EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 14 de julio de 2010

«Sed discípulos míos»

EVANGELIO DEL DÍA: 15/07/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68



Jueves de la XV Semana del Tiempo Ordinario


Libro de Isaías 26,7-9.12.16-19.
La senda del justo es recta, tu allanas el sendero del justo.
Sí, en la senda trazada por tus juicios, esperamos en ti, Señor: tu Nombre y tu recuerdo son el deseo de nuestra alma.
Mi alma te desea por la noche, y mi espíritu te busca de madrugada, porque cuando tus juicios se ejercen sobre la tierra, los habitantes del mundo aprenden la justicia.
Señor, tú nos aseguras la paz, porque eres tú el que realiza por nosotros todo lo que nosotros hacemos.
En medio de la angustia, Señor. acudimos a ti, clamamos en la opresión, cuando nos golpeaba tu castigo.
Como la mujer embarazada, que está por dar a luz, se refuerce y da gritos de dolor, así éramos nosotros delante de ti, Señor.
Hemos concebido, nos hemos retorcido, y no dimos a luz más que viento. ¡No hemos traído la salvación a la tierra, no le nacieron habitantes al mundo!
Pero tus muertos revivirán, se levantarán sus cadáveres. ¡Despierten y griten de alegría los que yacen en el polvo! Porque tu rocío es un rocío de luz, y la tierra dará vida a las Sombras.

Salmo 102(101),13-14.15.16-18.19-21.
Pero tú, Señor, reinas para siempre, y tu Nombre permanece eternamente.
Tú te levantarás, te compadecerás de Sión, porque ya es hora de tenerle piedad, ya ha llegado el momento señalado:
tus servidores sienten amor por esas piedras y se compadecen de esas ruinas.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria.
Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti,

Evangelio según San Mateo 11,28-30.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". 
Mt 11,28-30
Leer el comentario del Evangelio por 
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descaza, doctor de la Iglesia
Oración para obtener la humildad, Oración nº 20
«Sed discípulos míos»
     Oh Jesús, cuando estabais en la tierra como viajero, habéis dicho: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.» Oh poderoso monarca de los cielos, sí, mi alma encuentra reposo viéndoos revestido bajo  la forma y naturaleza de esclavo (Fl 2,7), abajándoos hasta lavar los pies a los apóstoles. Es entonces cuando me acuerdo de estas palabras que habéis pronunciado para enseñarnos a practicar la humildad: «Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis; el criado no es más que su amo. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica» (Jn 13, 15-17).  Comprendo, Señor, estas palabras salidas de vuestro corazón manso y humilde, las quiero practicar con la ayuda de vuestra gracia.

     Quiero abajarme humildemente y someter mi voluntad a la de mis hermanas, no contradecirlas en nada y sin examinar si ellas tienen o no derecho a mandarme. Nadie, Amado mío, tenía ese derecho sobre Vos, y sin embargo habéis obedecido no sólo a la santa Virgen y a san José, sino incluso a vuestros verdugos. Y en nuestro tiempo, es en la hostia que veo os abajáis al máximo. ¡Qué grande es vuestra humildad, oh divino Rey de la gloria... Oh Amado mío, bajo el velo de la blanca hostia es cuando me parecéis más manso y humilde de corazón!... ¡Oh Jesús, manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al vuestro!


jueves 15 Julio 2010

San Buenaventura



Obispo y doctor de la Iglesia (1218-1274) Nació en Bagnoregio, cerca de Viterbo (Italia) en 1218. Pronto destacó por su capacidad intelectual. Estudió filosofía y teología en París. Ya Maestro, enseñó estas mismas ciencias a sus compañeros franciscanos. Ocupó el cargo de Superior General de su Orden ejerciéndolo con sabiduría y prudencia. Al final de su vida fue elegido cardenal obispo de Albano. Murió en Lyon en el año 1274. Dejó a la posteridad obras filosóficas, teológicas y espirituales.  
Contaba veintidós años cuando, en 1243, recibía el sayal franciscano tomando el nombre de Buenaventura. Desde su adolescencia le había seducido el ideal del Pobre de Asís, cuyo historiador sería un día. Asimismo, se encontraría también un día al frente de la familia de Francisco (1257-1273) esforzándose por conciliar dentro de ella las exigencias de la vida evangélica con la indispensable organización de una Orden extendida por el mundo.    
No tardó Buenaventura en mostrarse como un espíritu de una hondura poco común. Como estudiante, y más tarde como profesor en la Universidad de París, intentó elaborar una síntesis del saber a la luz de Cristo. Su maestro fue San Agustín. Por consiguiente, dentro a un mismo tiempo de la escuela agustiniana y del espíritu de San Francisco, descubrió el Itinerario de la mente hacia Dios. A aquel que se adentre por esta senda, le aconseja que dé «menos importancia a la lengua que a la alegría interior; que mire menos a las palabras y a los libros que al don de Dios, es decir, al Espíritu Santo». 
  En 1273, Buenaventura fue nombrado cardenal obispo de Albano y, al año siguiente hubo de intervenir en el Concilio de Lyon, que intentaría reunir a las Iglesias griega y latina. Luego de haber trabajado en favor de esta efímera unión, murió en Lyon (1274). ¿Alguna vez advertiste que la mayoría de la gente rica y famosa tiende a casarse con otra gente rica y famosa? Se postulan un montón de razones, entre ellas que es más fácil para alguien ya famoso soportar las presiones de la vida de celebridad.  
A menudo la razón real es sobreseída: la gente tiende a enamorarse de la gente con quien se asocia. Como Mark Twain humorísticamente lo expuso: «La familiaridad se reproduce.» Dado que la gente rica y famosa tiende a apuntarse con otra gente rica y famosa, es natural que sus vidas se entrelacen. 
  Lo mismo sucede con los santos. No sólo tienden a asociarse unos con otros, sino que también tienden a influenciarse entre sí. San Buenaventura conoció a dos de los más grandes santos del mundo: San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino.    De joven, San Francisco lo curó de una grave enfermedad. Luego, mientras estudiaba en la Universidad de París, se hizo amigo de Tomás de Aquino. Ambos recibieron al mismo tiempo su graduación como doctores en teología. Dado que sabemos que eran amigos, podemos suponer que ambos grandes santos compartirían y hablarían a menudo de su fe. Se hicieron amigos espirituales así como compañeros sociales.  
Hablar de la fe con un amigo espiritual puede ser un gran consuelo. Nuestros amigos pueden reforzamos en momentos de prueba y animamos en tiempos de duda. Pueden dar brillantez a nuestras vidas y hacer que resulte más fácil de andar el camino hacia la madurez espiritual




Oremos

Dios todopoderoso, al celebrar hoy la festividad del obispo San Buenaventura, te pedimos nos concedas saber aprovechar sus preclaras enseñanzas e imitar su ardiente amor hacia ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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