Lucas 18,1-8

Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:

"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".

Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".

COMENTARIO

por Mons. Rafael Escudero López-Brea,
obispo prelado de Moyobamba

En el evangelio de este Domingo  la tradición de la Iglesia ha visto un símbolo de la oración como combate de la fe. Jesús nos enseña el valor y eficacia de la oración paciente y perseverante y la seguridad de que siempre somos atendidos por el Padre.

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