Lecturas del 17 al 20-5-12 (Sábado de la Sexta Semana de Pascua y Domingo
de la Ascensión)
Unos Momentos con Jesús y María
Lecturas del 19-5-12 (Sábado de la Sexta Semana de Pascua)
SANTORAL: San Pedro Celestino
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 18, 23-28
Después de haber permanecido un tiempo en Antioquía, partió de nuevo y
recorrió sucesivamente la región de Galacia y la Frigia, animando a todos los discípulos.
Un judío llamado Apolo, originario de Alejandría, había llegado a Efeso.
Era un hombre elocuente y versado en las Escrituras. Había sido iniciado en el Camino del Señor y, lleno de fervor, exponía y enseñaba con precisión lo que se refiere a Jesús, aunque no conocía otro bautismo más que el de Juan.
Comenzó a hablar con decisión en la sinagoga. Después de oírlo, Priscila y
Aquila lo llevaron con ellos y le explicaron más exactamente el Camino de Dios. Como él pensaba ir a Acaya, los hermanos lo alentaron, y escribieron a los discípulos para que lo recibieran de la mejor manera posible.
Desde que llegó a Corinto fue de gran ayuda, por la gracia de Dios, para aquellos que habían abrazado la fe, porque refutaba vigorosamente a los judíos en público, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús es el
Mesías.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 46, 2-3. 8-9. 10 (R.: 8a)
R. Dios es el Rey de toda la tierra
Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra. R.
El Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado. R.
Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
del Señor son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente. R.
XLectura del santo Evangelio según san Juan 16, 23b-28
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre.
Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre.»
Palabra del Señor.
Reflexión
"Pidan y recibirán", nos dice Jesús en este Evangelio.
Repetidas veces el Señor nos invita a que pidamos al Padre. Nos invita a pedir en su nombre al Padre..., con confianza.
Pero a veces nuestra oración no es escuchada y no es escuchada porque nuestra confianza es débil.
El Padre nos espera como un padre espera a un niño pequeño. Él quiere que le pidamos con la misma confianza que el niño pequeño pide a su padre, con el convencimiento que tiene el niño de que su padre puede conseguir lo que él pide.
Cuando nuestra oración no es escuchada es que pedimos poco o pedimos mal.
En nuestra oración debe manifestarse:
-
Humildad, ya que cuando pedimos algo, pedimos porque lo necesitamos y a alguien que puede darnos lo que necesitamos,
-
Confianza en ese Padre que nos ama y quiere darnos lo mejor,
-
Perseverancia para mostrar con nuestra insistencia lo importante que es para nosotros aquello que pedimos y,
-
Disponibilidad para estar dispuestos a que se cumpla la voluntad de Dios aunque no coincida con la nuestra
Jesús en este pasaje del Evangelio les da a sus discípulos y a nosotros un poco de luz.
Les revela sus relaciones con el Padre, y les habla del "poder de la oración", del poder de "nuestra oración unida a la de Jesús".
Las primeras comunidades cristianas, agitadas por el poder del Espíritu, habían experimentado ese poder de la oración, unida a la de Jesús.
Ese poder de intercesión y el amor mutuo eran el cemento que las unía y hacía crecer su impulso.
Las persecuciones de fuera, las mismas divisiones internas, no enfriaban el amor.
Saben que Jesús glorioso sigue intercediendo por los suyos, que el Padre los ama y escucha y que nadie les puede quitar la alegría que prometió el Señor.
Por eso en este tiempo de preparación para la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, vamos a pedirle a María, maestra en la oración, que nos conceda la gracia de descubrir el valor de la oración. Que nos enseñe a hablar con Dios y por sobre todo, que seamos capaces de hacer silencio interior para escuchar a Dios.
Decía un Rabino que la "oración" no es algo para usar ocasionalmente, ni un refugio para acudir de vez en cuando; la oración es la residencia para lo más íntimo de nuestro ser. Todas las cosas tienen un hogar, y un alma sin oración, es un alma sin hogar...
Por eso rezar, es abrir una puerta donde pueden entrar Dios y el alma.
El Evangelio nos presenta muchas veces a Cristo, buscando tiempo de soledad y de larga oración para hablar con Dios, su Padre. Hoy también tenemos necesidad de silencio y de oración. Pidamos al Señor la gracia de ser hombres y mujeres de oración.
Como una ofrenda de la tarde,
elevamos nuestra oración;
con el alzar de nuestras manos,
levantamos el corazón.
Al declinar la luz del día,
que recibimos como don,
con las alas de la plegaria,
levantamos el corazón.
Haz que la senda de la vida
la recorramos con amor
y, a cada paso del camino,
levantemos el corazón.
Cuando sembramos de esperanza,
cuando regamos con dolor,
con las gavillas en las manos,
levantemos el corazón.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas
SANTORAL: San Pedro Celestino
Había nacido en 1215 y era el undécimo de doce hijos de una familia muy piadosa radicada en Isernia, pueblo de la región de los Abruzos. Él mismo dice en sus Memorias: "Mis padres se llamaban Angelerio y María. Eran justos a los ojos de Dios y honrados por los hombres. Como Jacob, tuvieron doce hijos".
Aprendió con rapidez las primeras letras y a los cinco o seis años ya leía el salterio. Al cumplir los veinte años quiso hacer vida eremítica. A tal fin, con un compañero abandonó su pueblo; poco después éste se volvió y él continuó solo.
Así llegó a Castelsangro. Enterado de que en una cueva de los montes vecinos habitaba un ermitaño, fue a su encuentro, pero no lo halló. Allí vivió tres años y luego partió hacia Roma, donde recibió la ordenación sacerdotal.
Al regresar a la Ciudad Eterna y pasar por el monte Murrone volvió a hacer vida solitaria durante cinco años, al cabo de los cuales se trasladó a otra oquedad en el monte Maiella. La fama de su santidad hizo que muchos fueran a buscarlo y quisieran permanecer con él como discípulos. Así nació la orden de los celestinos, rama de la orden benedictina, aprobada por Gregorio X en 1274.
hallándose de visita en uno de sus monasterios recibió la noticia de que había sido elegido jefe supremo de la Iglesia. Pedro tenía ya setenta y nueve años. Subió al pontificado con el nombre de Celestino V.
Se trasladó a Aquila, donde después de ser consagrado obispo fue coronado como sumo pontífice el 29 de agosto de 1294, ante una multitud que pedía su bendición.
Pedro Celestino era un hombre sencillo, poco sociable, desconocedor de los asuntos de gobierno y de las pasiones humanas. Vivía casi permanentemente en el plano de lo sobrenatural. No quiso ir a Roma, convulsionada por luchas intestinas, y se trasladó al palacio apostólico de Nápoles, donde hizo construir una celda para recluirse en la oración.
Pronto tuvo dificultades en el ejercicio de su cargo. Ante esta situación dio claras muestras de su humildad y desapego por los honores y las dignidades. Hizo redactar una bula donde se declaraba que el papa puede renunciar a sus poderes, si en su conciencia se hace evidente que así lo exige el bien de la Iglesia.
Reunió el 13 de Diciembre de 1294 el colegio cardenalicio, leyó la bula disponiendo que se le insertara en el cuerpo del derecho canónico y abdicó. Lo sucedió en el cargo Bonifacio VIII. Su pontificado había durado menos de cuatro meses.
El resto de sus días transcurrió cerca de Anagni, en el castillo de Monte Fumone, dedicado enteramente a la oración, la penitencia y la contemplación. Murió el 19 de Mayo de 1296.
Otras festividades que se celebran hoy: Santos: Urbano I, papa y mártir; Teodoro, Dunstato, obispos; Pudente, Pudenciana (Potenciana), Ciriaca, vírgenes; Calócero, Partemio, Juan de Cetina, Pedro de Dueñas, mártires; Ivo, Evonio, Claudia, Bernardo, Gracia, Teófilo de Corte, Adolfo, confesores; beato Francisco Coll, fundador de las HH. Dominicas de la Anunciata.