De Corazón a corazón: Jer 31,1-7 ("Con amor eterno te he amado"); Mt 15,21-28 (La mujer cananea: "Ten piedad de mí")
Contemplación, vivencia, misión: Cada ser humano es fruto de un latido del corazón de Dios. En los cargos y servicios que se desempeñan, lo más importante es contagiar a otros del "amor eterno" de Dios. En este encuentro de la convivencia cotidiana, los demás necesitan ver en nuestro rostro y en nuestra vida un signo de que Dios les ama. Entonces es posible suscitar en todos, también en la gente sencilla, la fe y confianza que conquistó el Corazón de Cristo (como la fe de la cananea).
* En el día a día con la Madre de Jesús: Cuando María oyó que Jesús formaba su familia espiritual ("mi madre y mis hermanos": Mt 12,49), exultó de gozo, al constatar que todos podían ser un destello de Jesús: "Los que tú me has dado" (Jn 17,6). Somos "su Jesús".
Para Santo Domingo de Guzmán, ver Año Litúrgico, Santos.
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