EVANGELIO DEL DÍA

jueves, 13 de mayo de 2010

San Matías, apóstol, una de las doce piedras de fundación de la Iglesia (Ap 21,14)

EVANGELIO DEL DÍA: 14/05/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


San Matías, apóstol - Fiesta

Libro de los Hechos de los Apóstoles 1,15-17.20-26.
Uno de esos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos -los que estaban reunidos eran alrededor de ciento veinte personas- y dijo:
"Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, habla de Judas, que fue el jefe de los que apresaron a Jesús.
El era uno de los nuestros y había recibido su parte en nuestro ministerio.
En el libro de los Salmos está escrito: Que su casa quede desierta y nadie la habite. Y más adelante: Que otro ocupe su cargo.
Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros,
desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección".
Se propusieron dos: José, llamado Barsabás, de sobrenombre el Justo, y Matías.
Y oraron así: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste
para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al irse al lugar que le correspondía".
Echaron suertes, y la elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once Apóstoles.

Salmo 113(112),1-2.3-4.5-6.7-8.
¡Aleluya! Alaben, servidores del Señor, alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, desde ahora y para siempre.
Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del Señor.
El Señor está sobre todas las naciones, su gloria se eleva sobre el cielo.
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios, que tiene su morada en las alturas,
y se inclina para contemplar el cielo y la tierra?
El levanta del polvo al desvalido, alza al pobre de su miseria,
para hacerlo sentar entre los nobles, entre los nobles de su pueblo;

Evangelio según San Juan 15,9-17.
Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros. 
Jn 15,9-17
Leer el comentario del Evangelio por 
Tertuliano (hacia 155-hacia 220), teólogo
La prescripción contra los herejes, 20-22; CCL I, 201s
San Matías, apóstol, una de las doce piedras de fundación de la Iglesia (Ap 21,14)
     Cristo Jesús, nuestro Señor, durante su vida terrena, iba enseñando por sí mismo quién era él, qué había sido desde siempre, cuál era el designio del Padre que él realizaba en el mundo, cuál ha de ser la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio; y lo enseñaba unas veces abiertamente ante el pueblo, otras aparte a sus discípulos, principalmente a los doce que había elegido para que estuvieran junto a él, y a los que había destinado como maestros de las naciones. Y así, después de la defección de uno de ellos, cuando estaba para volver al Padre, después de su resurrección, mandó a los otros once que fueran por el mundo a enseñar a las naciones y bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19).

     Seguidamente, los apóstoles –palabra que significa «enviados»- después de haber elegido a Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número de los doce, apoyándose en una profecía de un salmo de David, recibieron la fuerza del Espíritu Santo para hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor. Dieron, primero en Judea, testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias. Después fueron por el mundo para enseñar a las naciones la misma doctrina y la misma fe.

     Después continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera que otras Iglesias tomaron y siguen tomando, para ser verdaderas Iglesias, el retoño de su fe y la semilla de su doctrina... Son prueba de esta unidad la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su unidad en una única tradición de un mismo misterio. Lo que los apóstoles predicaron es lo que Cristo les reveló, y el único medio de saber qué es lo que predicaron, es el recurso a la Iglesias fundadas por los mismos apóstoles, las que ellos adoctrinaron de viva voz y, más tarde, por carta.



viernes 14 Mayo 2010

San Matías



San Matías
Apóstol (s. I) Los Apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, eligieron a Matías de entre los testigos de la Resurrección del Señor y después de la Ascensión, para ocupar el puesto de Judas y completar el número de los Doce.
Predicó el Evangelio en Etiopía y murió mártir.   «Matías fue un discípulo del Señor tan constante que lo acompañó durante los tres años de su vida pública, sin separarse nunca de él. Sin embargo, no llegó a pertenecer al grupo más íntimo de los doce apóstoles. Pero después de la traición de Judas Iscariote, Matías fue elegido para ocupar su cargo en el Colegio Apostolicio» ( Luis Palacin op. Cit. P. 24- 25)
Así narran este acontecimiento los Hechos de los Apóstoles: «Uno de aquellos días (después de la Ascensión del Señor) Pedro se puso en pie en medio de los hermanos –el número de los reunidos era de unos ciento veinte- y les dijo: « Hermanos, era preciso que se cumpliera al Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio.
Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. –Y esto fu conocido por todos los habitantes de Jerusalén de forma que el campo se llamó en su lengua Haqueldamá, es decir: « Campo de sangre «  -
Pues en el libro de los Salmos está escrito: Quede su majada desierta, y no haya quien habite en ella. Y también: Que otro reciba su cargo. « Conviene, pues, que de entre los hombres que anduvieron con nosotros todo el tiempo en el que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido testigo con nosotros de su resurrección.» (Hech. 1, 15-22).
Así presentaron a dos hombres, José, llamado Barsabás, apodado « El justo « y también a Matías. Enseguida oraron diciendo:  « Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido... « (Hech. 1, 24) para trabajar como apóstol.
Después de esto hicieron un sorteo para escoger uno de los dos. El nombre escogido fue el de Matías,  que se unió al grupo de los apóstoles.   Informaciones posteriores dicen que Matías era probablemente natural de Belén. Que predicó el Evangelio en Palestina, en Asia Menor y que por último, fue apedreado por los judíos.  
La madre de Constantino Magno, Santa Elena, trasladó las reliquias de San Matías a Roma. Una parte de estas reliquias es venerada en la antiquísima Iglesia de Treves, en Alemania y otra parte en la Basílica de Santa María Mayor en Roma  (P. Joäo Batista Lehmann. Na luz perpétua. 5ª ed., Juiz de Fora. Ed. Lar Católico, 1959, vol. I , p. 166)   La fiesta de San Matías nos recuerda la triste apostasía de Judas, a quien Matías sustituyó en el Colegio de los Apóstoles.Fue el amor desordenado al dinero lo que lo llevó a la perdición. 
 Con mucho acierto nos dice San Pablo: « Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo (del demonio) y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición « ( I Tm 6, 9).
Que el ejemplo del apóstol San Matías nos estimule a la fidelidad en el seguimiento a Cristo, nuestro Maestro.




  Oremos

Himno

¡ Columnas de la Iglesia, piedras vivas!

¡Apóstoles de Dios, grito del Verbo!

Benditos vuestros pies, porque han llegado

Para anunciar la paz al mundo entero.

De pie en la encrucijada de la vida,

Del hombre peregrino y de los pueblos,

Lleváis agua de Dios a los cansados,

Hambre de Dios lleváis a los hambrientos.

De puerta en puerta va vuestro mensaje,

Que es verdad y es amor y es Evangelio.

No temáis, pecadores, que sus manos

Son caricias de paz y de consuelo.

Gracias, Señor, que el pan de tu palabra

Nos llega por tu amor, pan verdadero Gracias,

Señor, que el pan de vida nueva

Nos llega por tu amor, partido y tierno.  Amén



Señor, Dios, tú que, para completar el número de los doce apóstoles, elegiste a San Matías, concédenos, por la intercesión de este apóstol, a nosotros, que hemos recibido el don de tu amistad, poder ser contados un día entre tus elegidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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