EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Construir una casa

EVANGELIO DEL DÍA: 02/12/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Jueves de la I Semana de Adviento


Libro de Isaías 26,1-6.
Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá: Tenemos una ciudad fuerte, el Señor le ha puesto como salvaguardia muros y antemuros.
Abran las puertas, para que entre una nación justa, que se mantiene fiel.
Su carácter es firme, y tú la conservas en paz, porque ella confía en ti.
Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna.
El doblegó a los que habitaban en la altura, en la ciudad inaccesible; la humilló hasta la tierra, le hizo tocar el polvo.
Ella es pisoteada por los pies del pobre, por las pisadas de los débiles.

Salmo 118,1.8-9.19-21.25-27.
¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres;
es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos.
"Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor".
"Esta es la puerta del Señor: sólo los justos entran por ella".
Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, y él nos ilumina. "Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar".

Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.
No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande". 
Mt 7,21-21#Mt 7,24-27
Leer el comentario del Evangelio por 
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Sermones sobre los salmos, salmo 95, § 4
Construir una casa
     [El salmista dice:] «Grande es el Señor y muy digno de alabanza» (95,4). ¿Quién es este Señor grande y digno de alabanza si no el mismo Jesucristo? Seguro que sabéis que se apareció como hombre; sabéis que fue concebido en el seno de una mujer, que nació de su seno, que fe amamantado, llevado en sus brazos, circuncidado y que por él se presentó una ofrenda (Lc 2,24), y que creció. Sabéis también que fue abofeteado, cubierto de salivazos, coronado de espinas y crucificado, y que murió y fue traspasado por una lanza. Sabéis que sufrió todo esto: sí, «grande es el Señor y muy digno de alabanza». Guardaos bien de menospreciar su pequeñez; comprended su grandeza. Se hizo pequeño porque vosotros erais pequeños: comprended también cuán grande es, y seréis grandes con él. Es así como se construye una casa, así es como se levantan los grandes muros de una casa. Las piedras que traen para construir este edificio se hacen grandes: creced también vosotros, comprended cuán grande es Cristo, cuán grande es, muy grande, el que parece pequeño...

     ¿Qué puede decir la lengua humana para alabar al que es grande? Al decir «muy» grande, lo que hace es esforzarse para expresar lo que siente y cree..., pero es como si dijera: «Eso que no puedo expresar, intenta captarlo con el pensamiento; y, sin embargo, debes saber que eso que habrás captado es muy poca cosa». Lo que sobrepasa a todo pensamiento ¿cómo puede una lengua cualquiera traducirlo? «¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza!» Que él sea alabado, predicado, que sea anunciada su gloria, y sea elevada su mansión.


jueves 02 Diciembre 2010

Santa Bibiana



Santa Bibiana
Santa Bibiana es de las últimas víctimas de la persecución anticristiana de Julián el Apóstata (361-363). En una Passio Sanctae Bibianae, no anterior al siglo VII, se lee que el gobernador Aproniano, después de haber hecho asesinar a Fausto y a Dafrosa, seguro de poderse adueñar de su patrimonio, trató de obligar a la apostasía a las jóvenes hijas de los mártires.

Encerradas en la cárcel, Demetria murió antes de la terrible prueba. Bibiana, impávida y resuelta, enfrentó al gobernador, que, para debilitar su resistencia la confió inútilmente a una alcahueta. Entonces ordenó que Bibiana fuera atada a una columna y flagelada.

Llena de llagas por todo el cuerpo, finalmente la joven mártir entregó su alma a Dios. Echaron su cuerpo a los perros, pero unos cristianos lo rescataron y le dieron sepultura junte a la tumba de sus padres y de la hermana, cerca de su casa, en donde pronto construyeron una capilla y más tarde la actual basílica, sobre el monte Esquilino.

De esto da cuenta el biógrafo del Papa Simplicio (468-83), atribuyendo a este pontífice la construcción de la basílica en honor de la bienaventurada mártir Bibiana "juxta Licinianum ubi corpus eius requiescit".




Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que concediste a Santa Bibiana por la fe hasta derramar su sangre, hay que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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