EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 17 de marzo de 2010

«Escudriñad las Escrituras... ellas están dando testimonio de mí»

EVANGELIO DEL DÍA

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68



Jueves de la IV Semana de Cuaresma

Libro del Exodo 32,7-14.
El Señor dijo a Moisés: "Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido.
Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto".
Luego le siguió diciendo: "Ya veo que este es un pueblo obstinado.
Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación".
Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: "¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?
¿Por qué tendrán que decir los egipcios: "El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?". Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia".
Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

Salmo 106(105),19-20.21-22.23.
En Horeb se fabricaron un ternero, adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come pasto.
Olvidaron a Dios, que los había salvado y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo.
El Señor amenazó con destruirlos, pero Moisés, su elegido, se mantuvo firme en la brecha para aplacar su enojo destructor.

Evangelio según San Juan 5,31-47.
Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro,
y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí,
y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
Mi gloria no viene de los hombres.
Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.
¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.
Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?". 
Jn 5,31-47
Leer el comentario del Evangelio por 
Concilio Vaticano II
Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación (Dei Verbum), § 14-16
«Estudiáis las Escrituras... ellas están dando testimonio de mí»
     Dios amantísimo, buscando y preparando solícitamente la salvación de todo el género humano, con singular favor se eligió un pueblo, a quien confió sus promesas... La economía, pues, de la salvación preanunciada, narrada y explicada por los autores sagrados, se conserva como verdadera palabra de Dios en los libros del Antiguo Testamento; por lo cual estos libros inspirados por Dios conservan un valor perenne: "Pues todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza, fue escrito, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes en la esperanza" (Rom. 15,4).

     La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Mas los libros del Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina. Por tanto, los cris¬tianos han de recibir devotamente estos libros, que expresan el sentimiento vivo de Dios, y en los que se encierran sublimes doctrinas acerca de Dios y una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre, y tesoros admirables de oración, y en los que, por fin, está latente el misterio de nuestra salvación.

     Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la procla¬mación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo. 


jueves 18 Marzo 2010

San Cirilo de Jerusalen




Obispo y Doctor de la Iglesia (315-386)  Nació en una familia cristiana el año 315; sucedió al obispo Máximo en la sede de Jerusalén el año 348.  Tuvo que sufrir varios destierros por defender la fe católica frente a los arrianos.  Fue un insigne predicador, catequista y escritor.   Murió el año 386.




http://www.divvol.org/santoral/img/cirilo_jerusalen02.jpg

Oremos  

Señor Dios nuestro, que te serviste de san Cirilo, obispo de Jerusalén, para que tu Iglesia comprendiera más profundamente el sentido de los sacramentos de salvación, concédenos, por sus plegarias, un conocimiento tan profundo de los misterios de tu Hijo que nos haga tener vida abundante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



I Vísperas de San José esposo de Santa María Virgen

Himno

Cante tu gloria célica armonía,
tú que compartes con la siempre pura 

la misteriosa genealogía de la Escritura. 


Esposo virgen de la Virgen Madre, 

en quien Dios mismo declinó su oficio; 

réplica humilde del eterno Padre, padre nutricio. 


Último anillo de las profecías, 

¡oh patriarca de la nueva alianza! 

Entre tus brazos se acunó el Mesías, nuestra esperanza. 


Guarda a la Iglesia de quien fue figura 

la inmaculada y maternal María; 

guárdala intacta, firme y con ternura de eucaristía. 


Gloria a Dios Padre que en tu amor descuida, 
gloria a Dios Hijo que te fue confiado, 

gloria al Espíritu que alentó tu vida 
 
para el Amado.  Amén 
 
Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo Testamento, encomendaste a San José los misterios de nuestra salvación, haz que  ahora tu Iglesia, sostenida por la intercesión del esposo de María, lleve a su pleno cumplimiento la obra de la salvación de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Calendario de Fiestas Marianas:Nuestra Señora de las Mercedes de Savona.

5 comentarios:

aestrinidad dijo...

Alcuino. Como Jesucristo era Dios y hombre, manifestó que tenía propiedades de las dos naturalezas, hablando en alguna ocasión acerca de que había tomado la naturaleza humana, y en otras dando a conocer la majestad de su divinidad. Por tanto, cuando dice: "Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero", etc., esto debe entenderse respecto de la humanidad. Y éste es el sentido: si yo, hombre, doy testimonio de mí mismo (esto es, prescindiendo de Dios), mi testimonio no es verdadero. Por esto sigue: "Otro es el que da testimonio de mí". Porque el Padre es quien da testimonio de Jesucristo, puesto que en su bautismo se oyó la voz del Padre, como también en el monte, cuando Jesucristo se transfiguró. Prosigue: "Y sé que es verdadero el testimonio de El", porque Dios es la verdad. Y el testimonio de la verdad ¿puede menos de ser verdadero?

aestrinidad dijo...

Alcuino. Mas aquél dio testimonio, no de sí, sino de la verdad, y por ser amigo de la verdad dio testimonio de la verdad, esto es, de Cristo. Y no rechazó el Señor el testimonio de Juan, que ciertamente fue necesario, sino que manifestó que no debían los hombres dirigirse a San Juan sin darse cuenta que Jesucristo era el único de quien necesitaban. Por esto añade: "Mas yo no tomo testimonio de hombre".

aestrinidad dijo...

Alcuino. Porque Juan era antorcha, iluminado por Jesucristo, que era la verdadera luz. Juan ardía en la fe y en el amor, y brillaba por la palabra y por la obra, y había sido enviado antes para confundir a los enemigos de Jesucristo, según aquellas palabras del salmo (Ps 131,17-18): "He preparado la antorcha para mi Cristo, y llenaré de confusión a todos sus enemigos".

aestrinidad dijo...

Alcuino. Como da vista a los ciegos, oídos a los sordos, palabras a los mudos, arroja a los demonios y resucita a los muertos, todas estas obras dan testimonio de Jesucristo.

aestrinidad dijo...

Alcuino. Mas los judíos podían decir: nosotros únicamente acostumbramos a oír su voz en el monte Sinaí, y lo hemos visto en la forma de fuego; por tanto, si Dios diera testimonio de ti, nosotros hubiéramos conocido su voz. Pero contra esto dice: yo tengo testimonio del Padre aunque vosotros no lo comprendáis, porque vosotros "nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su imagen".

Alcuino. No puede Dios ser conocido por los oídos carnales, sino por espiritual inteligencia mediante la gracia del Espíritu Santo. No oían, pues, la voz espiritual, porque no querían amarle y obedecer sus preceptos, ni ver su figura, porque ésta no puede ser contemplada con los ojos carnales, sino con la fe y el amor.

Alcuino. No tienen en sí constantemente al Verbo que era en el principio, los que oyendo la palabra de Dios desdeñan el tenerla siempre presente y ajustar a ella sus obras. Había dicho que El tenía el testimonio de Juan, el de sus obras y el del Padre. Y ahora añade que también la Ley, que fue dada por Moisés, da testimonio de El, diciendo: "Examinad las Escrituras en las cuales creéis tener la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí". Como diciendo: vosotros, que creéis tener la vida eterna en las Escrituras y me rechazáis como contrario a Moisés, podéis comprender que yo soy Dios por las palabras del mismo Moisés, si examináis cuidadosamente las mismas Escrituras. Toda la Escritura da testimonio de Jesucristo, ya por medio de figuras, ya por medio de los profetas, ya por medio de los ángeles. Pero los judíos no creyeron que todo esto se refería a Jesucristo y, por lo tanto, no pueden alcanzar la vida eterna. Por esto sigue: "Y no queréis venir a mí, para que tengáis vida", como diciendo: las Escrituras dan testimonio, y sin embargo no queréis venir a mí, a pesar de tanto testimonio. Esto es, no queréis creer en mí, y buscar en mí la eterna salvación.