De Corazón a corazón: Is 26,7-9.12.16-19 ("Con toda mi alma te anhelo"); Sal 102,13; Mt 11,28-30 ("Venid a mí todos… Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón")
Contemplación, vivencia, misión: Los santos se dejaron sorprender por la invitación de Cristo y se enrolaron en un "itinerario" comprometido de apertura del corazón hacia el Amor. El ser humano se puede definir por su deseo: dime lo que deseas y te diré quién eres. El deseo imborrable que Dios ha sembrado en el corazón es de apertura hacia Él, que es infinita Verdad, Amor y Belleza. Pero hay que disipar nieblas y enredos que nos arruinan. Jesús llama a todos a abrir el corazón en sintonía con el suyo, que acompaña a todos como parte de su misma vida. Para él no hay estropajos, sino personas recuperables y profundamente amadas.
*En el día a día con la Madre de Jesús: La "mansedumbre" de Jesús es la de asumir las circunstancias en el contexto dela Providencia del Padre, sin agresividad ni desánimo, transformándolas en donación. La "humildad" de Jesús es la de reconocer las propias limitaciones humanas y poner al servicio de los demás los dones recibidos. Así lo cantó María en su "Magníficat", que ahora es nuestro canto vespertino.
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