EVANGELIO DEL DÍA

sábado, 17 de abril de 2010

«En seguida la barca tocó tierra, en el sitio a donde iban»

EVANGELIO DEL DÍA: 17/04/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Sábado de la II Semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7.
En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos.
Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: "No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas.
Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea.
De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra".
La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía.
Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos.
Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.

Salmo 33(32),1-2.4-5.18-19.
Aclamen, justos, al Señor; es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Evangelio según San Juan 6,16-21.
Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar
y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.
El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
El les dijo: "Soy yo, no teman".
Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban. 
Jn 6,16-21
Leer el comentario del Evangelio por 
San Pedro Crisólogo (hacia 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia
Sermón 50, 1.2.3 ; PL 52, 339-340
«En seguida la barca tocó tierra, en el sitio a donde iban»
     Cristo sube a una barca: ¿no es él quien puso al descubierto el fondo del mar después de haber arrojado sus aguas para que el pueblo de Israel pasara a pié enjuto como por un valle? (Ex 14,29). ¿No es él que solidificó las olas del mar bajo los pies de Pedro, de manera que, a su paso, el agua se convirtiera en un camino sólido y seguro? (Mt 14,29).

     Sube a la barca. Para atravesar el mar de este mundo hasta el final de los tiempos, Cristo sube a la barca de su Iglesia para conducir a los que creen en él hasta la patria del cielo por una travesía pacifica, y hacer ciudadanos de su Reino aquellos con quienes está en comunión en su humanidad. Ciertamente, Cristo no tiene necesidad de la barca, pero la barca tiene necesidad de Cristo. En efecto, sin este piloto venido del cielo, la barca de la Iglesia, agitada por las olas, jamás llegaría a puerto.


sábado 17 Abril 2010

San Elías



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Santos Elías presbítero, Pablo e Isidoro monjes, y mártires

Se llaman mozárabes los cristianos que vivieron en tierra de musulmanes en España (711-1492) manteniendo su fe. En general, se puede decir que llevaron una vida muy difícil, y los que aquí enumeramos pagaron su fidelidad a Cristo con el martirio. También hoy son un modelo para el que quiera vivir al Evangelio fielmente.

El elenco de los santos mozárabes, que recoge el "Martyrologium Romanum" (Roma 2001), está compuesto en su mayoría por mártires, y por unos pocos confesores. Tenemos relatos de los martirios de la mayoría de ellos, escritos por contemporáneos, que los conocieron personalmente, y, que incluso compartieron la cárcel con ellos, y, posteriormente, padecieron el martirio2
.
Estos hombres y mujeres son mártires en el verdadero sentido de la palabra, es decir, que padecieron la muerte violenta por no renegar de su fe, y por practicar libremente el cristianismo, dando así un "testimonio" inapelable de la Resurrección de Jesucristo. Llevaron una vida santa, de oración, amor a Dios y al prójimo, sin usar la violencia, detestable para un cristiano, y recibieron la muerte que ni deseaban, ni buscaban, con una inexplicable entereza y paz del alma, haciendo el bien, y no causando el mal. Fueron, en definitiva, buenos imitadores de Jesucristo, el Dios único, que se hizo Hombre y bajó a la tierra para salvarnos.

(1) Cf.CONGREGATIO DE CULTU DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM "Martyrologium Romanum"(Roma 2001).
(2) SAN EULOGIO, "Memorial de los santos"; "Documento martirial"; "Apologético de los mártires"; ÁLVARO DE CÓRDOBA, "Vida de Eulogio".
(3) No es un error, así se llamaba el diácono san Emilia (Cf. 
CONGREGATIO DE CULTU DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM "Martyrologium Romanum", Roma 2001).




Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires San Elías, San Pablo, San Isidoro la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. 

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