Libertad Digital
Una parte de la Iglesia Católica en Cataluña se siente participe del desafío separatista liderado por Artur Mas. Ya no lo disimula e, incluso, lo promociona desde el púlpito y a través de actos reivindicativos -por ejemplo, en instalaciones de algunas órdenes y monasterios que se han erigido como el corazón espiritual de los separatistas catalanes-. Hablamos del monasterio de Montserrat.
De momento, los obispos catalanes, algunos de marcada tendencia nacionalista y otros más bien alejados de ella, han optado por no caldear más los ánimos y se están manteniendo en un segundo plano. No así el clero nacionalista, que ha dejado Cataluña hecha un erial y campa a sus anchas y a su antojo.
La Conferencia Episcopal Española ha explicado muy a las claras cuál debe ser el papel de la Iglesia. En varios documentos en los últimos años ya ha hablado de la unidad de España como bien moral pero han sido las últimas declaraciones del nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, las que han desatado una cascada de ataques y críticas contra él y por ende contra la Iglesia española.
El secretario general de la Conferencia Episcopal dijo lo siguiente:
Poner en peligro la convivencia de los españoles negando unilateralmente la soberanía de España sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear no sería prudente ni moralmente aceptable. Pretender unilateralmente alterar este ordenamiento jurídico en función de una determinada voluntad de poder local o de cualquier tipo es inadmisible. Es necesario respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria.
Aupados por la clase política catalana, este sector nacionalista de la Iglesia en Cataluña ha utilizado incluso las homilías para arremeter contra Gil Tamayo y la Conferencia Episcopal. Es lo que ocurrió el pasado domingo en la Abadía de Montserrat, donde en su sermón el padre Salvador Plans arremetió duramente contra el portavoz de los obispos españoles e hizo un alegato a favor del llamado "derecho a decidir".
De este modo, este monje aseguraba que "el otro hecho que nos afecta como cristianos catalanes es que el próximo año seremos consultados sobre nuestra identidad como pueblo. Estos últimos años nuestros obispos han reiterado que reconocían 'la personalidad y los rasgos nacionales propios de Cataluña, en el sentido genuino de la expresión, y defendían 'el derecho a reivindicar todo lo que ello
conlleva, de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia. Por eso nos duele que el camino que sigue nuestro pueblo sea considerado por algunos cristianos 'imprudente y moralmente inaceptable'".
Romper con la Conferencia Episcopal
Más allá ha ido el grupo progresista Església Plural, aunque en este caso desde fuera del púlpito. Tras escuchar las palabras de Gil Tamayo, esta organización cristiana nacionalista pidió a los obispos catalanes"romper las relaciones institucionales" con la Conferencia Episcopal Española.
Intentando crear dos entes distintos, afirmaban en su comunicado que las declaraciones del portavoz episcopal "implican un punto de no retorno en la relación institucional entre la iglesia española y la catalana".
Según Església Plural, "si los obispos de Catalunya no responden con firmeza, claridad y contundencia a esta enésima declaración de los órganos dirigentes del episcopado español, no tendrán ninguna excusa para no ser calificados de cómplices del ataque sistemático que recibe Catalunya desde una parte importante del episcopado español y de sus máximos dirigentes".
Acto de oración por la secesión
Esta escalada de acciones reivindicativas a favor de la secesión vivió su punto culmen el pasado domingo precisamente en el lugar más emblemático de Barcelona, la Basílica de la Sagrada Familia. En su cripta se celebró un "acto de acción de gracias y de oración por Cataluña", cuyo fin es conseguir la "autodeterminación y la independencia de nuestro pueblo".
En su invitación para este acto organizado en el seno de un edificio del Arzobispado de Barcelona se decía que "estamos viviendo uno de los momentos más decisivos para nuestra nación y los cristianos sabemos de la fuerza espiritual que tiene la acción de gracias y la oración".
Esta jornada de oración estaba curiosamente organizada por un colectivo llamado "Cristianos por la Independencia", un grupo que se encuentra insertado en la ANC, Assamblea Nacional de Cataluña, que llevó a cabo la cadena humana secesionista. Es decir, un grupo que incide más en la palabra independencia que cristiana.
En este aluvión de alegatos a favor del separatismo no podía faltar el abad de Montserrat, erigido como líder moral de los separatistas y que pretende ser el referente religioso en una Cataluña independiente. Sus aspiraciones a la mitra no le han impedido defender sus tesis nacionalistas una y otra vez y haber convertido el histórico monasterios en una de las puntas de lanza del nacionalismo.
De este modo, Jose María Soler ha vuelto a salir en defensa de la secesión y a asegurar que "entre los derechos humanos también está el de decidir nuestro futuro" y cree que los dirigentes catalanes han entendido esto. Poco antes, afirmaba igualmente que "el abad de Montserrat comparte esta doctrina que puede llevar a preguntar a la gente qué es lo que desea", incluida la independencia, que apoyaría si se votase en el referéndum ilegal.
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