EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 31 de octubre de 2010

Con todos los santos

EVANGELIO DEL DÍA: 01/11/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Todos los Santos - Solemnidad


Apocalipsis 7,2-4.9-14.
Luego vi a otro Angel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Angeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar:
"No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios".
Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144. 000 pertenecientes a todas las tribus de Israel.
Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente:
"¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!".
Y todos los Angeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios,
diciendo: "¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!
Y uno de los Ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?".
Yo le respondí: "Tú lo sabes, señor". Y él me dijo: "Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero.

Salmo 24(23),1-2.3-4.5-6.
Salmo de David. Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes,
porque él la fundó sobre los mares, él la afirmó sobre las corrientes del océano.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente:
él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

Epístola I de San Juan 3,1-3.
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él.
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro.

Evangelio según San Mateo 5,1-12.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. 
Mt 5,1-12
Leer el comentario del Evangelio por 
Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium» § 50-51
Con todos los santos
     Así como la comunión cristiana entre los viadores nos conduce más cerca de Cristo, así el consorcio con los santos nos une con Cristo, de quien dimana como de Fuente y Cabeza toda la gracia y la vida del mismo Pueblo de Dios... Nuestra unión con la Iglesia celestial se realiza en forma nobilísima, especialmente cuando en la sagrada liturgia, en la cual "la virtud del Espíritu Santo obra sobre nosotros por los signos sacramentales", celebramos juntos, con fraterna alegría, la alabanza de la Divina Majestad, y todos los redimidos por la Sangre de Cristo de toda tribu, lengua, pueblo y nación (cf. Ap., 5,9), congregados en una misma Iglesia, ensalzamos con un mismo cántico de alabanza de Dios Uno y Trino.

     Al celebrar, pues, el Sacrificio Eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia celestial en una misma comunión, "venerando la memoria, en primer lugar, de la gloriosa siempre Virgen María, del bienaventurado José y de los bienaventurados Apóstoles, mártires y santos todos"... Porque todos los que somos hijos de Dios y constituimos una familia en Cristo (cf. Heb. 3,6), al unirnos en mutua caridad y en la misma alabanza de la Trinidad, correspondemos a la íntima vocación de la Iglesia y participamos con gusto anticipado de la liturgia de la gloria perfecta del cielo.


lunes 01 Noviembre 2010

Fiesta de todos los Santos




Fiesta de todos los Santos



La fiesta de hoy se dedica a lo que san Juan describe como «una gran muchedumbre que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus y lenguas»; los que gozan de Dios, canonizados o no, desconocidos las más de las veces por nosotros, pero individualmente amados y redimidos por Dios, que conoce a cada uno de sus hijos por su nombre y su afán de perfección.


Hay quien pone reparos a éste o aquél, reduce el número de las legiones de mártires, supone un origen fabuloso para tal o cual figura venerada. La Iglesia puede permitirse esos lujos, un solo santo en la tierra bastaría para llenar de gozo al universo entero, y hay carretadas.


¡Aquellos veinticuatro carros repletos de huesos de mártires que Bonifacio IV hace trasladar al Panteón del paganismo para fundarlo de nuevo sobre cimientos de santidad! Montones, carretadas de santos, sobreabundancia de cristianos de quienes ni siquiera por aproximación conocemos el número, para los que faltan días en el calendario.


Por eso hoy se aglomeran en la gran fiesta común. Los humanamente ilustres, Pedro, Pablo, Agustín, Jerónimo, Francisco, Domingo, Tomás, Ignacio, y los oscuros: el enfermo, el niño, la madre de familia, un oficinista, un albañil, la monjita que nadie recuerda, gente que en vida parecía tan gris, tan irreconocible, tan poco llamativa, la gente vulgar y buena de todos los tiempos y todos los lugares.


Cualquiera que en cualquier momento y situación supo ser fiel sin que a su alrededor se enterara casi nadie, cualquiera sobre quien, al morir, alguien quizá comentó en una frase convencional: Era un santo. Y no sabíamos que se había dicho con tanta propiedad. Cristianos anónimos que a su manera, a escala humana, se parecían a Cristo.


La solemnidad de Todos los Santos nació en el siglo Vlll entre los celtas la Iglesia nos propone esta Visión de gloria al comienzo del invierno, para invitarnos a vivir en la esperanza de una primavera, más allá de la muerte. Quiere también que caigamos en la cuenta de nuestra solidaridad con cuantos han pasado al mundo invisible.


Festejamos con alegría a los Santos, pues creemos «que gozan de la gloria de la inmortalidad», en donde interceden por nosotros. Cada Santo vive intensamente la visión de Dios y su amor, mas su conjunto forma una ciudad, «la Jerusalén celeste», un Reino abierto a cuantos vivan de acuerdo con las Bienaventuranzas. Son la Iglesia del cielo.


La Gloria de los «Santos, nuestros hermanos», procede de Dios, cuya imagen reproduce cada uno de ellos de una manera única. Por consiguiente, al venerarlos, proclamamos a Dios «admirable y solo Santo entre todos los Santos». Todos fueron salvados por Cristo, todos nacieron de su costado abierto. Este es el motivo por el que el lugar por excelencia de comunión con los Santos es la Eucaristía.


En ella les santificó el Señor Jesús con la plenitud de su amor»; en ella podemos también nosotros suplicarle con humildad a Dios que nos haga pasar «de esta mesa de la Iglesia peregrina al banquete del Reino de los cielos».




Oremos  



Himno  ( laudes)

Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.


Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.


Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,  
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.


Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino
que sólo se gana con la violencia. Amén



Dios todopoderoso y eterno, que nos concedes celebrar los méritos de todos los santos en una misma solemnidad, te rogamos que, por las súplicas de tan numerosos intercesores, nos concedas en abundancia los dones que te pedimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Himno  (II vísperas)

Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
            rogadle por nosotros.


Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
           rogadle por nosotros.


Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositaria
           rogadle por nosotros.


Mártires que ganaron vuestra palma
en la arena del circo, en sangre roja,
al que es fuente de vida y hermosura
           rogadle por nosotros.


Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas
          rogadle por nosotros.

With all the saints

EVANGELIO DEL DÍA: 01/11/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


All Saints - Solemnity


Book of Revelation 7:2-4.9-14.
Then I saw another angel come up from the East, holding the seal of the living God. He cried out in a loud voice to the four angels who were given power to damage the land and the sea,
"Do not damage the land or the sea or the trees until we put the seal on the foreheads of the servants of our God."
I heard the number of those who had been marked with the seal, one hundred and forty-four thousand marked from every tribe of the Israelites:
After this I had a vision of a great multitude, which no one could count, from every nation, race, people, and tongue. They stood before the throne and before the Lamb, wearing white robes and holding palm branches in their hands.
They cried out in a loud voice: "Salvation comes from our God, who is seated on the throne, and from the Lamb."
All the angels stood around the throne and around the elders and the four living creatures. They prostrated themselves before the throne, worshiped God,
and exclaimed: "Amen. Blessing and glory, wisdom and thanksgiving, honor, power, and might be to our God forever and ever. Amen."
Then one of the elders spoke up and said to me, "Who are these wearing white robes, and where did they come from?"
I said to him, "My lord, you are the one who knows." He said to me, "These are the ones who have survived the time of great distress; they have washed their robes and made them white in the blood of the Lamb.

Psalms 24(23):1-2.3-4.5-6.
A psalm of David. The earth is the LORD'S and all it holds, the world and those who live there.
For God founded it on the seas, established it over the rivers.
Who may go up the mountain of the LORD? Who can stand in his holy place?
"The clean of hand and pure of heart, who are not devoted to idols, who have not sworn falsely.
They will receive blessings from the LORD, and justice from their saving God.
Such are the people that love the LORD, that seek the face of the God of Jacob." Selah

First Letter of John 3:1-3.
See what love the Father has bestowed on us that we may be called the children of God. Yet so we are. The reason the world does not know us is that it did not know him.
Beloved, we are God's children now; what we shall be has not yet been revealed. We do know that when it is revealed we shall be like him, for we shall see him as he is.
Everyone who has this hope based on him makes himself pure, as he is pure.

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Matthew 5:1-12.
When he saw the crowds, he went up the mountain, and after he had sat down, his disciples came to him.
He began to teach them, saying:
Blessed are the poor in spirit, for theirs is the kingdom of heaven.
Blessed are they who mourn, for they will be comforted.
Blessed are the meek, for they will inherit the land.
Blessed are they who hunger and thirst for righteousness, for they will be satisfied.
Blessed are the merciful, for they will be shown mercy.
Blessed are the clean of heart, for they will see God.
Blessed are the peacemakers, for they will be called children of God.
Blessed are they who are persecuted for the sake of righteousness, for theirs is the kingdom of heaven.
Blessed are you when they insult you and persecute you and utter every kind of evil against you (falsely) because of me.
Rejoice and be glad, for your reward will be great in heaven. Thus they persecuted the prophets who were before you.
 Mt 5,1-12
Commentary of the day 
Vatican Council II
Dogmatic Constitution on the Church "Lumen Gentium", paras. 50-51 (copyright Libreria Vaticana editrice)
With all the saints
Just as Christian communion among wayfarers brings us closer to Christ, so our companionship with the saints joins us to Christ, from Whom as from its Fountain and Head issues every grace and the very life of the people of God... Our union with the Church in heaven is put into effect in its noblest manner especially in the sacred Liturgy, wherein the power of the Holy Spirit acts upon us through sacramental signs. Then, with combined rejoicing we celebrate together the praise of the divine majesty; then all those from every tribe and tongue and people and nation (Rv 5,9) who have been redeemed by the blood of Christ and gathered together into one Church, with one song of praise magnify the one and triune God.

Celebrating the Eucharistic sacrifice therefore, we are most closely united to the Church in heaven in communion with and venerating the memory first of all of the glorious ever-Virgin Mary, of Blessed Joseph and the blessed apostles and martyrs and of all the saints... For all of us, who are sons of God and constitute one family in Christ, (Heb 3,6) as long as we remain in communion with one another in mutual charity and in one praise of the most holy Trinity, are corresponding with the intimate vocation of the Church and partaking in foretaste the liturgy of consummate glory.

For when Christ shall appear and the glorious resurrection of the dead will take place, the glory of God will light up the heavenly City and the Lamb will be the lamp thereof. (Rv 21,23) Then the whole Church of the saints in the supreme happiness of charity will adore God and "the Lamb who was slain", (Rv 5,12) proclaiming with one voice: "To Him who sits upon the throne, and to the Lamb blessing, and honor, and glory, and dominion forever and ever". (Rv 5,13)


Monday, 01 November 2010

Solemnity of All Saints



SOLEMNITY OF ALL SAINTS
        Today the Church, as the liturgy states, has "the joy of celebrating in one feast the merits and the glory of all the Saints" : not only of those whom she has canonized in the course of the centuries, but also of the numberless men and women whose holiness, hidden in this world, is only known to God and shines in his eternal kingdom.

         Thinking of these illustrious witnesses of the Gospel, we give thanks to God, "source of all holiness" for having given them to the Church and to the world. With their example, they prove that, as the Council teaches, "All the faithful are called to the fullness of Christian life and to the perfection of charity" (Lumen gentium, n. 40), tending to the "high standard" of ordinary Christian life (cf. Apostolic Letter Novo Millennio ineunte, n.31).

            Today's feast invites us to lift our eyes to heaven, the goal of our earthly pilgrimage. There the festive community of the saints awaits us. There we will have the company of our dear departed ones for whom we pray in tomorrow's solemn liturgical commemoration.


John Paul II, Angelus (November 1, 2002) - Copyright © Libreria Editrice Vaticana



Father, holy one,
we praise your glory reflected in the saints.
May we who share at this table
be filled with your love
and prepared for the joy of your kingdom,
where jesus is Lord for ever an ever.