EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 13 de septiembre de 2010

«Tanto amó Dios al mundo»

EVANGELIO DEL DÍA: 14/09/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


La Exaltación de la Santa Cruz - Fiesta


Libro de los Números 21,4-9.
Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia
y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!".
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo,
y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.

Salmo 78(77),1-2.34-35.36-37.38.
Poema de Asaf. Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca:
yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado.
Cuando los hacía morir, lo buscaban y se volvían a él ansiosamente:
recordaban que Dios era su Roca, y el Altísimo, su libertador.
Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas;
su corazón no era sincero con él y no eran fieles a su alianza.
El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor:

Evangelio según San Juan 3,13-17.
Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 
 Jn 3,13-17
Leer el comentario del Evangelio por 
San Juan Crisóstomo (345-407), presbítero en Antioquia, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre «Padre, si es posible»
«Tanto amó Dios al mundo»
     Es la cruz la que ha reconciliado a los hombres con Dios, que ha hecho de la tierra un cielo, que ha reunido a los hombres con los ángeles. Ella ha derribado la ciudadela de la muerte, destruido el poder del diablo, liberado a la tierra del error, puesto los cimientos de la Iglesia. La cruz es la voluntad dada al Padre, la gloria del Hijo, la exultación del Espíritu Santo...

     La cruz es más resplandeciente que el sol, porque, cuando el sol se oscurece, la cruz brilla; y el sol se oscurece, no en el sentido de quedar aniquilado, sino que es vencido por el resplandor de la cruz. La cruz ha hecho pedazos el acta de nuestra condena, ha roto las cadenas de la muerte. La cruz es la manifestación del amor de Dios: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él».

     La cruz ha abierto el paraíso y ha introducido en él al malhechor (Lc 23,43) y ha llevado al Reino de los cielos al género humano abocado a la muerte.



martes 14 Septiembre 2010

La Exaltación de la Santa Cruz



La Exaltación de la Santa Cruz  
Este día nos recuerda el hallazgo de la Santa Cruz en el año 320, por parte de Santa Elena, madre de Constantino. Más tarde Cosroas, rey de Persia se llevó la cruz a su país. Heraclio la devolvió a Jerusalén.   El cristianismo es un mensaje de amor. ¿Por qué entonces exaltar la Cruz? Además la Resurrección, más que la Cruz, da sentido a nuestra vida.   Pero ahí está la Cruz, el escándalo de la Cruz, de San Pablo. Nosotros no hubiéramos introducido la Cruz. Pero los caminos de Dios son diferentes.Los apóstoles la rechazaban. Y nosotros también.

La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor.   Jesús no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre nosotros.

Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha venido para acompañarlo con su presencia. En presencia del dolor y muerte de Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo un tremendo misterio.

Jesús, en plena juventud, es eliminado y lo acepta para abrirnos el paraíso con la fuerza de su bondad: "En plenitud de vida y de sendero dio el paso hacia la muerte porque El quiso. Mirad, de par en par, el paraíso, abierto por la fuerza de un Cordero" (Himno de Laudes).

En toda su vida Jesús no hizo más que bajar: en la Encarnación, en Belén, en el destierro. Perseguido, humillado, condenado. Sólo sube para ir a la Cruz. Y en ella está elevado, como la serpiente en el desierto, para que le veamos mejor, para atraernos e infundirnos esperanza. Pues Jesús no nos salva desde fuera, como por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas.

Jesús no está en la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente.   Pero el discípulo no es de mejor condición que el maestro, dice Jesús. Y añade: "El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Es fácil seguir a Jesús en Belén, en el Tabor. ¡Qué bien estamos aquí!, decía Pedro. En Getsemaní se duerme, y, luego le niega.   "No se va al cielo hoy ni de aquí a veinte años.

Se va cuando se es pobre y se está crucificado" (León Bloy). "Sube a mi Cruz. Yo no he bajado de ella todavía" (El Señor a Juan de la Cruz). No tengamos miedo. La Cruz es un signo más, enriquece, no es un signo menos. El sufrir pasa, el haber sufrido -la madurez adquirida en el dolor- no pasa jamás. La Cruz son dos palos que se cruzan: si acomodamos nuestra voluntad a la de Dios, pesa menos.

Si besamos la Cruz de Jesús, besemos la nuestra, astilla de la suya.   Es la ambigüedad del dolor. El que no sufre, queda inmaduro. El que lo acepta, se santifica. El que lo rechaza, se amarga y se rebela.






Esaltazione della Santa Croce


Himno (laudes)

Brille la cruz del Verbo luminosa,

Brille como la carne sacratísima

De aquel Jesús nacido de la Virgen

Que en la gloria del Padre vive y brilla.

Gemía Adán, doliente y conturbado,

Lágrimas Eva junto a Adán vertía;

Brillen sus rostros por la cruz gloriosa,

Cruz que se enciende cuándo el Verbo expira.

¡ Salve cruz de los montes y caminos,

junto al enfermo suave medicina,

regio trono de Cristo en las familias,

cruz de nuestra fe, salve, cruz bendita!

Reine el señor crucificado,

Levantando la cruz donde moría;

Nuestros enfermos ojos buscan luz,

Nuestros labios, el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos,

Pecadores, con manos deicidas;

Te adoramos, ornato del Señor,

Sacramento de nuestra eterna dicha.  Amén



Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la Cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Himno (vísperas)

Las banderas reales se adelantan

Y las cruz misteriosa en ellas brilla:

La cruz en que la vida sufrió muerte

Y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.

Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo

Que, al ser herido por la lanza dura,

Derramó sangre y agua en abundancia

Para lavar con ellas nuestras culpas.

En ella se cumplió perfectamente

Lo que David profetizó en su verso,

Cuándo dijo a los pueblos de la tierra:

« Nuestro Dios reinará desde un madero».

¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso,

árbol hornado con la regia púrpura

y destinado a que su tronco digno

sintiera el roce de la carne pura!

¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes,

en que estuvo colgado nuestro precio,

fuiste balanza para el cuerpo santo

que arrebató su presa a los infiernos!

A ti, que eres la única esperanza,

Te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos

Que acrecientes la gracia de los justos

Y borres los delitos de los malos.

Recibe, oh Trinidad, fuente salubre

La alabanza de todos los espíritus,

Y tú que con tu cruz nos das el triunfo,

Añádenos el premio, oh Jesucristo.  Amén

No hay comentarios: