EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 12 de diciembre de 2010

«Jesús se presentó a Juan para que lo bautizara... Juan le dijo: '¡Soy yo el que necesita que tú me bautices!'» (Mt 3,13-14)

EVANGELIO DEL DÍA: 13/12/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Lunes de la III Semana de Adviento


Libro de los Números 24,2-7.15-17.
Cuando alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él
y pronunció su poema, diciendo: "Oráculo de Balaam hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos.
¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel!
Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas.
El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado.
Entonces pronunció su poema, diciendo: "Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante;
oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis pero con los ojos abiertos.
Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel: golpea las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set.

Salmo 25(24),4-5.6-7.8-9.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud: Por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres.

Evangelio según San Mateo 21,23-27.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?".
Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: 'Del cielo', él nos dirá: 'Entonces, ¿por qué no creyeron en él?'.
Y si decimos: 'De los hombres', debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta".
Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". El, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto". 
Mt 21,23-27
Leer el comentario del Evangelio por 
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Sermón 288
«Jesús se presentó a Juan para que lo bautizara... Juan le dijo: '¡Soy yo el que necesita que tú me bautices!'» (Mt 3,13-14)
     «Muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron» (Mt 13,17). En efecto, estos santos personajes, llenos del Espíritu de Dios para anunciar la venida de Cristo, deseaban ardientemente, si era posible, gozar de su presencia en la tierra. Es por este motivo que Dios aplazaba la hora de retirar a Simeón de este mundo. Quería que pudiera contemplar, bajo la forma de un recién nacido, a aquel por quien el mundo fue creado (Lc 2,25s)... Simeón, pues, lo vio pero con rasgos de niño. Juan, por el contrario, lo vio cuando ya enseñaba y escogía a sus discípulos. ¿Dónde? En las orillas del río Jordán...

     Vemos aquí un símbolo y un enfoque del bautismo de Jesucristo, en este bautismo de preparación que le abría el camino, según las palabras de Juan: «Preparad los caminos del Señor, allanad sus senderos» (Mt 3,3). El mismo Señor quiso ser bautizado por su siervo para hacer comprender a los que reciben el bautismo del Señor, la gracia que se les otorga. Es entonces que comienza su reino, como para que se cumpla esta profecía: «Que domine de mar a mar, del Gran Río hasta el confín de la tierra» (Sl 71,8). En las orillas del río donde comienza esta dominación de Cristo, Juan vio al Salvador; lo vio, lo reconoció y dio testimonio de él. Juan se humilló ante la grandeza divina, para merecer que su humildad fuera levantada por esta grandeza. Se declara el amigo del Esposo (Jn 3,29), y ¿qué amigo? ¿Es un amigo que se considera un igual a su amigo? Lejos de él este pensamiento. ¿A qué distancia se coloca? «Yo no merezco, dice, agacharme para desatarle las correas de sus sandalias» (Mc 1,7).


lunes 13 Diciembre 2010

Santa Lucía



A Santa Lucía se le ha representado frecuentemente con dos ojos, porque según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los ojos por proclamar firmemente su fe.

Nació y murió en Siracusa, ciudad de Italia, y gracias a sus múltiples virtudes entre las que se destaca la sencillez, la humildad y la honradez, el Papa San Gregorio en el siglo VI puso su nombre a dos conventos femeninos que él fundó.

Según la tradición, cuando la santa era muy niña hizo a Dios el voto de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Lucía finalmente obtuvo el permiso de no casarse, pero el joven pretendiente, rechazado, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que la santa era cristiana, religión que estaba totalmente prohibido en esos tiempos de persecución. Santa Lucía fue llamada a juicio; fue atormentada para obligarla a adorar a dioses paganos, pero ella se mantuvo firme en su fe, para luego ser decapitada.







Oremos

Te pedimos, Señor, por intercesión de Santa Lucía, virgen y mártir, que llenes de luz y de gozo nuestros corazones, y que quienes hoy celebramos su martirio en la tierra lleguemos a contemplar con nuestros propios ojos tu gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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