EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 26 de diciembre de 2010

«Sabemos que su testimonio es verdadero»

EVANGELIO DEL DÍA: 27/12/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


San Juan, apóstol y evangelista - Fiesta


Epístola I de San Juan 1,1-4.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.

Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor y alaben su santo Nombre.

Evangelio según San Juan 20,2-8.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. 
Jn 20,2-8
Leer el comentario del Evangelio por 
Santa Teresa-Benedicta de la Cruz [Edith Stein] (1891-1942), carmelita descalza, copatrona de Europa
Meditación para el 6 de enero 1941
«Sabemos que su testimonio es verdadero»
     El Redentor tampoco quiere que falte en el pesebre quien en vida le fue particularmente querido: el discípulo que Jesús amaba (Jn 13,23). El se nos presenta como la imagen de la pureza virginal. Porque era puro, agradó al Señor. El se apoyó sobre el pecho de Jesús y allí fue iniciado en los misterios del corazón divino (Jn 13,25). Al igual que el Padre del Cielo dio testimonio de su Hijo cuando dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadlo» (Mc 9,7), así parece señalarnos el Niño Dios a su discípulo amado y decirnos: «ningún incienso me es tan grato como la entrega de un corazón puro. Escuchad a aquel que pudo ver a Dios porque tenía un corazón puro» (Mt 5,8).

     Nadie ha contemplado tan profundamente los abismos escondidos de la vida divina como él. Por eso él proclama solemnemente y secretamente... el misterio del eterno nacimiento del Verbo divino. El experimentó las luchas del Señor tan de cerca como sólo lo puede hacer un alma que ama esponsalmente... Cuidadosamente ha guardado y nos ha transmitido testimonios en los cuales el Redentor confesó su divinidad, frente a amigos y enemigos... Por él sabemos qué parte nos corresponde en la vida de Cristo y en la vida del Dios Trinitario...

     Juan junto al pesebre nos dice: mirad lo que se concede a quien se entrega a Dios con corazón puro. Estos participarán de la total e inagotable plenitud de la vida humano-divina de Cristo como recompensa real. Venid y bebed de las fuentes de agua viva que el Salvador abre a los sedientos y que continúan manando en la vida eterna (Jn 7,37; 3,14). La Palabra se hizo carne y está ante nosotros bajo la forma de un niño recién nacido.


lunes 27 Diciembre 2010

San Juan Apóstol



Evangelista San Juan
San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Nació en Galilea y fue hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el mayor.
San Juan era pescador, tal como su hermano y su padre, y según señalan los antiguos relatos, al parecer fue San Juan, que también fue discípulo de Juan el Bautista, uno de los dos primeros discípulos de Jesús junto con Andrés. La primera vez que Juan conoció a Jesús estaba con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés remendando las redes a la orilla del lago; el Señor pasó cerca y les dijo: "Vengan conmigo y los haré pescadores de almas".
Ante este subliminal llamado, el apóstol dejó inmediatamente sus redes, a su padre y lo siguió. Juan evangelista conformó junto con Pedro y Santiago, el pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos; y junto con Pedro se encargó de preparar la Última Cena. A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: "Hijos del trueno", debido al carácter impetuoso que ambos tenían.
Estos dos hermanos vanidosos y malgeniados se volvieron humildes, amables y bondadosos cuando recibieron el Espíritu Santo. Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole: "He ahí a tu madre". Y diciendo a María: "He ahí a tu hijo". El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Después de la resurrección de Cristo, en la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en reconocer a Jesús en la orilla.
Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: "¿Y éste qué?". Jesús le respondió: "Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?". Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores. Juan se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos. Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte. El emperador Domiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, siendo desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis. Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio.
A San Juan Evangelista se le representa con un águila al lado, como símbolo de la elevada espiritualidad que transmite con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como su Evangelio. Según señala San Jerónimo cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: "hermanos, ámense los unos a otros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: "es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura". San Epifanio señaló que San Juan murió hacia el año 100 a los 94 años de edad

San Juan   « San Juan, natural de Betsaida de Galilea, fue hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor. Siendo primeramente discípulo de San Juan Bautista y buscándolo con todo corazón el reino de Dios, siguió después a Jesús, y llegó a ser pronto su discípulo predilecto.
Desde la cruz el Señor le confió su Santísima Madre, de la cual Juan, en adelante, cuidó como de la propia.- Juan era aquél discípulo «al cual Jesús amaba» y que en la última Cena estaba «recostado sobre el pecho de Jesús» (Juan 13, 23), como amigo de su corazón y testigo íntimo de su amor y de sus penas.
Después de la Resurrección se quedó Juan en Jerusalén como una de las «columnas de la Iglesia» (Gal 2,9 ), y mas tarde se trasladó a Efeso del Asia Menor. Desterrado por Domiciano    ( 81–96) a la isla de Patmos, escribió allí El Apocalipsis. A la muerte del tirano pudo regresar a Efeso, ignorándose la fecha y todo detalle de su muerte. Además de El Apocalipsis y tres Epístolas, compuso a fines del primer siglo El Evangelio que lleva su nombre, que tiene por objeto robustecer la fe en las mesianidad y divinidad de Jesucristo, á la par que sirve para completar los Evangelios anteriores, principalmente desde el punto de vista espiritual, por lo cual ha sido llamado el Evangelista del amor.
Su lenguaje es de lo más alto que nos ha legado la Escritura Sagrada, como se ve en el prólogo, que, por la sublimidad sobrenatural de su asunto –los orígenes eterno del Verbo- , no tiene semejante en toda la literatura humana»




Himno


Vosotros, que escuchasteis la llamada de viva voz que Cristo os dirigía, abrid nuestro vivid y nuestra alma al mensaje de amor que Él nos envía.

Vosotros, que invitados al banquete  gustasteis el sabor del nuevo vino, llenad el vaso, del amor que ofrece, al sediento de Dios en su camino.

Vosotros, que tuvisteis tan gran suerte de verle dar a muertos nueva vida, no dejéis que el pecado y  que la muerte nos priven de la vida recibida.

Vosotros, que los visteis ya glorioso, hecho Señor de Gloria sempiterna, haced que nuestro amor conozca el gozo de vivir junto a Él la vida eterna.- Amén



The disciple who had« fully assured understanding of the knowledge of the mystery of God » (Col 2,3)

DAILY GOSPEL: 27/12/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


Saint John, apostle and evangelist - Feast


First Letter of John 1:1-4.
What was from the beginning, what we have heard, what we have seen with our eyes, what we looked upon and touched with our hands concerns the Word of life--
for the life was made visible; we have seen it and testify to it and proclaim to you the eternal life that was with the Father and was made visible to us--
what we have seen and heard we proclaim now to you, so that you too may have fellowship with us; for our fellowship is with the Father and with his Son, Jesus Christ.
We are writing this so that our joy may be complete.

Psalms 97(96):1-2.5-6.11-12.
The LORD is king; let the earth rejoice; let the many islands be glad.
Cloud and darkness surround the Lord; justice and right are the foundation of his throne.
The mountains melt like wax before the LORD, before the Lord of all the earth.
The heavens proclaim God's justice; all peoples see his glory.
Light dawns for the just; gladness, for the honest of heart.
Rejoice in the LORD, you just, and praise his holy name.

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint John 20:2-8.
So she ran and went to Simon Peter and to the other disciple whom Jesus loved, and told them, "They have taken the Lord from the tomb, and we don't know where they put him."
So Peter and the other disciple went out and came to the tomb.
They both ran, but the other disciple ran faster than Peter and arrived at the tomb first;
he bent down and saw the burial cloths there, but did not go in.
When Simon Peter arrived after him, he went into the tomb and saw the burial cloths there,
and the cloth that had covered his head, not with the burial cloths but rolled up in a separate place.
Then the other disciple also went in, the one who had arrived at the tomb first, and he saw and believed.
 Jn 20,2-8
Commentary of the day 
Rupert of Deutz (c.1075-1130), Benedictine monk
The Works of the Holy Spirit, IV, 10 (cf SC 165, p. 165)
The disciple who had« fully assured understanding of the knowledge of the mystery of God » (Col 2,3)
In proportion to that grace that caused Jesus to love him and allowed him to lean on Jesus' breast at the Last Supper (Jn 13,23), John abundantly received understanding and wisdom [gifts of the Spirit] (Is 11,2) – understanding to grasp the Scriptures; wisdom to compose his own books with wonderful skill. In actual fact he did not receive this gift from the exact moment he leaned on the Lord's breast, even if he could afterwards draw from that heart «in which lie hidden all the treasures of wisdom and knowledge» (Col 2,3). When it says that, on entering the tomb, «he saw and he believed», it recognises that «they did not yet know the Scripture» and that «Jesus had to rise from the dead» (Jn 20,9). Like the other apostles, John received his full measure at Pentecost when the Holy Spirit came and when grace was given to each one «according to the measure of Christ's gift» (Eph 4,7)...

Our Lord Jesus loved this disciple more that all the others... and opened the secrets of heaven to him... to make of him the author of that deep mystery of which no one can speak by himself: the mystery of the Word of God, the Word made flesh. However, even if he loved him, yet it was not to him that Jesus said: «You are Peter and on this rock I will build my Church» (Mt 16,18)... While loving all his disciples and especially Peter with a love in spirit and soul, our Lord loved John with a heart's love... According to the order of apostolate, Simon Peter was given the first place and «the keys of the kingdom of heaven» (Mt 16,19). But John obtained a different inheritance: the spirit of understanding, «a treasure of joy and gladness « (Sir 15,6).


Monday, 27 December 2010

St. John, Apostle and Evangelist (Feast)



SAINT JOHN 
Apostle and Evangelist
(† c. 100)
Feast
        St. John, the youngest of the apostles in age, was son of Zebedee. He was called to follow Christ on the banks of the Jordan during the first days of Our Lord's ministry. He was one of the privileged few present at the Transfiguration (with Peter and James) and the Agony in the garden.
        At the Last Supper his head rested on the bosom of Jesus, and in the hours of the Passion, when others fled or denied their Master, St. John kept his place by the side of Jesus, and at the last stood by the cross with Mary. From the cross the dying Saviour bequeathed his Mother to the care of the faithful apostle, who "from that hour took her to his own;" thus fitly, as St. Austin says, "to a virgin was the Virgin intrusted."
        After the Ascension, St. John lived first at Jerusalem, and then at Ephesus. He was thrown by Domitian into a caldron of boiling oil, and is thus reckoned a martyr, though miraculously preserved from hurt.
        Afterwards he was banished to the isle of Patmos, where he received the heavenly visions described in tine Apocalypse. He is the author of the Fourth Gospel, the Apocalypse, and three Epistles.
        He died at a great age, in peace, at Ephesus, about the year 100.

«Los que querían matar al niño»

EVANGELIO DEL DÍA: 26/12/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


La Sagrada Familia: Jesús, María y José - Fiesta


Libro de Eclesiástico 3,2-6.12-14.
Porque el Señor quiere que el padre sea respetado por sus hijos y confirmó el derecho de la madre sobre ellos.
El que honra a su padre expía sus pecados
y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro.
El que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado.
El que respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al Señor da tranquilidad a su madre.
Hijo mío, socorre a tu padre en su vejez y no le causes tristeza mientras viva.
Aunque pierda su lucidez, sé indulgente con él; no lo desprecies, tú que estás en pleno vigor.
La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de reparación por tus pecados.

Salmo 128(127),1-2.3.4-5.
Canto de peregrinación. ¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien.
Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa.
¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén

Carta de San Pablo a los Colosenses 3,12-21.
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia.
Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.
Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor.
Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida.
Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor.
Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen.

Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23.
Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.
Cuando murió Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto,
y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño".
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel.
Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea,
donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno. 
Mt 2,13-15#Mt 2,19-23
Leer el comentario del Evangelio por 
San Alfonso-María de Liguorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia
Meditaciones para la octava de la Epifanía, nº 3
«Los que querían matar al niño»
     Un ángel se apareció a José en sueños y le hizo saber que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarle: «Levántate, le dijo, toma al niño y a su madre y huye a Egipto». Jesús, pues, justo recién nacido es perseguido a muerte... José obedeció al ángel inmediatamente e informó a su esposa. Tomó algunos enseres fáciles de llevar con la finalidad de seguir ejerciendo su oficio en Egipto y así tener con qué sustentar a su pobre familia. María, por su parte, reunió en un paquete pequeño las mantillas necesarias para su divino hijo; después, acercándose a la cuna en la cual descansaba el niño, se puso de rodillas, besó los pies de su querido hijo, y entre lágrimas de ternura le dijo: «¡Hijo mío y Dios mío, has venido al mundo para salvar a los hombres; apenas nacido éstos te buscan para hacerte morir!». Entonces le tomó en sus brazos, y mientras seguía llorando, los dos esposos, cerrando la puerta, tomaron el camino de noche...
     Mi amado Jesús, tú eres el rey del cielo, y ahora te veo como un fugitivo errante bajo los rasgos de un niño. ¿Qué buscas? Dímelo. Estoy emocionado y conmovido viendo tu pobreza y tu anonadamiento; pero lo que más profundamente me aflige es la negra ingratitud con la que eres tratado por los mismos que tú has venido a salvar. Lloras, y yo también lloro por haber sido uno de los que te han menospreciado y perseguido; pero quiero que sepas que ahora más prefiero tu gracia que todos los reinos del mundo.

     Perdóname todos los ultrajes que te he hecho. En el viaje que hago desde esta vida hasta la eternidad permíteme llevarte en mi corazón, siguiendo el ejemplo de María que te llevó en sus brazos en el camino de huída a Egipto. Mi amado Redentor, a menudo te he echado fuera de mi alma, pero ahora tengo la confianza que eres tú quien has tomado posesión de ella. Te lo suplico: únela estrechamente a ti con las dulces cadenas de tu amor


domingo 26 Diciembre 2010

San Esteban



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A San Esteban se le llama "protomártir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.

Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.

Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.

Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió.

Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.




Oremoshttp://www.fuenterrebollo.com/Pontifices/Sumos-Pontifices/23-san-esteban1.jpg

Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Esteban luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

"Those who sought the child's life"

DAILY GOSPEL: 26/12/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


The Holy Family of Jesus, Mary, and Joseph - Feast


Book of Sirach 3:2-7.12-14.
For the LORD sets a father in honor over his children; a mother's authority he confirms over her sons.
He who honors his father atones for sins;
he stores up riches who reveres his mother.
He who honors his father is gladdened by children, and when he prays he is heard.
He who reveres his father will live a long life; he obeys the LORD who brings comfort to his mother.
He who fears the LORD honors his father, and serves his parents as rulers.
My son, take care of your father when he is old; grieve him not as long as he lives.
Even if his mind fail, be considerate with him; revile him not in the fullness of your strength.
For kindness to a father will not be forgotten, it will serve as a sin offering--it will take lasting root.

Psalms 128(127):1-2.3.4-5.
A song of ascents. Happy are all who fear the LORD, who walk in the ways of God.
What your hands provide you will enjoy; you will be happy and prosper:
Like a fruitful vine your wife within your home, Like olive plants your children around your table.
Just so will they be blessed who fear the LORD.
May the LORD bless you from Zion, all the days of your life That you may share Jerusalem's joy

Letter to the Colossians 3:12-21.
Put on then, as God's chosen ones, holy and beloved, heartfelt compassion, kindness, humility, gentleness, and patience,
bearing with one another and forgiving one another, if one has a grievance against another; as the Lord has forgiven you, so must you also do.
And over all these put on love, that is, the bond of perfection.
And let the peace of Christ control your hearts, the peace into which you were also called in one body. And be thankful.
Let the word of Christ dwell in you richly, as in all wisdom you teach and admonish one another, singing psalms, hymns, and spiritual songs with gratitude in your hearts to God.
And whatever you do, in word or in deed, do everything in the name of the Lord Jesus, giving thanks to God the Father through him.
Wives, be subordinate to your husbands, as is proper in the Lord.
Husbands, love your wives, and avoid any bitterness toward them.
Children, obey your parents in everything, for this is pleasing to the Lord.
Fathers, do not provoke your children, so they may not become discouraged.

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Matthew 2:13-15.19-23.
When they had departed, behold, the angel of the Lord appeared to Joseph in a dream and said, "Rise, take the child and his mother, flee to Egypt, and stay there until I tell you. Herod is going to search for the child to destroy him."
Joseph rose and took the child and his mother by night and departed for Egypt.
He stayed there until the death of Herod, that what the Lord had said through the prophet might be fulfilled, "Out of Egypt I called my son."
When Herod had died, behold, the angel of the Lord appeared in a dream to Joseph in Egypt
and said, "Rise, take the child and his mother and go to the land of Israel, for those who sought the child's life are dead."
He rose, took the child and his mother, and went to the land of Israel.
But when he heard that Archelaus was ruling over Judea in place of his father Herod, he was afraid to go back there. And because he had been warned in a dream, he departed for the region of Galilee.
He went and dwelt in a town called Nazareth, so that what had been spoken through the prophets might be fulfilled, "He shall be called a Nazorean."
Mt 2,13-15#Mt 2,19-23
Commentary of the day 
Saint Alphonsus Liguori (1696-1787), Bishop and Doctor of the Church
Meditations for the Octave of the Epiphany, no. 3
"Those who sought the child's life"
An angel appeared in a dream to Joseph and warned him that Herod was seeking the Child Jesus' life: «Get up,» he said, «take the child and his mother and flee to Egypt». Jesus had hardly been born before he was being persecuted to the death... Joseph obeyed the angel's voice without delay and warned his holy wife. He took such poor tools as he could carry so that he might have the wherewithal to carry on his work in Egypt and have something with which to maintain his little family. Mary, for her part, gathered together in a bundle the necessary linen for her divine son; then, going to the cradle where he was lying, she went down on her knees, kissed the feet of her beloved child and, weeping tears of tenderness, said to him: «Oh my son and my God, you have come into the world to save humankind yet you have scarcely been born and they seek to kill you!» Then she took him in her arms and, as they wept, the holy couple shut the door and set out through the night...

Beloved Jesus, you are the king of heaven and now I see you in the likeness of a child, wandering in exile. Tell me: who are you looking for? I am moved with compassion when I see your poverty and humiliation. But what distresses me even more deeply is the complete ingratitude with which I see you being treated by the very ones you came to save. You weep, and I weep too for being one of those who have despised and persecuted you. Yet know that I would now prefer your grace to all the kingdoms of the world.

Forgive me all the harm I have caused you. On the journey of this life to eternity let me carry you in my heart following Mary's example, who bore you in her arms during the flight to Egypt. Beloved Redeemer, I have often cast you out of my soul but now I trust you have repossessed it. I beseech you, bind it closely to yourself with the sweet bonds of your love.


Sunday, 26 December 2010

St. Stephen, the first martyr



SAINT STEPHEN
The first martyr
Feast
         Saint Stephen is one of the first deacons chosen by the early church in Acts of the Apostles.
Upon the death of Jesus, Stephen began to work hard to spread what was then called The Way. He preached the teachings of Jesus and participated in the conversion of Jews and Gentiles. Acts tells the story of how Stephen was tried by the Sanhedrin for blasphemy and was then stoned to death by an infuriated mob encouraged by Saul of Tarsus, the future Saint Paul. He died praying for those who killed him : "Lord, do not hold this sin against them".

         Saint Stephen's name is simply derived from the Greek Stephanos, meaning "crown", which translated into Aramaic as Kelil. Saint Stephen is traditionally invested with a crown of martyrdom for Christianity and is often depicted in art with three stones and the martyrs' palm. In Eastern Christian iconography he is shown as a young beardless man with a tonsure, wearing deacon's vestments, and often holding a miniature church building and censer.
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Lord,
today we celebrate the entrance of Saint Stephen
into eternal glory.
He died praying for those who killed him.
Help us to imitate his goodness
and love our ennemies.