De Corazón a corazón: Is 43,16-21 ("Yo lo renuevo… Pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo"); Fil 3,8-14 ("Tengo todas las cosas por basura, para ganar a Cristo"); Jn 8,1-11 ("Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques más")
Contemplación, vivencia, misión: Jesús nos lleva a todos en el corazón. Cuando le ponen ante el dilema de condenar o hacerse reo de delito, su amor universal supera las expectativas. Su mirada amorosa llegaba hasta el fondo de aquellos pobres desgraciados que condenaban a los demás sin reconocerse pecadores. Jesús es exigente y hace posible la recuperación. Así es la verdadera misericordia, que quiere siempre lo mejor para todos. El milagro de hacer fecundo el desierto del alma es siempre posible gracias a la muerte y resurrección de Jesús.
*En el día a día con la Madre de Jesús: El verdadero apóstol lo arriesga todo (también las ventajas temporales y, si la hubiera, la propia corona), porque Cristo es más allá de todos los dones. María fue bienaventurada por haber recibido al Verbo antes en su corazón que en su seno.
AÑO DE LA FE: "Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor, somos mundanos" (Papa Francisco, 14 marzo 2013).
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