EVANGELIO DEL DÍA

viernes, 21 de mayo de 2010

«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme»

EVANGELIO DEL DÍA: 22/05/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Sábado de la VII Semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 28,16-20.30-31.
Cuando llegamos a Roma, recibió autorización para alojarse en una casa particular con un soldado que lo custodiara.
Tres días después convocó a los judíos principales, y cuando se reunieron les dijo: "Hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros padres, fui arrestado en Jerusalén y puesto en manos de los romanos.
Después de interrogarme, quisieron dejarme en libertad, porque no encontraban en mí nada que mereciera la muerte;
pero ante la oposición de los judíos, me vi obligado a apelar al Emperador, sin querer por esto acusar en nada a mi pueblo.
Por eso he querido verlos y hablarles, ya que a causa de la esperanza de Israel llevo estas cadenas".
Pablo vivió dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que querían verlo,
proclamando el Reino de Dios, y enseñando con toda libertad y sin encontrar ningún obstáculo, lo concerniente al Señor Jesucristo.

Salmo 11,4.5.7.
Pero el Señor está en su santo Templo, el Señor tiene su trono en el cielo. Sus ojos observan el mundo, sus pupilas examinan a los hombres:
el Señor examina al justo y al culpable, y odia al que ama la violencia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia, y los que son rectos verán su rostro.

Evangelio según San Juan 21,20-25.
Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?".
Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?".
Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme".
Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?".
Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.
Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían. 
Jn 21,20-25
Leer el comentario del Evangelio por 
Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza, doctor de la Iglesia
Poesía «Vuestra soy, para vos nací»
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme»
     Vuestra soy, para vos nací:
¿qué mandáis hacer de mí?

     Soberana Majestad,
eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
la gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

     Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?

     ¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

     Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma:
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?

     Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad;
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué queréis hacer de mí?

     Vuestra soy, para vos nací:
¿qué mandáis hacer de mí? 




sábado 22 Mayo 2010

Santa Rita de Cascia



Santa Rita de Casia 
Santa Rita nació en 1381 junto a Casia, su segunda patria, en la hermosa Umbría, tierra de Santos: Benito, Escolástica, Francisco, Clara, Angela, Gabriel... Santa Rita pertenece a esa insigne pléyade de mujeres que pasaron por todos los estados: fue un modelo extraordinario de esposa, de madre, de viuda y de monja.

Por otra parte, pocos santos han gozado de tanta devoción como Santa Rita, Abogada de los imposibles. Su pasión favorita era meditar la Pasión de Jesús.   Se casa con Pablo Fernando, de su aldea natal. Fue un verdadero martirio, Rita acepta su papel: callar, sufrir, rezar. Su bondad y paciencia logran la conversión de su esposo.

Nacen dos gemelos que les llenan de alegría. A la paz sigue la tragedia. Su esposo cae asesinado, como secuela de su antigua vida. Rita perdona y eso mismo inculca a sus hijos. Y sucede ahora una escena incomprensible desde un punto de vista natural.

Al ver que no puede conseguir que abandonen la idea de venganza, pide al Señor se los lleve, por evitar un nuevo crimen, y el Señor atiende su súplica.    Tres veces desea entrar en las Agustinas de Casia, y las tres veces es rechazada.

Por fin, con un prodigio que parece arrancado de las Florecillas, se le aparecen San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino y en voladas es introducida en el monasterio. Es admitida, hace la profesión ese mismo año de 1417, y allí pasa 40 años, sólo para Dios.   Recorrió con ahínco el camino de la perfección, las tres vías de la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva. Ascetismo exigente, humildad, pobreza, caridad, ayunos, cilicio, vigilias.

Las religiosas refieren una hermosa Florecilla. La Priora le manda regar un sarmiento seco. Rita cumple la orden rigurosamente durante varios meses y el sarmiento reverdece.   Jesús no ahorra a las almas escogidas la prueba del amor por el dolor. Rita, como Francisco de Asís, se ve sellada con uno de los estigmas de la Pasión: una espina muy dolorosa en la frente.

Hay solicitaciones del demonio y de la carne, que ella calmaba aplicando una candela encendida en la mano o en el pie. Pruebas purificadoras, miradas desconfiadas, sonrisas burlonas. Rita mira al Crucifijo y en aquella escuela aprende su lección.   La hora de su muerte nos la relatan también llena de deliciosos prodigios.

En el jardín del convento nacen una rosa y dos higos en pleno invierno para satisfacer sus antojos de enferma. Al morir, la celda se ilumina y las campanas tañen solas a gloria. Su cuerpo sigue incorrupto.   Cuando Rita murió, la llaga de su frente resplandecía en su rostro como una estrella en un rosal. Era el año 1457.   León XIII la canonizó el 1900.




  Oremos 
Te pedimos, Dios nuestro, que nos muestres el camino de la sabiduría y nos concedas con generosidad la fortaleza que caracterizó a Santa Rita  para que, unidos en Cristo, seamos pacientes en los sufrimientos, y así podamos participar también del misterio de su Pascua. Por el mismo Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina en unidad, y es Dios, por los siglos de los siglos.

No hay comentarios: