EVANGELIO DEL DÍA

martes, 2 de noviembre de 2010

Entregarnos totalmente a él

EVANGELIO DEL DÍA: 03/11/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Miércoles de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario

Carta de San Pablo a los Filipenses 2,12-18.
Por eso, queridos míos, ustedes que siempre me han obedecido, trabajen por su salvación con temor y temblor, no solamente cuando estoy entre ustedes, sino mucho más ahora que estoy ausente.
Porque Dios es el que produce en ustedes el querer y el hacer, conforme a su designio de amor.
Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones:
así serán irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación extraviada y pervertida, dentro de la cual ustedes brillan como haces de luz en el mundo,
mostrándole la Palabra de Vida. De esa manera, el Día de Cristo yo podré gloriarme de no haber trabajado ni sufrido en vano.
Y aunque mi sangre debiera derramarse como libación sobre el sacrificio y la ofrenda sagrada, que es la fe de ustedes, yo me siento dichoso y comparto su alegría.
También ustedes siéntanse dichosos y alégrense conmigo.


Salmo 27,1.4.13-14.
De David. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor.


Evangelio según San Lucas 14,25-33.
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
"Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 
 Lc 14,25-33
Leer el comentario del Evangelio por 
San Macario (?-405), monje en Egipto
Homilías espirituales
Entregarnos totalmente a él
     ¿Cómo es posible que, a pesar de todos los ánimos y todas las promesas que nos hace el Señor, rechacemos entregarnos totalmente y sin reservas a él, y no renunciemos a todas las cosas e incluso a nuestra propia vida, tal como se dice en el Evangelio (Lc 14,26), y no le amemos sólo a él y a nada más que él? 


     Considera todo lo que ha sido hecho para nosotros: ¡cuánta gloria nos ha sido dada, cuántas cosas ha dispuesto el Señor a lo largo de la historia de salvación desde los padres y los profetas, cuántas promesas, cuántas exhortaciones, cuánta compasión por parte del Amo desde los orígenes! Al final manifestó su indecible solicitud hacia nosotros viniendo a vivir él mismo con nosotros y muriendo en una cruz para que nos convirtiéramos y llevarnos de nuevo a la vida. Y nosotros seguimos sin dejar de lado nuestra propia voluntad, nuestro amor a las cosas del mundo, nuestras predisposiciones y nuestros malos hábitos, pareciéndonos, en eso, a los hombres de poca fe e incluso sin fe alguna.


     Y sin embargo y a pesar de ello, fíjate como Dios se nos muestra lleno de una suave bondad. Nos protege y nos cuida invisiblemente; a pesar de nuestras faltas no nos entrega definitivamente a la maldad y a las ilusiones del mundo; según su enorme paciencia evita que perezcamos y de lejos nos acecha aguardando el momento que volvamos a él. 

                    


miércoles 03 Noviembre 2010

San Martín de Porres




San Martín de Porres





San Martín de Porres es muy popular en toda América. No sólo ejerce el atractivo que han ejercido siempre los sencillos cuando el Señor ha querido glorificarlos, sino que su misma persona constituye todo un símbolo.




Nacido en Lima (Perú) como hijo natural de un caballero español y de una mulata en 1579, representa entre los santos a los «coloured men» del Nuevo Mundo, a ese pueblo de gentes de color que se ven dolorosamente humillados por su condición de negros.




Era Martín enfermero cuando entró como terciario laico en el convento de Dominicos de Lima, en el que fue recibido a la profesión (1603) siguió ejerciendo su profesión dentro del convento para con sus hermanos. El cuidado que ponía por los enfermos se extendía aun a los animales: perros, gatos, pavos, y aun ratones, eran objeto de su solicitud. A Martín le agradaba el ayuno y la oración: sobre todo el orar de noche, a ejemplo de Jesús. En la oración obtenía grandes luces que hacían maravillosas sus lecciones de catecismo.




Su vida entera, oculta y radiante a un mismo tiempo se desarrolló dentro de un mundo lleno de ángeles y demonios en el que Martín conservó siempre una perfecta serenidad. Murió en 1639.






Oremos  



Señor, Dios nuestro, que llevaste a San Martín de Porres a la gloria celestial, por medio de una vida escondida y humilde, concédenos seguir de tal manera sus ejemplos, que merezcamos, como él, ser llevados al cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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