San Lucas 3,1-6.
El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.
COMENTARIO
+ Rafael Escudero López-Brea
Obispo de Moyobamba
El Evangelio de este segundo Domingo del tiempo de Adviento está centrado en la figura de San Juan Bautista, la voz provisional que clama en el desierto.
San Juan Bautista, pasó su juventud en el desierto, preparándose para su ministerio de Precursor del Mesías. En el evangelio de hoy hace su aparición pública a orillas del río Jordán. Con razón empiezan los evangelistas la descripción de la vida pública de Jesús por la predicación del Bautista. Es ésta como la aurora del Evangelio. Hasta en el orden doctrinal la predicación del Bautista coincide con los comienzos de la predicación de Jesús. Es el gran profeta que llega hasta el mismo umbral del Evangelio, para desaparecer después que ha señalado a las multitudes al Salvador. Leer más de este artículo
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