De Corazón a corazón: Hech 1,1-11 ("Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo… seréis mis testigos… así vendrá"); Heb 9,24-28; 10,19-23 ("Cristo penetró en el mismo cielo… tenemos plena seguridad de entrar en el santuario en virtud de la sangre de Cristo"; Lc 24,46-53 ("fue llevado al cielo")
Contemplación, vivencia, misión: Nuestra vida está injertada en la misma vida de Cristo. Ya no estamos solos. Ocupamos un puesto peculiar en su Corazón, participando de su misma vida. Él ya comparte con nosotros su glorificación. Quiere seguir construyendo la historia por medio de nosotros, que somos su familia ("Iglesia"), su "complemento", la visibilidad de su donación.
*En el día a día con la Madre de Jesús: El Espíritu Santo, que formó a Jesús en el seno de María, nos transforma ahora (en el corazón de María y de la Iglesia) en testigos del nuevo proyecto de Dios Amor. "No pienses que porque se subió a los cielos te tiene olvidado, pues no se puede compadecer en uno amor y olvido. La mejor prenda que tenia te dejó cuando subió allá, que fue el palio de su Carne preciosa en memoria de su amor" (S. Juan de Ávila, Tratado del Amor).
AÑO DE LA FE: "El tiempo pascual… es por excelencia el tiempo del Espíritu Santo… que culmina con la Solemnidad de Pentecostés. En el Credo profesamos la fe en el Espíritu Santo, que es Dios, «Señor y dador de vida»… Es la fuente inagotable de la vida divina en nosotros" (Papa Francisco, 8 mayo 2013). Ver el Domingo séptimo de Pascua (12 mayo) en Año Litúrgico (arriba).
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