EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 16 de junio de 2010

«Vosotros, pues, orad así: 'Padre Nuestro...'»

EVANGELIO DEL DÍA: 17/06/2010

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68



Jueves de la XI Semana del Tiempo Ordinario


Libro de Eclesiástico 48,1-15.
Después surgió como un fuego el profeta Elías, su palabra quemaba como una antorcha.
El atrajo el hambre sobre ellos y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor, cerró el cielo, y también hizo caer tres veces fuego de lo alto.
¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios! ¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?
Tú despertaste a un hombre de la muerte y de la morada de los muertos, por la palabra de Altísimo.
Tú precipitaste a reyes en la ruina y arrojaste de su lecho a hombres insignes:
tú escuchaste un reproche en el Sinaí y en el Horeb una sentencia de condenación;
tú ungiste reyes para ejercer la venganza y profetas para ser tu sucesores
tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego por un carro con caballos de fuego.
De ti está escrito que en los castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán y los que se durmieron en el amor, porque también nosotros poseeremos la vida!
Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu. Durante su vida ningún jefe lo hizo temblar, y nadie pudo someterlo.
Nada era demasiado difícil para él y hasta en la tumba profetizó su cuerpo.
En su vida, hizo prodigios y en su muerte, realizó obras admirables.
A pesar de todo esto, el pueblo no se convirtió ni se apartó de sus pecados. hasta que fue deportado lejos de su país, y dispersado por toda la tierra.

Salmo 97(96),1-2.3-4.5-6.7.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono.
Un fuego avanza ante él y abrasa a los enemigos a su paso;
sus relámpagos iluminan el mundo; al verlo, la tierra se estremece.
Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.
Se avergüenzan los que sirven a los ídolos, los que se glorían en dioses falsos; todos los dioses se postran ante él.

Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. 
Mt 6,7-15
Leer el comentario del Evangelio por 
Cardenal Joseph Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
El Dios de Jesucristo
«Vosotros, pues, orad así: 'Padre Nuestro...'»
     Sin Jesús no sabemos, verdaderamente, qué es un «Padre». Es en su oración que se nos ha sido dado comprenderlo claramente, y esta oración le pertenece intrínsecamente. Un Jesús que no fuera perpetuamente sumergido en el Padre, o que no estuviera en una permanente comunicación íntima con él, sería un ser totalmente diferente al Jesús de la Biblia y al verdadero Jesús de la historia. Su vida surge del núcleo de su oración; es a partir de ella que ha comprendido a Dios, al mundo y a los hombres...

     Surge entonces una nueva pregunta: ¿esta comunicación... es igualmente esencial al Padre que él invoca hasta el punto de que también él sería diferente si no fuera invocado con este nombre? ¿O bien sólo le roza sin penetrar en él? La respuesta es la siguiente: al Padre le corresponde decir «Hijo» de la misma manera que a Jesús le corresponde decir «Padre». Sin esta invocación tampoco Jesús sería él mismo. Jesús no tiene tan sólo un contacto exterior con el Padre; es parte consistente del ser divino de Dios en tanto que Hijo. Incluso antes de crear el mundo, Dios era ya el Amor del Padre y del Hijo. Si puede ser nuestro Padre y la medida de toda paternidad, es porque él mismo es Padre desde toda la eternidad. Así, pues, en la oración de Jesús la misma interioridad de Dios se hace visible; vemos cómo es Dios. La fe en el Dios trinitario es la explicación de lo que es la oración de Jesús. En esta oración la Trinidad se nos muestra con toda claridad...

     Ser cristiano, pues, significa: participar en la oración de Jesús, hacer que él, es decir, en su modelo de oración, sea nuestro modelo de vida. Ser cristiano significa: decir con él «Padre» y así ser hijo, hijo de Dios –Dios- en la unidad del Espíritu que hace que seamos nosotros mismos, y a través de esta realidad nos agrega a la unidad de Dios. Ser cristiano significa: mirar al mundo a partir de su núcleo, y a través de ello llegar a ser libres, llenos de esperanza, decididos y confiados.

                    



jueves 17 Junio 2010

Dogma Trinitario



  Dogma trinitario
EL DOGMA DE LA TRINIDAD

La Trinidad es el término empleado para significar la doctrina central de la religión Cristiana: la verdad que en la unidad del Altísimo, hay Tres Personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, estas Tres Personas siendo verdaderamente distintas una de la otra. De este modo, en palabras del Credo Atanasio: "El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y, sin embargo, no hay tres Dioses sino uno solo". En esta Trinidad de Personas, el Hijo proviene del Padre por una generación eterna, y el Espíritu Santo procede por una procesión eterna del Padre y el Hijo.

Sin embargo y a pesar de esta diferencia, en cuanto al orígen, las Personas son co-eternas y co-iguales: todos semejantes no creados y omnipotentes. Esto, enseña la Iglesia, es la revelación en relación a la naturaleza de Dios, donde Jesucristo, el Hijo de Dios, vino al mundo a entregarla al mundo: y la cual, la Iglesia, propone al hombre como el fundamento de todo su sistema dogmático.    En las Escrituras, aún no hay ningún término por el cual las Tres Personas Divinas sean denotadas juntas.

La palabras trias ( de la cual su traducción latina es trinitas) fué primeramente encontrada en Teófilo de Antioquía cerca del año 180 D.C. El habla de "la Trinidad de Dios (el Padre), su Palabra y su Sabiduría ("Ad. Autol.", II, 15). El término, desde era usado antes de su tiempo. Más tarde, aparece en su forma Latina de trinitas en Tertuliano ("De pud". C. Xxi). En el siglo siguiente, la palabra tiene uso general.

Se encuentra en muchos pasajes de Orígenes ("In Ps. Xvii", 15). El primer credo en el cual aparece es aquel del pupilo de Orígenes, Gregorio Thaumaturgus. En su Ekthesis tes pisteos compuesto entre los años 260 and 270, escribe:   Por lo tanto, no hay nada creado, nada sujeto a otro en la Trinidad: tampoco hay nada que haya sido añadido como si alguna vez no hubiera existido, pero que ingresó luego: por lo tanto, el Padre nunca ha estado sin el Hijo, ni el Hijo sin el Espíritu: y esta misma Trinidad es inmutable e inalterable por siempre. (P.G.,X, 986).

Es evidente que un dogma tan misterioso, presupone una revelación Divina. Cuando el hecho de la revelación, entendida en su sentido total como el discurso de Dios al hombre, ya no es admitida, el rechazo a la doctrina le sigue como consecuencia necesaria. Por esta razón, no tiene lugar en el Protestantismo Liberal de hoy.

Los escritores de esta escuela sostienen que la doctrina de la Trinidad, como profesada por la Iglesia, no está contenida en el Nuevo Testamento, sino que fué formulada por primera vez en el siglo II recibiendo aprobación final en el siglo cuarto, como resultado de las controversias Arianas y Macedonias.

En virtud de esta aserción es necesario considerar con algún detalle, la evidencia entregada por las Sagradas Escrituras. Recientemente, se han hecho algunos intentos por aplicar las teorías mas extremas de religiones comparativas para la doctrina de la Trinidad y responder a ella a través de una ley natural imaginaria que urge a los hombres a agrupar los objetos de su adoración en tres.

Parece innecesario dar mas referencia a estos extravagantes puntos de vista, los cuales pensadores serios de cada escuela rechazan como carentes de fundamento.




  Oremos  
Dios Padre, que has enviado al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu de santificación para revelar a los hombres tu misterio admirable, concédenos que, al profesar la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unidad de tu majestad omnipotente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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