EVANGELIO DEL DÍA

martes, 26 de octubre de 2010

«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24)

EVANGELIO DEL DÍA: 26/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Martes de la XXX Semana del Tiempo Ordinario


Carta de San Pablo a los Efesios 5,21-33.
Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.
Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor,
porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.
Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella,
para santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra,
porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.
Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo.
Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia,
por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne.
Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.
En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como así mismo, y la esposa debe respetar a su marido.

Salmo 128(127),1-2.3.4-5.
Canto de peregrinación. ¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien.
Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa.
¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén

Evangelio según San Lucas 13,18-21.
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo?
Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".
Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa". 
 Lc 13,18-21
Leer el comentario del Evangelio por 
San Máximo de Turín (?-hacia 420), obispo 
CC Sermón 25; Pl 57, 509s
«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24)
     «Un hombre cogió un grano de mostaza y lo echó en su jardín; creció y se hizo un gran árbol, y los pájaros del cielo se cobijaban en sus ramas.» Busquemos a quien se aplica todo esto... Yo creo que la comparación se aplica exactamente a Cristo nuestro Señor el cual, naciendo como un grano en la humildad de la condición humana, al final sube al cielo como un árbol. Cristo, destrozado en su Pasión, es el grano; y llega a ser un árbol en la resurrección. Sí, es también un grano cuando, hambriento, sufre la falta de alimento; es un árbol cuando, con cinco panes, sacia a cinco mil personas (Mt 14,13s). Allí soporta la desnudez de su condición humana, aquí reparte hasta la saciedad por la fuerza de su divinidad.

     Diré que el Señor es grano cuando es golpeado, despreciado, injuriado; es árbol cuando devuelve la vista a los ciegos, resucita a los muertos y perdona los pecados. Él mismo reconoce que es grano: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere...» (Jn 12,24)


SAN EVARISTO
Papa y mártir
(+ 108)

Hay que decir inmediatamente que tenemos pocas noticias seguras respecto de San Evaristo, uno de los primeros sucesores de San Pedro: San Ireneo y San Eusebio, en efecto, lo señalan como el inmediato sucesor de San Clemente, y por tanto él fue Papa hacia el año 100, o más exactamente «obispo de Roma»: conviene precisar esto, porque entonces el título de «Papa» o sea padre, se le daba a cualquier autoridad religiosa: sólo a partir del siglo VI se reservó ese nombre para el romano Pontífice. No es segura la fecha exacta del comienzo del pontificado de San Evaristo, porque Julio el Africano lo presenta como Papa del 97 al 105, y el Liber pontificalis precisa que él fue Papa durante nueve años y diez meses y que ejerció el sumo pontificado bajo los emperadores Domiciano (muerto en el 96), Nerva (96-98), Trajano (muerto en el 117), y más exactamente «desde el consulado de Valente y Vetus (96) hasta el de Galo y Bradua (108)».

El mismo Liber informa que él era un griego originario de Antioquía, y que su padre, llamado Judas, era un judío de Belén. Y también informa que San Evaristo fue mártir, y este testimonio se encuentra también en el Martirologio Romano en el que se encuentra lo siguiente: «En Roma (se festeja) a San Evaristo, Papa y Mártir, el cual, bajo el emperador Adriano coloreó de púrpura con su sangre la Iglesia de Dios».

La tradición habla de las dos disposiciones tomadas por San Evaristo en el ejercicio de su pontificado. Esto es, la distribución de los sacerdotes de Roma en los veinticinco títulos o iglesias parroquiales de la ciudad, que ya habrían sido instituidos por San Cleto, y además la disposición de que los diáconos estuvieran al lado del obispo cuando este predicaba y proclamaba el prefacio de la Misa, para testimoniar en caso de necesidad la ortodoxia y al mismo tiempo para dar más solemnidad a la celebración.

A San Evaristo se le atribuye también una cierta reglamentación de las solemnes ceremonias de la consagración de las iglesias, y que se inspiran en la dedicación del templo de Salomón, pero es una noticia que no tiene fundamento histórico.

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