De Corazón a corazón: 2Tim 4,1-8 ("Proclama la Palabra… yo estoy a punto de ser derramado en libación"); Sal 71,8; Mc 12,38-44 ("Esta viuda pobre ha echado más que todos")
Contemplación, vivencia, misión: Evangelizar es anunciar a Cristo, hacerlo presente especialmente en la Eucaristía y en la vida fraterna, comunicarlo a todos. Es una tarea que reclama "oblación" de sí mismo, como participación en la oblación de Jesús. Todo bautizado participa del mismo sacerdocio oblativo de Jesús. El sacerdote ministro participa de este sacerdocio por una gracia especial del Espíritu Santo, para ser signo transparente y portador del Señor, obrando en su nombre y sirviendo como Él, sin más privilegios que el de servir y amar.
En el día a día con la Madre de Jesús: El Evangelio de Jesús sólo se puede anunciar con efectividad, cuando se vive una vida de pobreza como la suya. "Mi secreto es sencillísimo: dar todo y no conservar nada" (Cura de Ars). "Mi cuerpo entregado… mi sangre derramada", que se formaron en el seno de María.
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