De Corazón a corazón: Hech 13,14.43-52 ("Luz de los pueblos… la Palabra de Dios se difundía"); Apo 7,9.14-17 ("han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero); Jn 10,27-30 ("mis ovejas oyen mi voz, yo las conozco y ellas me siguen… Yo y el Padre somos uno"):
Contemplación, vivencia, misión: Jesús es "la luz de los pueblos", la "Palabra" personal y definitiva de Dios Amor, el Buen Pastor que da la vida (su "sangre"), el Cordero inmolado y el "pan de vida"… La repuesta de fe consiste en "escuchar", conocer amando, compartir, seguir y vivir en sintonía con él. Las vocaciones sacerdotales y de vida consagrada son visibilidad del amor de Cristo: en íntima amistad con él, siguiéndole en su misma actitud de donación, viviendo gozosamente con él presente en la comunión eclesial de hermanos. Esta "luz" evangélica no estará nunca de moda, pero es la única que ilumina y contagia de verdad: "El testimonio suscita vocaciones". "Mi corazón se fue tras él" (Bta. Inés Teresa).
*En el día a día con la Madre de Jesús: "Conoce muy bien el Espíritu Santo las entrañas de la Virgen, conoce muy bien aquel su corazón tan limpísimo" (S. Juan de Ávila, Sermón 30).
AÑO DE LA FE: "Las vocaciones sacerdotales y religiosas nacen de la experiencia del encuentro personal con Cristo, del diálogo sincero y confiado con él, para entrar en su voluntad. Es necesario, pues, crecer en la experiencia de fe, entendida como relación profunda con Jesús, como escucha interior de su voz, que resuena dentro de nosotros" (Benedicto XVI, Mensaje JMJ Vocaciones 2013).