EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 16 de agosto de 2010

Dejarlo todo para seguir a Cristo

EVANGELIO DEL DÍA: 17/08/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Martes de la XX Semana del Tiempo Ordinario


Libro de Ezequiel 28,1-10.
La palabra del Señor me llegó en estos términos:
Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así habla el Señor: Tu corazón se llenó de arrogancia y dijiste: "Yo soy un dios; estoy sentado en un trono divino, en el corazón de los mares". ¡Tú, que eres un hombre y no un dios, te has considerado igual a un dios!
Sí, eres más sabio que Daniel: ningún secreto te supera.
Con tu sabiduría y tu inteligencia, te has hecho una fortuna, acumulaste oro y plata en tus tesoros.
Por tu gran habilidad para el comercio fuiste acrecentando tu fortuna, y tu corazón se llenó de arrogancia a causa de tantas riquezas.
Por eso, así habla el Señor: Porque te has considerado igual a un dios,
yo traigo contra ti gente extranjera, las más feroces de las naciones: ellos desenvainarán la espada contra tu bella sabiduría, y profanarán tu esplendor.
Te precipitarán en la Fosa y morirás de muerte violenta en el corazón de los mares.
¿Te atreverás a decir: "Yo soy un dios", delante de tus verdugos? Serás un hombre, no un dios, en manos de los que te traspasen.
Tendrás la muerte de los incircuncisos, en manos de extranjeros, porque yo he hablado -oráculo del Señor-.

Deuteronomio 32,26.27-28.30.35-36.
Yo me propuse reducirlos a polvo y borrar su recuerdo de entre los hombres,
pero temí que sus enemigos se jactaran, que cayeran en el error y dijeran: "Nuestra mano ha prevalecido, no es el Señor el que hizo todo esto".
Porque esa gente ha perdido el juicio y carece de inteligencia.
¿Cómo podría uno solo desbandar a mil y dos, poner en fuga a diez mil, si su Roca no los hubiera vendido y el Señor no los hubiera entregado?
Mía será la venganza y la retribución en el momento que vacilen sus pies, porque está cerca el día de su ruina y ya se precipita el desenlace.
Sí, el Señor hará justicia con su pueblo y tendrá compasión de sus servidores. Cuando vea que sus manos flaquean y ya no quedan esclavos ni hombres libres,

Evangelio según San Mateo 19,23-30.
Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos".
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. 
Mt 19,23-30
Leer el comentario del Evangelio por 
San Pedro Damián (1007-1072), ermitaño, después obispo, doctor de la Iglesia
Sermón 9; PL 144, 549-553
Dejarlo todo para seguir a Cristo
     En verdad es una gran cosa «dejarlo todo», pero hay una cosa todavía más grande que es «seguir a Cristo» porque, tal como nos lo enseñan los libros, son muchos los que lo han dejado todo pero no han seguido a Cristo. Seguir a Cristo es nuestra tarea, nuestro trabajo, en esto consiste lo esencial de la salvación del hombre, pero no podemos seguir a Cristo si no abandonamos todo lo que nos impide seguirle. Porque «sale contento como un héroe» (sal 18,6), y nadie puede seguirle si lleva una pesada carga.

     «He aquí, dice Pedro, que nosotros lo hemos dejado todo», no solamente los bienes de este mundo sino también los deseos de nuestra alma. Porque no lo ha dejado todo el que sigue atado aunque sólo sea a sí mismo. Más aún, de nada sirve haber dejado todo lo demás a excepción de sí mismo, porque no hay carga más pesada para el hombre que su propio yo. ¿Qué tirano hay más cruel, amo más despiadado  para el hombre que su voluntad propia?... Por consiguiente, es preciso que abandonemos nuestras posesiones y nuestra voluntad propia si queremos seguir a aquel que no tenía «donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58), y que ha venido «no para hacer su voluntad, sino la voluntad del que le ha enviado» (Jn 6,38).



martes 17 Agosto 2010

San Jacinto



San Jacinto
En Cracovia, en Polonia, san Jacinto,  presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por  santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y,  teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico,  predicó el Evangelio en Bohemia y Silesia (1257).
La  Iglesia está en plena era feudal propia de la época.  Los obispos y abades son grandes señores con mucho poder  e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles  y reyes. También un Francisco de Asís habla a las  aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido  centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la  obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por  arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se  escapan a su control.

Jacinto en hijo de los condes de  Konskie; nació en el castillo de Lanka, fortaleza que domina  la villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo derecho  en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum  es nombrado canónigo de Cracovia.

Un viaje a Roma va a  influir de modo decisivo en su vida. Iba a la  Ciudad Eterna acompañando con otros clérigos a su tío Yvon  Odrowaz, entonces obispo de Cracovia, para hacer visita reglamentaria al  Papa; ésta es la ocasión para conocer a Santo Domingo  de Guzmán que está allí cumpliendo encargos de Honorio III.  El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo  lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo  fue la súplica y el ruego esperanzado de conseguir religiosos  misioneros para Cracovia que estaba necesitada de sacerdotes y de  instrucción. No cuenta Domingo con predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de  los acompañantes del obispo polaco se muestran dispuestos a ser  recibidos por el fundador entre los dominicos; como son ya  sacerdotes, reciben una formación específica intensiva: corto noviciado, retoques de  espíritu y ¡a predicar y fundar conventos!. Han aprendido unas  normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina y estar dispuestos  a sellar con su sangre su verdad.

Cracovia está situada en  una planicie ondulada, bañada por el Vístula y cercada de  bosques de pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas.  El día de todos los santos del 1222 llegó Jacinto  ya dominico y misionero. Se va haciendo conocer por los  labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo. Construye un primer  convento de madera y luego le llegan donaciones hasta que  Cracovia se llega a convertir en cuna de predicadores del  norte de Europa.

La frontera oriental limita con Prusia, aún un  país pagano, semibárbaro e idólatra. Allí va Jacinto a ser  su misionero. Y le sigue la fama de los milagros.  Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y  desiertas, la que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev. Por aquellas  tierras sí que conocen las gentes a Jesús; pero son  cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La Iglesia católica occidental  que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero  una curación milagrosa de la ceguera de la hija del  príncipe Wladimiro le abre la posibilidad de fundar el primer  monasterio occidental en Rusia.

Vienen las invasiones tártaras con Batou, hijo  de Gengis-Kan, al frente de sus implacables y demoledoras huestes  que llegaron a las mismas puertas de Hungría, Polonia y  Austria, haciendo temblar a todo el occidente; hicieron que Jacinto  hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse al interior  del continente hasta que pudiera volverse a reemprender la siembra.

La  leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia,  Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por  cuántos sitios más. No se dispone de datos históricos con  los que puedan apoyarse todas estas correrías del santo. Más  bien parece que son producto de la imaginación o que  intentan afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a  hacer lo que materialmente él no pudo.

Muere Jacinto (o Jacek,  como debió ser su genuino nombre) en su convento de  Cracovia, el 15 de Agosto de 1257, dejando sembrada Polonia  de innumerables conventos y de frailes. No extraña por ello  que los polacos lo tengan como patrón principal. Hizo irradiar  el Evangelio hasta los confines de Europa con éxitos apostólicos  en ocasiones no muy duraderos, pero que afianzaban la fe  en su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior  de sus fronteras.
BUTLER, Lives of the Saints; KNOPFLER in Kirchenlex.;HEIMBUCHER, Die Orden u. Kongreg., II (Paderborn, 1907), 110, 154;  BERTOLOTTI, Vita di San Giacinto (Monza, 1903); Lebensbeschr. der Heil. und Sel. des Dominikanerordens (Dulmen, 1903); FLAVIGNY, H. et ses compagnons (Paris, 1899).




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