Un «manitas» en paro restaura una ermita para vivir en ella como ermitaño y al terminarla se muere
Joaquín Panivino, el ermitaño de la ermita de Santa Bárbara de Alcañiz (Teruel) falleció el martes 10 de febrero, al parecer, como consecuencia de un infarto.Panivino, que se había hecho cargo del puesto de ermitaño desde el año pasado, había llevado a cabo una puesta a punto de la vivienda de la ermita, que apenas pudo disfrutar.
La parroquia de Alcañiz se ha hecho de momento cargo del cadáver, que se encuentra depositado en el tanatorio de Alcañiz, dado que, según explicó el párroco, Pablo Roda, nadie había reclamado el cuerpo. Al parecer, al fallecido tan sólo le quedaban familiares lejanos en Barcelona, así como algunos amigos.
Según el párroco, Joaquín Panivino había acudido a Alcañiz este martes para realizar varias gestiones. "Se tomó un café en un bar y dijo que sentía un dolor en el pecho. De allí se acercó a una tienda de electrónica, pero antes de llegar se desplomó y se dio un golpe fuerte en la cabeza y en la nariz". El dueño de la tienda y una persona que presenció esta situación atendieron al ermitaño y avisaron a una ambulancia. Allí mismo, un médico intentó su reanimación, pero "no pudieron recuperarlo", explicó Roda.
El entierro tiene lugar el jueves 12 de febrero, después de la misa funeral, que se oficia a las 12 del mediodía en la iglesia de San Francisco. El párroco se puso en contacto con el Ayuntamiento con el fin de conseguir un nicho donde darle sepultura.
En una entrevista realizada para la contraportada de DiarioDeTeruel.es el pasado mes de octubre, Joaquín Panivino mostraba una gran ilusión por la tarea encomendada meses atrás por la parroquia y la Junta de Santa Bárbara, una ermita situada al norte de Alcañiz y muy cerca del Santuario de Nuestra Señora de Pueyos.
Sus vistas, su silencio y la panorámica que se divisa desde allí cautivaron a este hombre que llevaba varios años en paro y residiendo en el camping de Alcañiz, pero que fue aceptado como ermitaño por sus conocimientos de albañilería y su disposición a vivir en soledad, a recibir a cuantos visitantes se aproximaran por el lugar y que se comprometió al mantenimiento del edificio y de todo su entorno.
Esos eran los requisitos que se demandaban desde el fallecimiento del anterior ermitaño y que no todos los aspirantes a ocupar el puesto cumplían, tal y como explicó el párroco de Alcañiz, quien comentó que Panivino fue el aspirante que mejores condiciones presentaba para el puesto de todos los que se presentaron.
En este sentido, Roda comentó que "hay gente que busca un trabajo a cambio de remuneración, y ser ermitaño de Santa Bárbara no supone el cobro de ningún tipo de sueldo, sino que es un contrato en precario, como un alquiler sin coste a cambio del mantenimiento del lugar".
Restauración del entorno
En octubre pasado, Joaquín Panivino estaba inmerso en las obras de mejora de la ermita y de la casa del ermitaño, que estaba en un importante estado de abandono, ya que su anterior inquilino era una persona muy mayor.
Panivino explicaba que su objetivo prioritario era poner a punto todo el edificio, pintarlo, barnizar las puertas, colocar un sistema de iluminación con leds para que las placas solares no agotaran la batería tan rápidamente, etc. Lo consiguió. "Ha hecho una buena labor, ha arreglado la casa, las puertas, los armarios, se había puesto una emisora de radio, televisión y también acceso a internet. Era un manitas y estaba muy contento por el trabajo realizado y porque la gente subía a verlo. El problema es que no ha podido disfrutarlo", se lamentó el párroco.
En los últimos días había enviado fotografías a algunos de sus amigos de la nevada de la semana pasada en la zona, con panorámicas tomadas desde la ermita.
stagduran
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