Mateo 11,2-11
Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!".
Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino. Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
COMENTARIO
por Mons. Rafael Escudero López-Brea
obispo prelado de Moyobamba
En Israel todos esperaban "en aquel tiempo", aunque cada uno esperase cosas diferentes. Los más esperaban, simplemente, salir de aquella humillación en que vivían: su país invadido por extranjeros, el reino de David convertido en un despojo, la miseria y la pobreza de tantas familias… Sabían que el Mesías libertador vendría de un momento a otro. Esperaban y desesperaban al mismo tiempo, por eso "Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?". A veces les parecía que lo del Mesías era un bonito cuento, un hermoso sueño, que inventaban en las sinagogas para hacer más llevadera la opresión de la esclavitud. Juan envía a dos de sus discípulos para que escuchen de viva voz de Jesús que él es el Mesías y de esta manera le sigan. Hermosa pedagogía que también nosotros debemos emplear con aquellos a los que queremos acercar a Jesús.
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