(ReL/CCSG) Francisco I, el argentino Jorge Mario Bergoglio, el tercer Papa del tercer milenio, parecía hierático, rígido, al salir al balcón. Pero enseguida transmitió cercanía y sencillez con sus palabras y gestos. No alzó los brazos para saludar, hasta que tuvo micrófono y pudo hablar al pueblo romano.
"Buenas noches, sabéis que el deber del Cónclave era encontrar un Papa. Parece que han ido a buscarlo muy lejos, casi al fin del mundo. Gracias por la acogida de la comunidad diocesana de Roma", dijo.
Y enseguido hizo lo que debe hacer un maestro espiritual: poner a rezar a su pueblo. Pidió "una oración por nuestro obispo emérito Benedicto XVI", propuesta respondida con una gran aclamación de la plaza abarrotada. "Que el Señor le bendiga y la Madonna lo custodie". añadió. Y todos, obispo de Roma y su pueblo, rezaron un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Leer más de este artículo
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