De Corazón a corazón: Gen 15,1-12.17-18 (La promesa de Dios: "No temas, Abraham, tu recompensa será muy grande"); Mt 7,15-20 ("Por sus frutos los reconoceréis")
Contemplación, vivencia, misión: El premio que Dios ofrece es Él mismo, su presencia, su pacto de amor. Cuando no se busca otra cosa que al mismo Dios, la vida humana (personal y comunitaria) se hace un trasunto de la suya. Hay vida verdadera si hay donación con alegría. Ser cristiano significa ser destello del mismo Jesús: "Que el nombre de cristiano no parezca como una falsedad, sino que demos testimonio del mismo con nuestra vida" (San Gregorio de Nisa).
*En el día a día con la Madre de Jesús: María, en el Magníficat, nos recuerda las promesas hechas por Dios a Abraham. La esperanza da sentido gozoso al caminar.
AÑO DE LA FE: "Decir «Creo en Dios» nos impulsa, por lo tanto, a partir, a salir de nosotros mismos continuamente, al igual que Abraham, para llevar en la realidad cotidiana en que vivimos, la certeza que nos viene de la fe: la certeza, es decir, de la presencia de Dios en la historia, aún hoy; una presencia que da vida y salvación, que nos abre a un futuro con Él en pos de una plenitud de vida que nunca conocerá el ocaso" (Benedicto XVI, 23, enero 2013)