De Corazón a corazón: 2Cor 11,1-11 ("Os tengo desposados con un solo esposo… Cristo"); Mt 6,7-15 ("Vuestro Padre sabe lo que necesitáis… Padre nuestro")
Contemplación, vivencia, misión: El mejor regalo que nos ha hecho Jesús es el de compartir con nosotros su misma filiación divina, para hacer de nuestra vida un "sí" al Padre. Somos sus amigos y "consortes" (la Iglesia "esposa"). Orar el "Padre nuestro" equivale a vivir en sintonía con Cristo, mirando, amando como él. El Padre sigue todos los movimientos de nuestro corazón y sólo le agrada lo que suene a Jesús, porque nos ha hecho sus "consortes". El Padre "conoce" amando, porque nos conoce y nos ama en Cristo y en el Espíritu Santo. La historia del "Padre nuestro" continúa bajo la acción del Espíritu de Amor (cfr. Gal 4,7; Rom 8,15), no sólo en los comentarios, sino especialmente en la vida de quienes se deciden a injertarse en la mirada amorosa de Jesús al Padre (cfr. Lc 10,21).
En el día a día con la Madre de Jesús: Desde el seno de María, Jesús "Sacerdote es, porque en cuanto hombre está delante del Padre rogando por nosotros... Ungido viene, no con aceite, sino con sangre; y si ungido, no viene bravo, sino blando y manso" (S. Juan de Ávila, Sermón 1).
AÑO DE LA FE: "Es a través del Bautismo que somos introducidos en este pueblo (la Iglesia), a través de la fe en Cristo… Preguntémonos: ¿cómo hago crecer la fe que he recibido en mi Bautismo? ¿Cómo hago crecer esta fe que yo he recibido y que posee el pueblo de Dios?" (Papa Francisco, 12 junio 2013)
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