir la luz, creemos en tu gracia redentora, Cristo Dios: « Tú nos has iluminado con la luz de tu rostro, Tú nos has revestido con el traje adecuado a tus bodas (Ps 4,7; Mt22,11).   Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad ».
     ¿Quién dirá, quién mostrará al primer creado, Adán, la belleza, el brillo, la dignidad de sus hijos?
     ¿Quién mostrará también a la desafortunada Eva que sus descendientes han llegado a ser reyes, vestidos con trajes de gloria, y que con gran gloria glorifican a Aquel que les ha glorificado, resplandecientes de cuerpo, espíritu y ropajes?... y ¿Quién los ha exaltado? Es, por supuesto, nuestra Resurrección.
     Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.
     Tú eres brillante, radiante, Adán... Al verte, tu Adversario se desanima y grita:«¿qué es esto que veo? No lo sé. El polvo se ha renovado (Gn 2,7) la ceniza se ha divinizado. El pobre, el pequeño es invitado, se ha bañado y ha entrado para sentarse a la mesa. Una vez en el banquete, ¿tiene la audacia de comer y el atrevimiento de beber al Mismo que lo ha hecho? Y ¿quién se lo ha dado? Por supuesto, Su Resurrección.
     Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.
     «No se acuerda de sus antiguos pecados, de las primeras heridas no muestra ni la menor cicatriz. Sus largos años de parálisis los ha arrojado en la piscina, el paralítico, ahora no lleva la camilla sobre su espalda, pero en verdad lleva sobre sí la Cruz de Aquel que se compadeció y que a mí me ha hecho perder. En otro tiempo, el Amigo de los hombres, ha lavado muchas veces a los hombres en las aguas y no han brillado de esta manera. A estos, su Resurrección les ha devuelto el brillo.Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.
Aquí se recrean, nuevos bautizados, aquí se renuevan; no se curve más la espalda por los pecados.
     Tú posees la cruz como bastón, apoya en ella tu juventud. Llévala en tu oración, llévala a la mesa común, llévala en tu lecho y por doquier como tu título de gloria...  Grita a los demonios: "La cruz en la mano, me mantengo de pié, amando tiernamente nuestra Resurrección".
     Gloria a Ti, gloria a Tí porque tal fue tu voluntad.


martes 05 Abril 2011

San Vicente Ferrer



Predicador. (año 1419). Nació en 1350 en Valencia, España. Se hizo religioso en la Comunidad de Padres Dominicos y, por su gran inteligencia, a los 21 años ya era profesor de filosofía en la universidad. Durante su juventud el demonio lo asaltó con violentas tentaciones.   Siendo un simple diácono lo mandaron a predicar a Barcelona. La ciudad estaba pasando por un período de hambre y los barcos portadores de alimentos no llegaban. Entonces Vicente en un sermón anunció una tarde que esa misma noche llegarían los barcos con los alimentos tan deseados.
Al volver a su convento, el superior lo regañó por dedicarse a hacer profecías de cosas que él no podía estar seguro de que iban a suceder. Pero esa noche llegaron los barcos, y al día siguiente el pueblo se dirigió hacia el convento a aclamar a Vicente, el predicador.    Una noche se le apareció Nuestro Señor Jesucristo, acompañado de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán y le dio la orden de dedicarse a predicar por ciudades, pueblos, campos y países.    En adelante por 30 años, Vicente recorre el norte de España, y el sur de Francia, el norte de Italia, y el país de Suiza, predicando incansablemente, con enormes frutos espirituales. Los primeros convertidos fueron judíos y moros. Dicen que convirtió más de 10,000 judíos y otros tantos musulmanes o moros en España.    Su voz sonora, poderosa y llena de agradables matices y modulaciones y su pronunciación sumamente cuidadosa, permitían oírle y entenderle a más de una cuadra de distancia.
Sus sermones duraban casi siempre más de dos horas (un sermón suyo de las Siete Palabras en un Viernes Santo duró seis horas).   En pleno sermón se oían gritos de pecadores pidiendo perdón a Dios, y a cada rato caían personas desmayadas de tanta emoción. Gentes que siempre habían odiado, hacían las paces y se abrazaban. Pecadores endurecidos en sus vicios pedían confesores. El santo tenía que llevar consigo una gran cantidad de sacerdotes para que confesaran a los penitentes arrepentidos.   Vicente fustigaba sin miedo las malas costumbres, que son la causa de tantos males. Invitaba incesantemente a recibir los santos sacramentos de la confesión y de la comunión.
Hablaba de la sublimidad de la Santa Misa. Insistía en la grave obligación de cumplir el mandamiento de Santificar las fiestas. Insistía en la gravedad del pecado, en la proximidad de la muerte, en la severidad del Juicio de Dios, y del cielo y del infierno que nos esperan.    Los milagros acompañaron a San Vicente en toda su predicación. Y uno de ellos era el hacerse entender en otros idiomas, siendo que él solamente hablaba el español y el latín. Y sucedía frecuentemente que las gentes de otros países le entendían perfectamente como si les estuviera hablando en su propio idioma.    Decía: "Mi cuerpo y mi alma no son sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la fetidez de mis culpas". Los últimos años, ya lleno de enfermedades, lo tenían que ayudar a subir al sitio donde iba a predicar. Pero apenas empezaba la predicación se transformaba, se le olvidaban sus enfermedades y predicaba con el fervor y la emoción de sus primeros años.     Murió en plena actividad misionera, el Miércoles de Ceniza, 5 de abril del año 1419. Fueron tantos sus milagros y tan grande su fama, que el Papa lo declaró santo a los 36 años de haber muerto, en 1455.
El santo regalaba a las señoras que peleaban mucho con su marido, un frasquito con agua bendita y les recomendaba: "Cuando su esposo empiece a insultarle, échese un poco de esta agua a la boca y no se la pase mientras el otro no deje de ofenderla". Y esta famosa "agua de Fray Vicente" producía efectos maravillosos porque como la mujer no le podía contestar al marido, no había peleas. Porque lo que produce la pelea no es la palabra ofensiva que se oye, si no la palabra ofensiva que se responde.





Oremos

Señor Dios todopoderoso, que suscitaste a San Vicente Ferrer como predicador infatigable del Evangelio, para que anunciara con insistencia la venida de Jesucristo, juez universal, haz que nosotros anhelemos la venida de tu Hijo, para que, cuando venga, podamos contemplarlo en su reino glorioso. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Calendario    de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de la Abundancia o la  Prosperidad, Cursi, Italia (1641)

No hay comentarios: