EVANGELIO DEL DÍA: 27/05/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote - Fiesta
Epístola I de San Pedro 2,2-5.9-12.
Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación,
ya que han gustado qué bueno es el Señor.
Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:
ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.
Queridos míos, yo los exhorto, como a gente de paso y extranjeros: no cedan a los deseos carnales que combaten contra el alma.
Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los mismos que ahora los calumnian como a malhechores, al ver sus buenas obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita.
Salmo 100,2.3.4.5.
Sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza, alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones.
Evangelio según San Marcos 10,46-52.
Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".
Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama".
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación,
ya que han gustado qué bueno es el Señor.
Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:
ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.
Queridos míos, yo los exhorto, como a gente de paso y extranjeros: no cedan a los deseos carnales que combaten contra el alma.
Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los mismos que ahora los calumnian como a malhechores, al ver sus buenas obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita.
Salmo 100,2.3.4.5.
Sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza, alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones.
Evangelio según San Marcos 10,46-52.
Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".
Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama".
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Mc 10,46-52
San Gregorio Magno (hacia 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre los evangelios, nº 2
«Hijo de David, ten compasión de mí»
Con razón la Escritura nos presenta a este ciego al borde del camino y pidiendo limosna, porque el que es la misma Verdad ha dicho: «Yo soy el camino» (Jn 14,6). Así pues, cualquiera que desconoce la claridad de la luz eterna es un ciego.
Si ya cree en el Redentor, está sentado al borde del camino. Si ya cree pero descuida pedir que le sea dada la luz eterna y descuida orar, este ciego puede estar sentado al borde del camino, pero no pide limosna. Pero si cree, si conoce la ceguera de su corazón y ora pidiendo recibir la luz de la verdad, entonces se puede decir que él es ese ciego sentado al borde del camino y que pide limosna.
Aquel, pues, que reconoce las tinieblas de su ceguera y sufre por estar privado de la luz eterna, que clame desde el fondo de su corazón, que grite con toda su alma: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
Si ya cree en el Redentor, está sentado al borde del camino. Si ya cree pero descuida pedir que le sea dada la luz eterna y descuida orar, este ciego puede estar sentado al borde del camino, pero no pide limosna. Pero si cree, si conoce la ceguera de su corazón y ora pidiendo recibir la luz de la verdad, entonces se puede decir que él es ese ciego sentado al borde del camino y que pide limosna.
Aquel, pues, que reconoce las tinieblas de su ceguera y sufre por estar privado de la luz eterna, que clame desde el fondo de su corazón, que grite con toda su alma: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
San Agustìn de Cantorbery
Obispo († c. a. 605)
Desde el monasterio romano de San Andrés, año 597 fue enviado a Inglaterra por san Gregorio Magno, para predicar el Evangelio.
Consagrado obispo de Cantorbery y con ayuda del rey Etelberto convirtió a muchos a la fe y fundó muchas iglesias, sobre todo, en el reino de Kent.
Murió el 26 de Mayo hacia el año 605.
Dios nuestro, que por la predicación del obispo San Agustín de Cantorbery hiciste brillar la luz del Evangelio sobre el pueblo de Inglaterra, haz que la semilla de sus trabajos apostólicos continúe dando frutos en tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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