EVANGELIO DEL DÍA

miércoles, 10 de noviembre de 2010

«El reino de Dios está dentro de vosotros»

EVANGELIO DEL DÍA: 11/11/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Jueves de la XXXII Semana del Tiempo Ordinario


Carta de San Pablo a Filemón 1,7-20.
Por mi parte, yo he experimentado una gran alegría y me he sentido reconfortado por tu amor, viendo cómo tú, querido hermano aliviabas las necesidades de los santos
Por eso, aunque tengo absoluta libertad en Cristo para ordenarte lo que debes hacer,
prefiero suplicarte en nombre del amor, Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús,
te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión.
Antes, él no te presto ninguna utilidad, pero ahora te será muy útil, como lo es para mí.
Te lo envío como si fuera yo mismo.
Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio.
Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario.
Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre,
no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor.
Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mi mismo.
Y si él te ha hecho algún daño o te debe algo, anótalo a mi cuenta.
Lo pagaré yo, Pablo que firmo esta carta de mi puño y letra. No quiero recordarte que tú también eres mi deudor, y la deuda eres tú mismo.
Sí, hermano, préstame ese servicio por amor al Señor y tranquiliza mi corazón en Cristo.

Salmo 146(145),7-10.
Hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos,
abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados.
El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. ¡Aleluya!

Evangelio según San Lucas 17,20-25.
Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente,
y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes".
Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo.
Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación. 
Lc 17,20-25
Leer el comentario del Evangelio por 
Beato John Henry Newman (1801-1890, presbítero, fundador de comunidad religiosa, teólogo.
Sermón «El mundo invisible», PPS vol. 4, nº 13
«El reino de Dios está dentro de vosotros»
     ¿Le es difícil a la fe admitir las palabras de la Escritura que se refieren a nuestras relaciones con un mundo superior a nosotros?... Este mundo espiritual está presente aunque es invisible; es ya presente, no sólo futuro, y no nos es distante. No está por encima del cielo ni más allá del sepulcro; está presente ahora y aquí: «El reino de Dios está dentro de nosotros». Es san Pablo que habla de él: «No nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno» (2C 4,18)...

     Así es el reino de Dios escondido; y de la misma manera que ahora está escondido, de esta misma manera será revelado en el momento oportuno. Los hombres creen ser los amos del mundo y que pueden hacer de él lo que quieran. Creen ser sus propietarios y poseer un poder sobre su curso... Pero este mundo está habitado por los sencillos de Cristo a quienes desprecian y por sus ángeles en quienes no creen. Éstos son los que tomarán posesión de él cuando se manifestarán. Por ahora «todas las cosas» aparentemente «continúan tal como eran desde el principio de la creación» y los que se burlan de él preguntan: ¿Dónde queda la promesa de su venida?» (2P 3,4). Pero en el tiempo señalado habrá una «manifestación de los hijos de Dios» y los santos escondidos «brillarán como el sol en el Reino de su Padre» (Rm 8,19; Mt 13,43). 

     La aparición de los ángeles a los pastores fue de manera súbita: «De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial» (Lc 2,13). Inmediatamente antes la noche era igual a otra noche cualquiera –los pastores vigilaban sus rebaños- y observaban el curso de la noche: las estrellas seguían su curso; era medianoche; de ninguna manera esperaban semejante cosa cuando se les apareció el ángel. Así son el poder y la fuerza escondida en las cosas visibles. Se manifiestan cuando Dios lo quiere.

                    

jueves 11 Noviembre 2010

San Martín de Tours



  San Martín 
El influjo de San Martín fue decisivo para la evangelización de la zona de Francia que se extiende al sur del Loira: Toulouse, Poitou, Saintonge, Auvernia y Berry, y aun para la de París.

Sin duda que la fe en Jesucristo había avanzado por las vías romanas desde los tiempos de San Ireneo (finales del siglo II), pero el cristianismo apenas si había alcanzado más que a las ciudades, cuando Martín, un soldado húngaro convertido, se une a la escuela de San Hilario (339) y funda en Ligugé, cerca de Poitiers, el primer monasterio de todo Occidente (360).

Martín había de ser el apóstol de la campiña galo-romana.   Antes de recibir el bautismo, había compartido ya sus vestiduras con un mendigo en Amiens; una vez convertido al cristianismo, no le fue posible quedar indiferente ante la pobreza esencial de los campesinos, a quienes nadie había hablado todavía de Cristo. Consagrado obispo de Tours (372), reunió de nuevo en torno a sí a algunos compañeros deseosos de vivir como hombres de oración, aun cuando quiso convertir a sus monjes en misioneros.

El monasterio de Marmoutiers, a la entrada de Tours, se convirtió en un verdadero centro de evangelización. El obispo daba, por lo demás, ejemplo por sí mismo, siempre itinerante anunciando el evangelio, arrancando los árboles sagrados y destruyendo los ídolos. Murió en Candes, no lejos de Tours el 397, v su culto se extendió por toda la Galia desde el siglo V.





  Oremos  


Renueva, Señor, en nosotros las maravillas de tu gracia, para que, al celebrar hoy la memoria de San Martín, obispo, que te glorificó, tanto con su vida como con su muerte, nos sintamos de tal modo fortalecidos, que ni la vida ni la muerte puedan separarnos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

The kingdom of God is among you"

DAILY GOSPEL: 11/11/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


Thursday of the Thirty-second week in Ordinary Time


Letter to Philemon 1:7-20.
For I have experienced much joy and encouragement from your love, because the hearts of the holy ones have been refreshed by you, brother.
Therefore, although I have the full right in Christ to order you to do what is proper,
I rather urge you out of love, being as I am, Paul, an old man, and now also a prisoner for Christ Jesus.
I urge you on behalf of my child Onesimus, whose father I have become in my imprisonment,
who was once useless to you but is now useful to (both) you and me.
I am sending him, that is, my own heart, back to you.
I should have liked to retain him for myself, so that he might serve me on your behalf in my imprisonment for the gospel,
but I did not want to do anything without your consent, so that the good you do might not be forced but voluntary.
Perhaps this is why he was away from you for a while, that you might have him back forever,
no longer as a slave but more than a slave, a brother, beloved especially to me, but even more so to you, as a man and in the Lord.
So if you regard me as a partner, welcome him as you would me.
And if he has done you any injustice or owes you anything, charge it to me.
I, Paul, write this in my own hand: I will pay. May I not tell you that you owe me your very self.
Yes, brother, may I profit from you in the Lord. Refresh my heart in Christ.

Psalms 146(145):7-10.
Secures justice for the oppressed, gives food to the hungry. The LORD sets prisoners free;
the LORD gives sight to the blind. The LORD raises up those who are bowed down; the LORD loves the righteous.
The LORD protects the stranger, sustains the orphan and the widow, but thwarts the way of the wicked.
The LORD shall reign forever, your God, Zion, through all generations! Hallelujah!

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Luke 17:20-25.
Asked by the Pharisees when the kingdom of God would come, he said in reply, "The coming of the kingdom of God cannot be observed,
and no one will announce, 'Look, here it is,' or, 'There it is.' For behold, the kingdom of God is among you."
Then he said to his disciples, "The days will come when you will long to see one of the days of the Son of Man, but you will not see it.
There will be those who will say to you, 'Look, there he is,' (or) 'Look, here he is.' Do not go off, do not run in pursuit.
For just as lightning flashes and lights up the sky from one side to the other, so will the Son of Man be (in his day).
But first he must suffer greatly and be rejected by this generation. 
Lc 17,20-25
Commentary of the day 
Blessed John Henry Newman (1801-1890), priest, founder of a religious community, theologian
PPS «The Invisible world» vol.4, no.13
The kingdom of God is among you"
Is it difficult to faith to admit the word of Scripture concerning our connexion with a world superior to us?... The world of spirits then, though unseen, is present; present, not future, not distant. It is not above the sky, it is not beyond the grave; it is now and here; «the kingdom of God is among us.» Of this the text speaks;—"We look," says St. Paul, "not at the things which are seen, but at the things which are not seen; for the things which are seen are temporal, but the things which are not seen are eternal" (2Cor 4,18)...

Such is the hidden kingdom of God; and, as it is now hidden, so in due season it shall be revealed. Men think that they are lords of the world, and may do as they will. They think this earth their property, and its movements in their power; whereas... it contains Christ's little ones whom they despise, and His Angels whom they disbelieve; and these at length shall take possession of it and be manifested. At present, "all things," to appearance, "continue as they were from the beginning of the creation;" and scoffers ask, "Where is the promise of His coming?"(2Pt 3,4) but at the appointed time there will be a "manifestation of the sons of God," and the hidden saints "shall shine out as the sun in the kingdom of their Father." (Mt 13,43)

When the Angels appeared to the shepherds, it was a sudden appearance,—"Suddenly there was with the Angel a multitude of the heavenly host" (Lk 2,13). How wonderful a sight! The night had before that seemed just like any other night - they were keeping watch over their sheep; they were watching the night as it passed. The stars moved on,—it was midnight. They had no idea of such a thing when the Angel appeared. Such are the power and virtue hidden in things which are seen, and at God's will they are manifested.


Thursday, 11 November 2010

St. Martin of Tours, Bishop († 397) - Memorial



SAINT MARTIN OF TOURS
Bishop
(† 397)
        When a mere boy, Martin became a Christian catechumen against his parents' wish; and at fifteen was therefore seized by his father, a pagan soldier, and enrolled in the army.
        One winter's day, when stationed at Amiens, he met a beggar almost naked and frozen with cold. Having no money, he cut his cloak in two and gave him the half. That night he saw Our Lord clothed in the half cloak, and heard Him say to the angels: "Martin, yet a catechumen, hath wrapped Me in this garment." This decided him to be baptized, and shortly after he left the army.
        He succeeded in converting his mother; but, being driven from his home by the Arians, he took shelter with St. Hilary, and founded near Poitiers the first monastery in France.
        In 372 he was made Bishop of Tours. His flock, though Christian in name, was still pagan in heart. Unarmed and attended only by his monks, Martin destroyed the heathen temples and groves, and completed by his preaching and miracles the conversion of the people, whence he is known as the Apostle of Gaul.
        His last eleven years were spent in humble toil to atone for his faults, while God made manifest by miracles the purity of his soul.


Lives of the Saints, by Alban Butler, Benziger Bros. ed. [1894]