EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 24 de mayo de 2010

«Lo hemos dejado todo para seguirte»

EVANGELIO DEL DÍA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Martes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario

Epístola I de San Pedro 1,10-16.
Esta salvación ha sido objeto de la búsqueda y la investigación de los profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes.
Ellos trataban de descubrir el tiempo y las circunstancias señaladas por el Espíritu de Cristo, que estaba presente en ellos y anunciaba anticipadamente los sufrimientos reservados a Cristo y la gloria que les seguiría.
A ellos les fue revelado que estaban al servicio de un mensaje destinado no a sí mismos, sino a ustedes. Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar.
Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo.
Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los malos deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia.
Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta,
de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.

Salmo 98,1.2-3.4.
Salmo. Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.

Evangelio según San Marcos 10,28-31.
Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".
Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,
desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros". 
Mc 10,28-31
Leer el comentario del Evangelio por 
Cardenal John Henry Newman (1801-1890), presbítero y fundador de comunidad religiosa, teólogo
PPS, vol.8, nº 2 «Divine Calls»
«Lo hemos dejado todo para seguirte»
     No somos llamados una sola vez, sino muchas veces; a lo largo de nuestra vida Cristo nos llama repetidamente. Primeramente nos ha llamado por el bautismo, pero también más tarde; tanto si obedecemos a su voz como si no, en su misericordia nos sigue llamando. Si quebrantamos nuestras promesas bautismales, nos llama a arrepentirnos. Si nos esforzamos para responder a nuestra vocación, nos llama para seguir adelantando de gracia en gracia, de santidad en santidad, de tal manera que la vida nos la conserva para llegar a esta santidad.

     Abraham fue llamado a dejar su casa y su país (Gn 12,1), Pedro sus redes (Mt 4,18), Mateo su empleo (Mt 9,9), Eliseo sus campos (1R 19,19), Natanael su descanso (Jn 1,47). Todos, sin cesar, somos llamados, de una cosa a otra, cada vez más lejos, sin dejar al lugar al descanso, sino subiendo hacia nuestro descanso eterno, y obedeciendo a una llamada interior para así estar a punto para escuchar otra llamada.

     Cristo nos llama en cada instante para justificarnos continuamente; sin cesar, de más en más, quiere santificarnos y glorificarnos. Debemos comprenderle, pero somos lentos a darnos cuenta de esta gran verdad: que Cristo camina de alguna manera entre nosotros y que, con su mano, con sus ojos, con su voz, nos hace una señal para que le sigamos. No captamos que su llamada es algo que ocurre en aquel mismo momento. Pensamos que tuvo lugar en tiempo de los apóstoles, pero no creemos, no esperamos que, verdaderamente, eso suceda también hoy para nosotros.

                    



martes 25 Mayo 2010

San Gregorio VII



San Gregorio VII
Papa ( 1020-1085 )  Nació Hildebrando en Soana, provincia de Siena, hacia el 1020, de una familia pobre. Creció en la ciencia y en la virtud en el monasterio de Santa María, en el Aventino (Roma).   Legado de los papas durante cinco pontificados, dedicó buena parte de su vida en el restablecimiento de la disciplina eclesiástica.
Era solo diácono cuando fue elegido Papa. Ordenado sacerdote y consagrado obispo de Roma en el 1073, se llamó Gregorio VII.   Empleó el resto de su existencia luchando principalmente contra las investiduras y la simonía para lograr la independencia de la Iglesia frente al poder civil.
Tuvo su mayor obstáculo en las relaciones con el emperador Enrique IV.
Murió desterrado en Salerno en el 1085, habiendo dado un impulso decisivo a la reforma de la Iglesia que lleva su nombre.




  Oremos

Concede, Señor, a tu Iglesia el espíritu de fortaleza y el celo por la justicia con que hiciste brillar la vida del Papa San Gregorio séptimo, para que, rechazando siempre todo compromiso con el mal, trabajemos, con libertad plena, por el bien y la justicia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



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