EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 30 de mayo de 2010

«María se puso en camino»

EVANGELIO DEL DÍA: 31/05/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


La Visitación de la Virgen María - Fiesta

Libro de Sofonías 3,14-18.
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!
El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal.
Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos!
¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría,
como en los días de fiesta. Yo aparté de ti la desgracia, para que no cargues más con el oprobio.

Libro de Isaías 12,2-3.4.5-6.
Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación.
Y dirán en aquel día: Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su Nombre
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso: ¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel!

Evangelio según San Lucas 1,39-56.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. 
Lc 1,39-56
Leer el comentario del Evangelio por 
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
No hay amor más grande
«María se puso en camino»
     Después que María fue visitada por el ángel, se puso rápidamente en camino a casa de su prima Isabel, la cual también esperaba un hijo. Y el niño que había de nacer, Juan Bautista, saltó de gozo en el vientre de Isabel. ¡Qué maravilla! ¡El Dios todopoderoso, para anunciar la venida de su Hijo, escogió a un niño que había de nacer!

     María, a través del misterio de la Anunciación y de la Visitación, representa el modelo de vida que nosotras deberíamos llevar. Primero acogió a Jesús en su existencia; seguidamente, compartió lo que había recibido. Cada vez que recibimos la Santa Comunión, Jesús, el Verbo, se hace carne en nuestra vida –don de Dios, al mismo tiempo bello, gracioso, singular. Esta fue la primera Eucaristía: María ofrece a su Hijo en ella, en quien él había puesto el primer altar. María, la única que podía afirmar con una confianza absoluta: «Esto es mi cuerpo», a partir de ese primer momento ofreció su propio cuerpo, su fuerza, todo su ser, para la formación del Cuerpo de Cristo.

     Nuestra Madre la Iglesia ha elevado, delante del rostro de Dios, a un gran honor a las mujeres proclamando a María Madre de la Iglesia.




lunes 31 Mayo 2010

Santa Petronila



Santa Petronila 
Petronila, hija de san Pedro. Es el siglo primero y el lugar de la narración, Roma; Petronila está presentada como hija de san Pedro. Su máximo anhelo es padecer por Jesús que tanto quiso padecer por ella.

Una extraña enfermedad la mete en cama con agudísimos dolores imposibles de aliviar; pero su semblante alegre y su actitud llena de optimismo demuestran a todos los que van a visitarla la aceptación voluntariosa y complacida de Petronila que, por fin, puede sufrir algo por su Señor.

Se prolonga por mucho tiempo la postración. Entre los creyentes romanos se empiezan a correr rumores; ¿cómo es posible conciliar tamaño sufrimiento de Petronila con la actitud permisiva del padre Pedro, si es verdad que sólo su sombra llegaba a curar a enfermos, hace unos años, en Jerusalén?, ¿será que Pedro ha perdido virtud?, ¿será esto una muestra de falta de cariño?, ¿no deben preocuparse los padres por la salud de los hijos?...    Un día Pedro reúne a una gran multitud de creyentes en Cristo en su casa y manda con imperio a su hija: «Petronila, levántate y sírvenos la mesa».

Asombrados y estupefactos contemplan a la dulce joven incorporarse del lecho y salir dispuesta al cumplimiento del encargo toda llena de facultades. Terminada su misión vuelve a la cama, recupera la enfermedad con incremento de sufrimiento y ya no se restablecerá hasta después del martirio de Pedro.   No ha hecho mella en su físico el terrible padecimiento soportado, se han rejuvenecido sus facciones y hasta se diría que se ha multiplicado la belleza previa a la enfermedad.

Ahora dedica Petronila todas sus energías a la oración y a la caridad.    Va solucionando problemas de cristianos: pobres, lisiados, enfermos, ciegos, leprosos y todo tipo de carenciales van a visitarla y salen pletóricos de felicidad. Por toda Roma corre un inmenso e imparable rumor que transmite de boca a boca la explosión de la caridad de Jesucristo patente en las obras de Petronila.

No es extraño el enamoramiento del joven Flaco que se acerca con gran séquito de criados y esclavos a solicitar el consentimiento para hacerla su esposa. La reacción ahora de la virgen es de indecible sorpresa; pero guarda las formas, agradece al noble joven enamorado el honor que le hace y pide suave y dulcemente tres días para reflexionar al término de los cuales debe Flaco enviarle sus doncellas y criadas para que la acompañen.   Todo es llanto en Petronila. Jesucristo llena su corazón; no quiere romper la unidad del amor; sólo a Jesús quiere como Esposo.

Pasa los tres días encerrada, en compañía de Felícula, dada al ayuno, a continua oración, penitencias y súplicas al Señor. El último día del retiro llega el presbítero Nicodemus, le celebró la misa, le dio la Comunión y contempló cómo moría Petronila al pie del altar consumida de amor.-Las criadas de Flaco que ya esperaban jubilosas trocaron el cortejo de nupcial en fúnebre para llevarla a enterrar.

Quiso enseñarnos  la ejemplar actitud de una mujer cristiana de los primeros tiempos que supo ser paciente en la enfermedad,  descubrió en sus padecimientos la ocasión de participar de los redentores de Jesucristo a quien amó por encima de todas las cosas y en cualquier situación, por ello no descuidó la caridad con los demás, ese estilo de vida tiene gran repercusión sobrenatural en el cuerpo social.

Fue enterrada en el cementerio que había en el camino de Ardi, allí donde luego se construyó una iglesia con su nombre.




  Oremos 
Himno

Dichosa tú, que entre todas,

Fuiste por Dios sorprendida

Con tu lámpara encendida

Para el banquete de bodas.

Con el abrazo inocente

De un hondo pacto amoroso,

Vienes a unirte al Esposo

Por virgen y prudente.

Enséñanos a vivir,

Ayúdenos tu oración,

Danos en la tentación

La gracia de resistir.

Honor a la Trinidad

Por esta limpia victoria,

Y gloria por esta gloria

Que alegra a la humanidad.  Amén



Escucha, Señor, nuestras plegarias y concede a los que celebramos la virtud de Santa Petronila, virgen, crecer siempre en tu amor y perseverar en él hasta el fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


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