Lucas 14,1.7-14

Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando.

Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:

«Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»

Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;  y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.»

COMENTARIO

por Mons. Rafael Escudero López-Brea
Obispo prelado de Moyobamba

El Evangelio de hoy realza la humildad, la modestia y la mansedumbre del Señor. Junto a esto Jesús añade otra virtud: el desinterés cuando invitamos o damos algo a los demás. Ahora bien, Él es mucho más que eso, ya que esas virtudes las posee en esencia: Jesús es la humildad, la modestia y la mansedumbre.

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