De Corazón a corazón: Os 6,1-6 ("Venid, volvamos al Señor… él nos curará… Yo quiero el amor, más que holocaustos"); Lc 18,9-14 ("Dos hombres subieron al templo a orar… un fariseo y un publicano")
Contemplación, vivencia, misión: La oración cristiana es actitud filial de humildad, confianza y entrega. "Volvemos" a Él, de quien venimos, para corresponder a su amor. No nos pide más que nuestro "tiempo", nuestra miseria y nuestras "preferencias". Orar es sentirse pobre, pero amado y querer amar. Es un deseo, que se hace búsqueda humilde y confiada: "Buscad leyendo, y hallaréis meditando; llamad orando, y abriros han contemplando" (Guido el Cartujano y San Juan de la Cruz).
*En el día a día con la Madre de Jesús: En María, la oración (su "Magníficat") era un movimiento del corazón, para alabar, agradecer, cantar la misericordia, esperar y servir. Para nosotros es un paso más en el itinerario del AÑO DE LA FE. El rezo del Rosario (especialmente en familia) recobra en estos días de "Cenáculo" su dimensión más eclesial de comunión con quien va a presidir la caridad universal…
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